lunes, 19 de septiembre de 2022

Las cuentas alegres del plan para regresar sus tierras a los wixaritari




 “La presencia de lo indio en muros, museos, esculturas y zonas arqueológicas abiertas al público se maneja, esencialmente, como la presencia de un mundo muerto. Un mundo singular, extraordinario en muchos de sus logros; pero muerto. El discurso oficial traducido en lenguaje plástico o museográfico, exalta ese mundo muerto como la semilla de origen del México de hoy. Es el pasado glorioso del que debemos sentirnos orgullosos, el que nos asegura un alto destino histórico como nación, aunque nunca quede clara la lógica y la razón de tal certeza. El indio vivo, lo indio vivo, queda relegado a un segundo plano, cuando no ignorado o negado; ocupan, como en el Museo Nacional de Antropología, un espacio segregado, desligado tanto del pasado glorioso como del presente que no es suyo: un espacio prescindible”. Guillermo Bonfil Batalla, México profundo. Una civilización negada 



Agustín del Castillo. EL RESPETABLE

El México indio siempre está ahí: plural, heterogéneo, ubicuo, intensamente vivo en sus conflictos y sus demandas, que van desde obras materiales y justicia agraria, pasando por una evidente integración a las culturas urbanas, hasta una especie de “déjennos en paz” en sus santuarios remotos que contrasta con la paz sepulcral de las viejas culturas de los museos de antropología y las ruinas arqueológicas. Su persistencia es sumamente útil para subrayar la alteridad y el principio de contradicción que subyacen a cualquiera de los proyecto nacionales, por naturaleza, arbitrarios, falsificadores, mitómanos, monopolizadores, artificiales y abusivos. 

Una sana inmersión en lo real inabarcable e incomprensible. Pero eso no evita que los grandes temas del desarrollo le apremien. Hay un común denominador aplicable a todas las comunidades mexicanas, sean hablantes del más de medio centenar de lenguas heredadas de quienes llegaron al país primero, hace 12 mil o trece mil años, desde las profundidades de Siberia, y que de acuerdo a los datos del INEGI y del Consejo Nacional de Población, son al menos 15 millones, o sean de esa mayoría de cultura occidental mestiza que se conformó a partir de las invasiones europeas del siglo XVI. 
 
Si asumimos que cada lengua es un mundo distinto -pero con vasos comunicantes para propiciar entendimientos con los otros -, la riqueza cultural de este país no puede ser mejor descrita. Y todos demandan agua limpia, electricidad, vías de comunicación, productos y satisfactores que provee el comercio, educación, salud, libertades, respeto a las formas de propiedad, aplicación de la ley y seguridad. Todos demandan, en consecuencia, respeto a sus derechos como personas iguales y también como personas distintas. El principio de la igualdad de todos los hombres (nuestro género: Homo, remite a humus, tierra o limo, y nuestra especie, sapiens, “sabio”, aplica igual para los masculus -macho – o femina -hembra -, como pasa en todo el reino animal), la gran premisa conflictiva que sustenta al mundo moderno y globalizado, frente al derecho de mantener las propias expresiones culturales y modificarlas a ritmo y conveniencia de la “autodeterminación”. 
 
Una de las regiones indias que mejor representan este conflicto y esta constante contradicción es la que la burocracia de los tiempos de Echeverría llamó Huicot (huicholes, coras y tepehuanos), es decir, las culturas que se denominan a sí mismas wixárika, náyeri y o’dam, dispersas en las regiones más remotas de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas, donde en estos momentos, sus miembros ejercen de testigos forzados de la violenta disputa territorial entre los cárteles Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, a la cual han debido ofrendar no pocas víctimas, además de seguir inmersas en el conflicto de largo aliento del empuje de límites entre los estados, que alientan invasiones mestizas que han generado, en más de un siglo, diferendos territoriales que no terminan de resolverse pese a las restituciones por los gobiernos postrevolucionarios de cientos de miles de hectáreas de los llamados “pueblos originarios”, tierras reconocidas y tituladas -uno de esos odiosos matices contra el discurso victimista de muchos multiculturalistas y del gobierno mexicano en funciones – por los reyes de las dinastías Habsburgo y Borbón durante los tres siglo del reino de la Nueva España. 
 
El conflicto ha sido, pues, fomentado activa o pasivamente por los gobiernos estatales que hoy pretenden que no existe tal problema. Pero la indefinición de límites es un serio problema que violenta los derechos humanos de decenas de miles de aborígenes, sean mestizos o indios, y debe ser resuelto, quizás no para volver al pasado, pero sí para darle un sentido jurídico pleno a las responsabilidades omitidas, o que se ofrecen casi como beneficencia, de parte de cada gobernante en turno. Pero además, esas pretensiones de crecer a costa del vecino son las que han soportado la lucha de los particulares contra las comunidades indias. 

Es la misma historia en dos planos. Los casos de las comunidades wixárika de Tatei-kie (San Andrés Cohamiata) y Wuaut+a (San Sebastián Teponahuaxtlán) son los que mejor ilustran el punto. Los despojos documentados a ambos núcleos indígenas permiten ver cómo sus invasores fueron alentados por los sucesivos gobiernos de Nayarit, al comienzo mismo de la historia de ese estado, creado en la constitución de 1917 (como una escisión de Jalisco, precisamente, algo que sus elites persiguieron al financiar al Tigre de Álica desde mediados del siglo XIX). 

Si se revisan los mapas oficiales de ambos estados, daremos con que en este momento no encajan bien. Ello se debe a que Nayarit no ha dejado de mover sus fronteras al oriente, y en algún punto entre Apozolco (La Yesca) y Florencia (Zacatecas), borra totalmente la continuidad territorial de Jalisco. De acuerdo a trabajos realizados por comisiones de límites de Jalisco, en los gobiernos de Guillermo Cosío Vidaurri (1989-1992) y Alberto Cárdenas Jiménez (1995-2000), casi 3 mil kilómetros cuadrados han sido despojados a esta estado. 

