sábado, 30 de julio de 2011

Reforestaciones ciudadanas, “conciencia” o autoengaño


Debe dársele seguimiento a plantaciones, indica Érik Saracho, director de Alianza Jaguar Nayarit. Ambientalista alerta: si no cambia cultura de consumo, es ejercicio casi inútil

Guadalajara. Agustín del Castillo. MILENIO-JALISCO. Edición del 19 de julio de 2011

Asumir la estrategia de las reforestaciones ciudadanas “es sensato en medida al compromiso que se puede sembrar en cada persona, al incorporarlos vivencialmente en la experiencia de restauración: si cada árbol sembrado hace que un ciudadano incorpore en su cotidiano el componente ambiental, poco a poco habremos sembrado un árbol valiosísimo, y todos los días son días del árbol, todos los días son días de la tierra, todos los días son días del medio ambiente para esos que han sembrado en su conciencia el árbol de la conservación”, opina el ambientalista Érik Saracho Aguilar, director de Alianza Jaguar Nayarit.

Sin embargo, añade: “La jornada social por la reforestación, tomada en cuenta solamente como un ejercicio de forestación y midiendo su efectividad únicamente en árboles establecidos, se antoja como un ejercicio muy caro y poco efectivo, puesto que a estos árboles normalmente no se les da seguimiento y acompañamiento, y los porcentajes de supervivencia son dramáticamente bajos”.

Tal es su opinión acerca de la jornada de reforestación realizada el domingo.

“Este es un muy buen año para reforestar en el occidente del país; las condiciones meteorológicas nos trajeron lluvias tempranas y parejas, es un factor importante a favor; si pudiéramos controlar otros factores, como la selección rigurosa de las especies a plantar, evitar la presencia de ganado en el área reforestada, garantizar el aclareo oportuno del arbolito para evitar que las plantas trepadoras lo ahoguen rápidamente, y en unos meses aportarles agua en zonas que pueden ser semiáridas o áridas y que en algún momento fueron coberturas vegetales importantes, con mucha sombra y una humedad importante que favorece la prevalencia de los individuos juveniles, creo que el ejercicio valdría la pena”.

Saracho Aguilar, quien encabeza los esfuerzos para salvar la presencia del jaguar (Panthera onca) en el litoral del Pacífico mexicano, sabe que el hábitat es el aspecto crítico para la presencia del superdepredador, por ser “especie sombrilla” que sólo tiene viabilidad cuando hay una conservación más o menos integral.

“Nosotros, como interesados en la biodiversidad, aplaudimos los esfuerzos por conservar la cobertura vegetal y apoyar la integridad de los ecosistemas y los hábitat de las especies silvestres”, pero “nos negamos a ver las acciones de forestación como mecanismos mitigadores del efecto invernadero o como secuestradores de carbono que al final del día buscan que los ciudadanos nos demos un lavado de conciencia y nos neguemos a cambiar nuestros hábitos de consumo energético”.

Esto tiene respuestas diversas en otras sociedades: en países desarrollados “los ciudadanos se han involucrado en diversos frentes construyendo un perfil más informado y participativo o han volcado la responsabilidad al Estado mismo, que realiza las medidas eficientemente y sin simulaciones”, pero “en otros países [en vías de desarrollo], los ciudadanos siguen haciendo uso de sus bosques con poco control: la deforestación ciertamente es un fenómeno global que debería subir de prioridad ante los escenarios de desertificación, cambio climático y pérdida de diversidad biológica, fenómenos materia de tratados internacionales del que México es país firmante y por lo tanto sujeto obligado”.

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