domingo, 31 de julio de 2011

Reforestación ciudadana, un programa político


Miguel Magaña Virgen, profesor e investigador del CUCBA, señala que el gobierno no debe endilgarle a la sociedad su responsabilidad

Guadalajara. Agustín del Castillo. MILENIO-JALISCO. Edición del 23 de julio de 2011

Sin pies ni cabeza, sin sentido científico y sin considerar la enorme diversidad de especies vegetales que tiene el país, la reforestación oficial, cuya jornada estelar, con decenas de miles de ciudadanos, fue hace seis días, parte de la idea de que movilizar personas es suficiente para hablar de éxito, pero eso en planeación, “significa hacerse pendejo” y en política “es endilgarnos el adjetivo a nosotros”, los ciudadanos que participan de buena fe.

Miguel Magaña Virgen, profesor e investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la UdeG, no se anda por las ramas al descalificar el proceso de reforestaciones ciudadanas: “Es sólo autopromoción a costa de recursos públicos y de la buena voluntad de una sociedad que compra el problema que les corresponde solucionar a quienes les pagamos para eso”.

El éxito de una reforestación “no se mide en función del número de participantes. No debemos de seguir haciendo el trabajo de quienes cobran por decir que lo hacen. Superar el número de arbolitos plantados -eso es lo que van a decir que se calculó, no asegura que el porcentaje de sobrevivencia vaya a aumentar”.

Es decir, “califican el procedimiento, sin considerar el cumplimiento del objetivo […] los resultados de la reforestación invariablemente se publicitan en el mismo año que se realiza la reforestación con relación al año fiscal. Esto por supuesto corresponde solamente a justificar la inversión tirada en estos programas. No es posible señalar resultados serios, si no se hacen los muestreos estadísticos necesarios para conocer el éxito de la reforestación que se mide con árboles que siguen vivos, después del primer estiaje —después del mes de abril y mayo—; significa entonces que, antes de iniciar la plantación deben de comprobar el éxito de la anterior, para saber porcentaje de planta viva, su adaptación al medio donde se ubicó, plagas y enfermedades que las atacaron, respuesta de los propietarios o responsables de los predios seleccionados, entre otros indicadores”.

Este resultado “debe dirigir la siguiente reforestación”. Pero lo que se tiene en la realidad “evita que exista monitoreo del resultado de las reforestaciones; solamente hay datos administrativos para justificar presupuestos”.

El ex funcionario de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades) insiste en que “es curioso y perverso que la gestión se dirija a la población explotando la buena voluntad de una sociedad que recibe una fuerte carga de promocionales para cuidar el ambiente y sobre todo la vegetación, y ninguna gestión legal, restrictiva o normativa a quienes son los que deforestan. De estos últimos se menciona como lugar común a los madereros señalándolos como los culpables por taladores, pero la obra pública, los cambios de uso del suelo por proyectos privados de cultivos o de uso de agostadero, también son taladores, quienes aprovechan la impunidad reinante”.

— ¿Es caro o barato el costo a pagar por educar a la gente?

— La sociedad en general tiene la cultura de la protección forestal desde hace muchos años, podría decir que desde Lázaro Cárdenas de forma amplia y general […] lo que la gente necesita es respeto y confianza en sus dirigentes, asunto que ya está perdido desde hace mucho tiempo. Yo creo que no son campañas de educación, son campañas de autopromoción.

— ¿Qué se hace en otros países?

— En otros países —desarrollados en su mayoría— no hay reforestaciones de tipo político y demagógico. Hay silvicultura, que es el cultivo de la madera —no el arte de talar— que consiste en siembra de almácigos, plantación de especies económicamente deseables conforme a su planeación —atendiendo demandas específicas con relación a su destino industrial— y cosecha de madera en plazos establecidos.

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