La irrelevancia concedida al tema por sus sucesores, Francisco Ramírez Acuña, Emilio González Márquez, Aristóteles Sandoval Díaz y el actual, Enrique Alfaro Ramírez, demuestra de forma clara el punto de lo que el propio gobernador en funciones destacó el pasado 10 de septiembre en la cabecera comunal de Tuapurie (Santa Catarina Cuexcomatitlán, la tercera gran comunidad wixárika de Jalisco) ante el presidente Andrés Manuel López Obrador: “Y decirle, presidente, que esta lucha que han dado nuestros pueblos originarios desde siempre, una lucha por justicia, una lucha que ha sido producto del abandono de muchos años, no es ni será sencillo revertir la realidad en la que viven estas comunidades […] todos los municipios de esta región requieren de una inversión muy, muy importante para poder recuperar todo este tiempo en el que la región norte de Jalisco estuvo olvidada”. Seguirá olvidada mientras no se tome ese expediente espinoso de derechos territoriales que el jalisciense ignora. 

Y es que los despojos a las comunidades coinciden con los recorrimientos de las fronteras. Es decir, lo que fue el antiguo cantón de Colotlán se ha hecho más pequeño, al menos en tres mil kilómetros cuadrados, en buena medida a costa de los territorios indios. Hechos que resultan incómodos para los gobiernos nayaritas: el nombre de ese estado deriva, como bien se sabe, del nombre que se dan en su lengua los coras: náyeris, que habitan al norte de la entidad, en el Gran Nayar. El catón de Tepic, que debería coincidir con el territorio del actual Nayarit, no incluía comunidades huicholas o wixárika, que siempre habitaron el cantón de Colotlán. Historiadores y sociólogos han documentado cómo se dieron los despojos. 

En el caso de Tatei-kie, por ejemplo, la comunidad de wixaritaris (así se denominan “las gentes” de cultura wixárika) más afectada por esos procesos, fueron mestizos nayaritas quienes se infiltraron como comuneros e impulsaron los afanes autónomos del anexo Xatsitsarie (Guadalupe Ocotán) y lograron separarlo de su cabecera. 25 mil hectáreas quedaron cercenadas y se conformó una comunidad que sigue reconociendo una primacía espiritual a Tatei-kie, pero no agraria ni política. Ese territorio se sumó al municipio de La Yesca, que también había crecido sobre pueblos como Huajimic y Puente de Camotlán a costa de Jalisco, en este caso, con despojos a la comunidad de Wuaut+a y su anexo Kurixi Manuwe (Tuxpan de Bolaños) por unas 20 mil hectáreas, de las que se restituyó una parte durante el gobierno de Vicente Fox (Puente de Camotlán), y queda pendiente el tema de Huajimic, con casi 10,500 hectáreas en posesión de ganaderos nayaritas que tienen escrituras y actos de posesión alentados por los gobernantes de Nayarit. 
 
Tatei-kie no solamente padeció la escisión nayarita. Por causas no explicadas, al promover su reconocimiento y titulación que derivó en el decreto presidencial de 1965, omitió la reivindicación sobre las tierras del norte, Bancos de Calitique o san Hipólito (Uweni Mu Yewe), que habían sido ocupadas por el estado de Durango e incorporadas al municipio de Mezquital. Pero los wixaritari norteños no se dejaron y libraron una larga lucha jurídica con el ejido San Lucas de Jalpa, que había recibido sus tierras en dotación. Hoy han ganado la restitución legal con base en esos títulos virreinales de Tatei-kie que han derivado entre comunidades agrarias distintas en tres estados. Por si fuera poco, San Andrés ha vivido desde hace pocos años otra embestida nayarita: el 18 de abril de 2018, ese estado, a través del Congreso local, pretendió “legalizar” la separación de casi 30 mil hectáreas (casi 40 por ciento de su superficie), con 12 poblados, al decretar su inclusión dentro del mapa oficial de esa entidad, pese a que constitucionalmente no tiene facultades para hacerlo. 
 
Claudio Montellano de la Cruz, quien era presidente del comisariado de bienes comunales, acudió ocho días después, a las sedes del gobierno de Jalisco y del Congreso de este estado, a reclamar atención a su demanda de no padecer el abuso de los intereses del vecino. Me dijo que el trasfondo era un interés presuntamente minero que surgió en 2004 y que provocó la ambición de un grupo de comuneros, alrededor de 200 de una asamblea de 1,600, a quienes tanto el gobierno nayarita como los empresarios les habrían hecho promesas. “Nosotros en su momento nos negamos a aceptar esa exploración y explotación mineral, y entonces buscaron dividirnos”, señaló. Como con Guadalupe Ocotán, casi 60 años antes. 

“Cuando los wixaritari hacen grupo y acuden a Nayarit, cuando se trata de solicitudes de anexión territorial, ellos [el gobierno nayarita] les hacen caso, mientras que a nosotros nuestro mismo estado [Jalisco] no nos atiende; un grupo de personas que fue allá al congreso nayarita para que les reconocieran ser parte de Nayarit, y aunque los medios de comunicación de allá dicen que son comunidades, en realidad son unos ranchitos, la comunidad única es Tatei-kie; es un grupo de personas el que está promoviendo esto, y nosotros hicimos una investigación, y vimos que sacaron credenciales de Nayarit para fraccionar a la comunidad, pero esto es un pleito interno, es un tema que llevamos con la Procuraduría Agraria, a la que hemos estado acudiendo a una mesa conciliatoria; ya hemos ido dos veces pero no han acudido ellos, nosotros estábamos haciendo eso y el Congreso de Nayarit sale con esa parte, que nos pega a nosotros", señaló. 

- ¿Cuáles son los motivos que aducen para separarse de la comunidad? 
- Dicen que porque nunca han tenido apoyo social, pero es normal que la comunidad no tenga apoyo por lo lejano que estamos, eso nos pasa a todos, no nada más a ellos; los demás compañeros están igual, la verdad es que ellos no asisten a las asambleas, no cumplen con sus obligaciones, por eso se quieren ir a Nayarit [...] fue un abogado que les metió la idea de que se puede fraccionar la comunidad, hacer otro núcleo agrario, y fue que empezaron a hacer los trámites; y en lo que investigamos no se puede fraccionar, si no van a agarrar hasta tierras de tres estados, y es lo que no entienden ellos, y como nuestra comunidad abarca hasta Nayarit ahí quieren fraccionar. Tenemos 74,940 hectáreas, hablamos que nos quieren quitar 40 o 35 por ciento, como 30 mil hectáreas. 
 
Los comuneros vieron en la tentativa del gobierno nayarita, una clara violación del derecho agrario mexicano, de la Constitución Política del país, y del derecho internacional, en particular, el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que en México tiene rango constitucional, y el cual garantiza a los pueblos aborígenes y tradicionales mantener su integridad territorial. El gobierno de Jalisco interpuso, semanas después, controversia por la anexión, pero sigue en suspenso la resolución final. 

Creo que esto es suficiente para ilustrar el tema y explicar el modus operandi de los gestores políticos de Nayarit. Si los gobiernos de López Obrador y Alfaro Ramírez quieren resolver el conflicto más acuciante para la cultura wixárika, deben entender que para los wixaritari, la tierra no se negocia y no admitirán menos tierras que las que les otorgan las restituciones presidenciales de los años 50 y 60 del siglo pasado. Han luchado por 70 años y no se detendrán. Los indios se asumen como parte de Jalisco. Me lo dijo claramente el presidente de bienes comunales de Wuaut+a, Óscar Hernández Hernández , hace apenas un año, cuando recorrí la sierra: “nuestro decreto presidencial dice que se nos reconocen todas nuestras tierras dentro de Mezquitic, Jalisco, no del estado de Nayarit”. 
 
Los gobiernos nayaritas también se ven como parte, y no árbitros de un conflicto entre particulares. “Nayarit castrado sin poderse defender, tener dentro del territorio casetas fitozoosanitarias de Jalisco […] pero no es posible que en Nayarit existan, óiganlo bien, instituciones públicas de Jalisco haciendo funciones en Nayarit, pues en qué situación quedamos. Son verdaderamente vergonzosas de la debilidad, no de un gobierno, de una sociedad y de los nayaritas. Y no somos débiles, que entiendan bien las autoridades, no la población, que no abusen”, dijo el indignado y desinformado (¿o cínico?) gobernador nayarita, Miguel Ángel Navarro, apenas el pasado 13 de julio de 2022. Ese tono de víctimas ha marcado el discurso nayarita por décadas. Mientras a los gobernadores de Jalisco, con las excepciones señaladas, les importa un comino la suerte de sus pueblos indios (ya lo decía Fernando Benítez en el prólogo del tomo II de Los indios de México: Huicholes, en los lejanos años de Agustín Yáñez al frente de la gubernatura). 
 
Y no se trata de que se regrese al pasado. Parece que buena parte de la invasión nayarita ya se ha consolidado por décadas de inacción de Jalisco. Los habitantes de viejos pueblos jaliscienses, como Apozolco, Huajimic o Puente de Camotlán, ya se asumen plenamente nayaritas y sería incluso contraproducente obligarlos a retornar a sus municipios originales. Pero lo menos que pueden hacer las autoridades de Nayarit es permitir la justicia por la vía de los hechos. Y bajo la premisa de que los derechos agrarios pueden existir al margen de las soberanías territoriales, no estorbar a las restituciones, que, de cualquier modo, los huicholes van a ganar en los juzgados y tribunales porque los primeros en tiempos son primeros en derecho, y sobre todo, porque los derechos agrarios no prescriben. Aquí no hay usucapion (prescripción a favor de los posesionarios) que aplique. 
 
La buena noticia es que, desde los hechos de las primeras restituciones del año 2016, que terminaron en protestas airadas y bloqueos de parte de los posesionarios mestizos, gran parte de los dirigentes de estos y de las autoridades wixaritaris, llegaron al acuerdo de empujar juntos que los gobiernos se hagan responsables de actos y omisiones, y financien indemnizaciones a cambio del regreso del patrimonio de San Sebastián. 

Pero si el gobierno nayarita, inmerso en su regionalismo ramplón (que daña a su propia industria local más importante, el turismo, pues el gobernador Navarro decidió eliminar la marca Vallarta de los desarrollos turísticos del norte de la Bahía de Banderas, pese a que ya es una zona conurbada interestatal y a que esos sitios dependen del aeropuerto del destino jalisciense, que es el que le dio reputación internacional a la región), persiste en alimentar un discurso de víctimas para los posesionarios a los que el estado legalizó tierras de los indígenas de forma espuria, podría no darse una rápida y pacífica transición, como la ha prometido López Obrador. Un signo inquietante es que un grupo radical de posesionarios de Nayarit ya se alineó a ese discurso, e incluso aventura un presunto decreto virreinal de 1610 (anterior en un siglo al de Wuaut+a) como la base de sus escrituras. Huelga señalar que tal documento nadie lo ha podido exhibir: la escritura más vieja de Huajimic data de 1906.
 
EL PLAN DE JUSTICIA 
Andrés Manuel López Obrador estuvo este 10 de septiembre en tierras de la cultura wixárika jalisciense, y muy cerca del centro del mundo de esa cosmovisión: la cabecera comunal de Tuapurie está a pocos kilómetros de Teeka’ta. Es el primer presidente que pisa la comunidad, lo que demuestra que el uso de los símbolos sigue siendo la mayor habilidad de este gobernante de matriz populista. Hubo muchos compromisos de servicios, infraestructura, salud, y de protección de sitios sagrados. Pero el tema agrario fue reconocido como el centro de todo. 

Alejandro Chanes Ortiz, el subprocurador agrario, informó en la reunión de “cinco temas recurrentes” que se presentan en diversas comunidades de la sierra: “La primera, es la invasión y despojo de tierras comunales y ejidales por terceros ajenos. Aquí hemos identificado al menos siete casos. Estos casos se atenderán conjuntamente con el INPI y la Procuraduría Agraria para establecer las acciones jurídicas y sociales correspondientes. El segundo, son las comunidades con inexistente o deficiente ejecución de resoluciones presidenciales. Tenemos seis casos identificados. Este problema se atenderá en base al diagnóstico que rendirán el INPI y la Procuraduría Agraria para detallar las acciones jurídicas correspondientes. El tercero, son los conflictos de límites de comunidades wixárikas con otros núcleos agrarios. Aquí hemos identificado 18 casos al menos. Para atender este problema se implementarán mesas de trabajo entre las comunidades afectadas y sus colindantes para poder establecer acuerdos de solución”. 
 
El cuarto son las comunidades afectadas por la imposición de programas de certificación y titulación “que disminuyeron tierras reconocidas en resoluciones presidenciales”, y el quinto, “la actualización de padrones, este es un tema general de todos los núcleos wixárikas y es que no se encuentran al día en el reconocimiento de sus comuneros”. El subprocurador reconoce como problemática “la falta de servicios por los gobiernos estatales por indefinición de límites entre entidades federativas, para lo cual se requiere un trabajo coordinado de la Secretaría de Gobernación, el INPI, la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México y la Procuraduría Agraria con las entidades federativas, con los gobiernos estatales para que se pueda establecer la línea de tratamiento de abastecimiento de estos servicios que son muy necesarios para las comunidades”. 
 
Allí estuvieron tanto el gobernador nayarita como el gobernador de Jalisco. López Obrador dijo frente a ellos: “Creo que ha sido un buen trabajo de las autoridades tradicionales que se pongan de acuerdo más allá de los límites comunitarios, de los límites de los pueblos y de los límites de municipios y de estados, porque es una región y así debe verse. Vamos a dar cumplimiento al plan que ustedes nos presentan […] vamos a enfrentar el problema agrario y yo siento que en esta región es el principal problema, lleva ya mucho tiempo, ha habido diferencias, hay confrontación, y es muy claro que se trata de una lucha de comunidades indígenas con propietarios privados, pequeños, medianos y grandes. Y es hasta un asunto cultural, hay diferencias que se tienen que resolver mediante el diálogo y lograr que todos nos respetemos y nos veamos como hermanos”. 
 
De esta manera, “independientemente de lo jurídico, tiene que haber un acuerdo para que se resuelva el problema de fondo y en definitiva, en lo jurídico, ya todos lo sabemos, llegar hasta la última instancia es un viacrucis, porque siempre hay un nuevo recurso, ya es el terreno de los leguleyos, que no necesariamente son abogados, ya es la complicación burocrática, las chicanas y la corrupción y todo lo que se padece en los juicios. Por eso lo mejor es llegar a un acuerdo, si ya se tienen avanzados, avanzadas resoluciones en lo agrario ya en ciertas instancias buscar la conciliación, y decirles a ustedes, que son los dueños originarios de las tierras, porque esa es la verdad, decirles que, de todas formas, tenemos que hablar con los propietarios o poseedores actuales, a los particulares y ofrecerles alternativas, esto es compensarlos, se llama indemnización, podemos hacerlo, y todo ese recurso que se requiera está disposición de ustedes”. 
 
López Obrador, quien recibió hace dos meses a una caravana de comuneros de Wuaut+a que tras recorrer más de mil kilómetros a pie, arribaron a palacio nacional, les había prometido que las tierras regresarían a sus dueños originales antes del final de este año. Ahora cambió la versión: “Y yo espero que antes de que termine nuestro gobierno podamos cumplir restituyéndoles sus tierras […] no vamos a usar la fuerza, todo por la razón, nada por la fuerza, decía el presidente Juárez”. Pidió a los dos gobernadores “que nos ayuden en este plan, a Enrique Alfaro, al doctor Miguel Navarro, para que se hable con los propietarios. Y que, desde luego, nos ayude, como lo ha venido haciendo, Adelfo Regino, de nuevo Víctor Martínez, para avalúos, bienes nacionales, y Josefina Elizabeth Bravo, que tiene como encomienda la conciliación de los pueblos originarios […] que se pongan de acuerdo y que se vea cuánta es la tierra en conflicto, que se hagan avalúos y que podamos nosotros hacer un planteamiento a los propietarios”. 

Sin embargo, matizó: “Algunos a lo mejor no van a aceptar, pero otros sí, como ya lo han venido haciendo, porque no les va a ir mal, no es una arbitrariedad, no es despojo, es reconocerles que tienen un derecho de posesión y que por eso van a tener una recompensa, pero que la verdad no hace falta ir a ningún tribunal, es nada más conocer la historia”. Aquí salta una pregunta absolutamente pertinente: ¿las autoridades comunales, que han sido muy pacientes en los temas legales, estarán dispuestas a que no se les entregue todo? Sin dudar: la respuesta es “no”. 
 
LO ESPERAN EN NOVIEMBRE… PERO IRÁ EN FEBRERO DE 2023 
No se pueden evitar vientos de conflicto entre los comuneros de San Sebastián, que recibieron del presidente, a finales de mayo pasado, la promesa -por escrito – de que se les regresarían todas las tierras -no hasta 2024, y no con dudas sobre esa posibilidad - … en diciembre de 2022. “Recibió a la comitiva, y firmó ese acuerdo. La palabra del presidente no solo lo compromete de forma honorable, como persona, sino que es jurídicamente vinculatoria”, me comentó ayer un líder wixaritari de Tuxpan. La clave para esto es que se terminen de desahogar los juicios, que deriven en sentencias y ejecuciones, o que se alcancen por la vía de conciliación, mediante pagos, la entrega de todos los predios, con la cual, los posesionarios renunciarían completamente a cualquier reclamo posterior. “No nos interesa ninguna indemnización para nosotros, exigimos la tierra completa”, fue enfático el dirigente cuando le plantee la idea que nuevamente mueve el gobierno nayarita, de indemnizar a los comuneros a cambio de parte de sus predios. 
 
El subprocurador agrario dio detalles de los avances específicos en la negociación del problema territorial de Wuaut+a: “la comisión presidencial integrada por la Secretaría de Gobernación, a través de la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México y la Procuraduría Agraria el pasado 30 de mayo para la restitución de 10 mil 357 hectáreas demandadas por la comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán y su anexo Tuxpan de Bolaños se ha avanzado: En los convenios de conciliación con dos familias de ganaderos para la restitución de tierras se tiene unos acuerdos preliminares con cada uno de ellos y se espera que la última semana de este mes se arribe a los convenios correspondientes en base a avalúos...”. 
 
Otro grupo de ganaderos “se acercó al procurador agrario solicitando tener un nuevo diálogo de ellos con el comisariado de bienes comunales para buscar la ruta de conciliación conjunta”, se realizará en Tepic el 30 de septiembre. El 30 de agosto pasado se programaron 20 audiencias de ejecución de juicios concluidos de restitución en favor de la comunidad. “El 2 se septiembre la Comisión para el Diálogo de los Pueblos Indígenas de México y la Procuraduría Agraria fueron invitadas a participar en la asamblea de comuneros de San Sebastián, en donde solicitaron fundamentalmente el apoyo para impulsar tres juicios agrarios en el Tribunal Unitario Agrario número 16, con sede en Guadalajara, lo que ya se realizó, ya se habló”. 
 
El subprocurador prometió estar al pendiente y dar celeridad “a los acuerdos con los posesionarios con los que se están llevando a cabo negociaciones lo que se tiene programado realizar en este mes”. Por último, “a raíz de una reunión que se llevó a cabo en la Secretaría de Gobernación, y donde estuvo el señor gobernador de Nayarit, se acordó que el 28 de septiembre próximo habrá una reunión entre el señor gobernador de Nayarit, la Comisión Presidencial y los órganos de representación de la comunidad indígena”. 
 
Pese a esto, es digno de atención que Wuaut+a, el pueblo indio más poblado y extenso del mundo wixárika (casi dos tercios de la superficie total reconocida a esta cultura), no haya mandado representación en la gira por la justicia de los antiguos aborígenes del Gran Nayar que encabezó López Obrador el pasado fin de semana, que incluyó presencia en asentamientos coras y tepehuanos. “Para nosotros la justicia consiste en entregar la totalidad de nuestras tierras, no tenemos nada más que decir mientras eso no se cumpla”, me dijo el líder comunal huichol. 
 
El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, pidió al presidente no menospreciar el reclamo de San Sebastián ni ralentizar su solución, aunque insistió en negar el evidente problema de límites interestatales en que se traslapa: “quisiera yo insistir, simplemente, en que pudiera usted, como siempre lo ha hecho, poner mucha atención en el tema de San Sebastián, porque lo que hicieron los compañeros de esta comunidad de marchar hasta la Ciudad de México, que usted amablemente los recibió, creo que es una muestra de la lucha que ellos están dando de la manera como quieren defender sus tierras, se lo decía a mi amigo el doctor Navarro, no es un conflicto entre estados vecinos y hermanos, es un asunto de justicia, de que puedan restituirles su tierra”. 

¿Navarro le reclamó al Alfaro la invasión de Jalisco a sus territorios, aunque se traten de tierras arrebatadas a Jalisco y a los wixaritari en las décadas previas? Nada ha trascendido, aunque el mandatario morenista ya ha mostrado sus escasas luces y su regionalismo barato en estos temas. A ver si no se convierte en un obstáculo para alcanzar un proceso pacífico y justo. Concedamos el beneficio de la duda. Pero ya está en curso la octava década desde el decreto presidencial del presidente Ruiz Cortines. Y de promesas cumplidas a medias y a fuego muy lento, los wixaritari de Wuaut+a y de Tatei-kie están llenos.

jueves, 24 de marzo de 2022

Alfaro, los signos de un agotamiento




                                               “Todos los héroes acaban por hacerse muy fastidiosos” 
                                                Ralph Waldo Emerson, Hombres representativos 


Agustín del Castillo, El Respetable

Enrique Alfaro Ramírez, el político habilidoso que supo montarse en el desprestigio de sus rivales y crear un discurso polarizador muy eficaz para convencer a los electores de que era diferente, para bien; que era el hombre necesario, el héroe que iba a sacar a la sociedad jalisciense del marasmo mediocre de muchas décadas, y cuya obstinación en denunciar corrupción de la partidocracia le generó una amplísima adhesión entre amplios sectores contestatarios de la sociedad civil (que se tradujo en su muy mexicana incorporación a la nómina a lo largo de los sucesivos gobiernos que ha encabezado), hoy se encuentra agotado. Su figura ya no concita admiración, respeto ni reconocimiento, sino hostilidad, desprecio, y en algunos casos, muy justificadamente, miedo. 

 ¿Cómo se hundió quien en algún momento fue visto como un formidable zoon politikon (en griego: “animal político”) que pintaba para trascender las fronteras del estado, arribar a las “grandes ligas”, y a una candidatura presidencial, y finalmente regresar a Jalisco el protagonismo en la arena política nacional, perdido, quizás, desde la extraña muerte del general Ramón Corona, el vencedor de Manuel Lozada, El Tigre de Álica en La Mojonera, ex embajador en España y muy popular gobernador que provocaba recelos en don Porfirio Díaz, bajo la oportuna mano asesina de Primitivo Ron, en 1889? 

La política es un oficio complejo porque aborda la “cosa pública”, y eso significa que se enfrentan y negocian los más diversos intereses de todas las clases y grupos de la sociedad. Alfaro Ramírez, nacido a la política en el PRI y después su principal denostador, no era un improvisado. En casa creció entre las conversaciones sobre los desafíos de la administración pública de una entidad tan enorme y compleja como es la Universidad de Guadalajara (UdeG), regida entre 1983 y 1989 por su padre, Enrique Alfaro Anguiano, es decir, uno de los pocos cargos políticos que compiten en relevancia con los del gobernador en turno. 

Luego de estudiar ingeniería en el Iteso (no siguió en la UdeG probablemente por el agravio que significó a su familia el arribo como rector de Raúl Padilla López, sucesor de Alfaro Anguiano, cuyos intereses defenestró, para asumirse como verdadero refundador de la casa de estudios, que se mantiene como su feudo político desde hace más de tres décadas), accedió hacia la política de la mano de su tío César Gabriel (de trato afable y conciliador, a diferencia del impulsivo carácter del hoy gobernador), y sobre todo, de quien ha reconocido como su verdadero padrino político: el empresario y ex senador Raymundo Gómez Flores, que se enriqueció notablemente con desarrollos habitacionales populares en las cercanías de la Central Camionera Nueva, creada por el gobierno de Enrique Álvarez del Castillo a mediados de los años 80 del siglo XX, y quien después, emergió entre los empresarios ricos de México, de la mano de las privatizaciones del gobierno de Carlos Salinas de Gortari (Grupo Dina). 

No se trata de un rumor. El día de su toma de protesta como presidente municipal de Guadalajara, el 30 de septiembre de 2015, me tocó ser testigo de su apoteosis: Alfaro iba a sacar de su “crisis” a Guadalajara y a limpiar la ciudad de los corruptos. Y entre los pocos nombres que se llevaron su reconocimiento, precisamente mencionó el del ya entonces político retirado a su familia, con los negocios inmobiliarios ya como su actividad sustantiva (por cierto, vecinos de business de la familia propia: en la zona de El Nixticuil, Zapopan, los desarrollos de los Gómez Flores y de los Errejón Alfaro, primos del mandatario, han impuesto las políticas de urbanización por más de una década). 

LA CONSTRUCCIÓN DEL PERSONAJE 
Era la fase más alta de la construcción del personaje público. Con la fuerza de sus asesores políticos (yo tengo la teoría de que los politólogos, una carrera relativamente nueva en las universidades del país, como asesores, han sido muy eficientes en la fabricación de políticos cínicos y calculadores, pero es una discusión que dejaremos pendiente) y de “sus” empresas de comunicación (ojo, empresas que han vivido de recursos públicos desde los años del gobierno en Tlajomulco, 2010-2012), Euzen, Covacha e Indatcom, se había convencido a muchos activistas sociales que la respuesta al desencanto partidista era justamente ese hombre enérgico y directo. Qué decir de buena parte de la sociedad tapatía, que votó masivamente por él. Recuerdo que la noche de su toma de protesta como alcalde, en la Plaza Liberación, un parroquiano llevaba un letrero que decía: “Alfaro, contigo se les aparece el chamuco a los corruptos. Expúlsalos”. 

Esa enorme habilidad para vender a un personaje más allá de la medianía democrática (eso es justamente el liderazgo populista: la venta de superhéroes para salvar la república… suprimiéndola) ha pasado factura con el paso de los años. La ira bíblica, los raptos sentimentales, el afán de “comunicación directa” con el pueblo (la admiración de Enrique Alfaro por Andrés Manuel López Obrador no es solo retórica convenenciera), transmiten ahora la imagen de un político inflexible, vulgar en su enfrentamiento con personalidades de la sociedad inferiores a su representación, obsequioso con quienes le superan (al presidente solo lo pelea… cuando está lejos), y enfermo de protagonismo. Un aspirante a influencer que necesita subir tuits y videos para llenar las redes engañado por sus asesores sobre la real forma en que los ciudadanos, hoy desencantados, lo ven. 

Es irremediable que esto lo llevara a relaciones tiránicas con los periodistas, en las cuales prima la hipocresía propia y la de sus asesores, que no vacilan en presionar por la cabeza de comunicadores incómodos, con el poder que dan los recursos públicos que manejan para “convencer” (ninguna evolución en relación a sus antecesores, que al menos eran más discretos), pero que se abre a los periodistas externos a Jalisco (frecuentemente, a punta de chequera). En la construcción de esta simulación, incluso se atrevió incluir en su programa de arte público, un homenaje a "periodistas caídos" (una pluma gigante de dudoso gusto estético) mientras denostaba a periodistas reales y los acusaba de formar parte de una conspiración “de los de siempre”. Los aromas de Tlajomulco…llevan a Macuspana, Tabasco. 

(Acotación: como suele suceder con las críticas a los gremios, siempre hay una parte de razón en las acusaciones: muchos periodistas que han hecho fortuna a la sombra del poder, forman parte de una tradición de taras que viene de la época de predominio del viejo PRI. Sin duda muchos intentaron sacar ventajas de una relación cercana al alfarismo. Lo grave es que esto termina como pretexto para perseguir -por ahora, solo discursivamente – a los periodistas reales, los que reportean en la calle, a los que viven el oficio y sacrifican su tiempo y a veces su vida a dar noticias del modo más profesional posible). 

EL CAMPEÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL 
La hipocresía es inherente a las democracias representativas. Y contra la hipócrita o desinformada crítica de los “sinceros”, de los que sostienen la “congruencia” como máxima virtud (congruencia es a fin de cuentas una relación entre pensamiento y acción: si yo creo que el asesinato es moralmente bueno, y asesino, soy congruente. Si yo creo que la caridad es buena y la práctico, también), creo que no es malo que exista y se le reconozca. La hipocresía a veces permite a la gente no matarse (por ejemplo, las relaciones entre países: el matón Putin, siempre congruente, despedaza Ucrania; el quizás hipócrita Biden denuncia los crímenes de guerra, por conveniencia geopolítica, ¿entonces tú amas a Putin, tan congruente como Hitler?). Dicho esto, podemos aceptar que los movimientos políticos redentoristas, como el de Enrique Alfaro, se ofrecen a la sociedad como una alternativa a los hipócritas “de siempre”. Y son tan eficaces en transmitirlo, que convierten el tema en su talón de aquiles (remember La casa gris de Houston). Y ese es el eje del creciente desprestigio de la figura del gobernador. Es Humano, demasiado humano (Friedrich Nietszche). 

Ya he abordado en otro momento el tema de la captura de la sociedad civil: a los que hizo sus amigos, les dio la justicia de la nómina y la gracia de la fama y los contratos por dar el barniz necesario de civismo a un gobierno que, como todos los del pasado, está conformado con políticos profesionales (http://elrespetable.com/2019/09/05/alfaro-el-asalto-a-la-sociedad-civil/). Es muy grave que en su búsqueda vulgar (AMLO dixit) de poder (esa sí, por disfrazada, muy hipócrita), esta clase de políticos despedacen la institucionalidad política, cuando un verdadero demócrata plantearía la corrección y consolidación de esas instituciones, su efectiva ciudadanización. Pero la propuesta de Alfaro es completamente obradorista (aunque haya emergido de un partido, Movimiento Ciudadano, que como Morena, recibe prerrogativas de ley y financiamiento público): convertirse en el hombre necesario para que la sociedad entera avance. Eso lleva a someterla, por las buenas y por las malas. Enrique Alfaro no fue diferente al presidente de la república, que tiene a sus feministas, sus ecologistas y activistas sociales propios, y ataca a los que no controla. 

La amenazante personalidad que despliega la “sinceridad” alfarista y el uso de recursos públicos contra disidentes (campañas de desprestigio en prensa y redes, verbi gracia) busca someterlos, por la mala. Y por eso hay prensa buena y prensa mala, activistas buenos y activistas malos. Eso tiene además la función de alimentar la fábula del héroe victorioso (para tener éxito es indispensable la debilidad real de esos malvados, que habrán de ser narrativamente, es decir, como ficción, los todopoderosos). 

(Otra acotación: que buena parte de los críticos de Alfaro estén ligados o sean simpatizantes del populismo lopezobradorista, no los descalifica a priori. Este es el pantano de la política y las motivaciones van desde el odio puro y sincero al agresivo y arrogante gobernador hasta la real búsqueda de resultados porque el gobernador “sincero” les dio la espalda: es el caso de movimientos sociales que utilizó en su ascenso al poder. El caso de los activistas de Temacapulín me parece emblemático en el segundo caso. También creo que muchos lopezobradoristas son sinceros en su creencia de que el rezago de Jalisco es efecto del desgobierno de Alfaro y no de los errores kilométricos que todos los días comete su héroe morenista. Es la coartada perfecta para la incapacidad del gobierno federal). 
 
El “frontal” y “sincero” mandatario, durante sus años en Tlajomulco y, sobre todo, Guadalajara, utilizó de forma descarada a sus soldados de la sociedad civil para criticar a quien, a partir de 2013, despacharía en Casa Jalisco, el priista Jorge Aristóteles Sandoval Díaz. Esa clase de críticas con tufillo de desinformación y dolo que ahora, que alcanzó el poder, tanto odia. ¿Buscaba Enrique Alfaro que le fuera mal a Jalisco, como le gusta hoy decir para desacreditar a sus críticos? No, buscaba descarnada y descaradamente el poder (lo que ahora juzga inmoral en sus adversarios, pues tal vez cree que su llegada al cargo, con una interpretación de vulgata marxista-revolucionaria, es el parteaguas que si no llevará a la utópica abolición del estado, al menos si enterrará la política de élites para siempre -¿será posible que eso pase por la mente de los políticos-redentores? Me parece que al menos sí es uno de sus sueños húmedos -). 

La postración de los ciudadanos capturados por la nómina no tendría mejor imagen simbólica que la del pasado 8 de marzo de 2022, Día Internacional de la Mujer, cuando la secretaria de Planeación y Participación Ciudadana, Margarita Sierra, y las principales mujeres de su gabinete (en cuanto a nombres y números, es herético dudar en la vocación feminista del mandatario; lo mismo que pasa con López Obrador con su más de 50 por ciento de mujeres en su primer cuadro de gobierno) le entregaron un reconocimiento por su compromiso con la lucha feminista (ese mismo día, oh odiosas comparaciones, el Pontifex maximus de la república caciquil mexicana, posa en una amplia fotografía con decenas de funcionarias de su gabinete, mientras en la calle, miles de mujeres protestaban contra los feminicidios y la ausencia de derechos). 

Margarita Sierra, prestigiosa activista que encabezó muchos años los destinos de la Feria Internacional del Libro (FIL), ha sido una herramienta muy útil para la agenda ciudadana alfarista. En marzo de 2018, la desaparición en Tonalá de los jóvenes videoastas Javier Salomón Aceves, Marco García y Daniel Díaz, llevó a una potente campaña de medios encabezada por la hoy secretaria, y entonces directora de la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV), de donde eran los desaparecidos. “Es una desaparición forzada, porque quienes los levantaron dijeron que eran de la Fiscalía, además tenemos dos semanas de desaparición y ni una palabra, o sea el gobierno ni la Fiscalía no dicen nada”, dijo entonces (https://origenoticias.com/caso-de-estudiantes-del-caav-es-una-desaparicion-forzada-margarita-sierra/). 
 
Evidentemente estaba en todo su derecho y era congruente con lo hecho a lo largo de su vida (https://mobile.twitter.com/lamagasierra/status/977758642148552704?lang=bg ). Las manifestaciones contra el gobierno de Sandoval Díaz subieron de la tono, al grado que se pidió la renuncia del mandatario, quien sugirió que la activista buscaba renta política a favor del alfarismo, lo que arreció la campaña en su contra. Aristóteles reculó a responsabilizarla y enfrentó el problema. “Emplearemos toda la capacidad de fuerza e inteligencia del Estado al tiempo que seremos y tendremos permanente comunicación con los familiares; los estudiantes de Jalisco no deben de tener ninguna duda de que estamos compartiendo la indignación… también compartimos esta rabia e indignación que sienten, y desde luego, a nosotros nos toca hacer justicia”, declaró el entonces gobernador. 
 
Y en su cuenta de Twitter, @AristotelesSD, publicó: “Es absolutamente justificada la indignación que el caso de los tres estudiantes despierta en la sociedad. Como padre estoy dolido y conmocionado; como autoridad cumpliré el compromiso que hice con los familiares de las víctimas de seguir investigando”. 

LA CAÍDA DE BELEROFONTE 
Con la llegada al poder, ese compromiso directo con las causas de la sociedad ha desaparecido, o se ejerce en lo oscurito, como en las cortes monárquicas. El gobernador en funciones no tolera disidencias, no cambia de opinión (corrección, por alguna razón lo hizo recientemente con las madres buscadoras de Sonora, a las que primero calificó de traer “agenda oculta” y luego elogió; pero con Alfaro, las golondrinas no hacen verano) y niega de plano los problemas, en una entidad donde, por citar uno de sus problemas más graves, el crimen tiene tomadas regiones enteras. 

Mientras la propaganda alfarista destaca el descenso estadístico de algunos delitos (“Existen tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras, y las estadísticas”, dijo alguna vez Mark Twain, citando al premier británico Benjamín Disraeli), cuando no hay escapatoria, se va por el recursos de culpar al gobierno federal y su “abrazos no balazos” (y como suele pasar con la mentira política, a veces los rompecabezas de cada mentira arman una verdad: por ejemplo, en este caso, nos demuestra que los omisos son todos). 

Resulta que, como le sucede a López Obrador a nivel nacional, Jalisco tiene más muertos y desaparecidos que nunca en poco más de tres años de administración. No hay realmente un cambio que le indique al ciudadano que las cosas, al menos, se detuvieron. Enrique Alfaro no puede dar, hoy, garantía a sus gobernados de que no serán asaltados, violentados o asesinados. Y tiene lógica, porque los problemas son complejos y requieren instituciones fuertes. Pero el discurso de salvador lo contradice. Las instituciones de seguridad son, en México y Jalisco, más débiles que nunca, y el crimen, más fuerte y ubicuo. 

Esta desoladora verdad deja poco margen a la construcción del hombre providencial. Entonces, en la emulación firme del caudillo de la nación, salen ideas huecas y pretenciosas como las refundaciones y las consultas fiscales, cuya única virtud es recordar al gobernante sus responsabilidades constitucionales… y dar un pequeño aliento a su popularidad, aunque se desvíen recursos valiosos para acciones sustantivas: la consulta ciudadana de 2021 se llevó 29 millones de pesos. Por hablar de un tema popular esta mañana, los incendios del bosque La Primavera: el área natural protegida recibió en 2022, 700 mil pesos menos que en 2021. La prioridad de la propaganda se come todo. 
 
De hecho, la idea de esta columna me la dio ese afán de influencer que el gobernador, ayer (23 de marzo de 2022), exhibió una vez más: su amor por el protagonismo saturó su cuenta de Twitter de mensajes sobre el combate del incendio forestal en el bosque. Su afán de heroísmo lo llevó a mencionar la detención del presunto responsable, ¿un demócrata busca el lucimiento personal o permite a sus funcionarios y servidores públicos trabajar tranquilos? Como está tan deteriorada la figura de Alfaro Ramírez, las crítica no se hace esperar. Pero además, se genera una seria duda sobre si lo que informa es realidad o propaganda. “¿Nadie de los suyos le sugiere que su sobreexposición mediática ya no es recomendable, ante el desgaste de su estilo beligerante y la creciente hostilidad que provoca? No ayuda a sus secretarios queriendo aparecer como experto en todo, siempre sobrado y desafiante. Ya no genera credibilidad. Cosecha lo que sembró su arrogancia”, escribí en mi cuenta de Twitter como a las ocho de la noche. Una hora después, rematé: “Es tal el descrédito de la figura del gobernador, que incluso si dice la verdad la termina convirtiendo en algo sospechoso. Y eso es muy malo para cualquier institución, no se diga un gobierno, que debe vivir del crédito que le dan los ciudadanos”. 

La famosa leyenda griega de Belerofonte (posiblemente, es al que mejor aplica el término antihéroe que a otros brutales hombres poderosos de esa tradición: tras matar a la monstruosa quimera, ebrio de poder, decide ascender al Olimpo en su caballo Pegaso; Zeus manda un tábano que pica al caballo alado y derriba al ensoberbecido desde las alturas celestiales) es una buena metáfora para los políticos redentores de nuestro tiempo de mitos laicos. Y una advertencia.
 
¿Por qué Enrique Alfaro no puede ya seguir el camino del héroe que tan bien le sigue saliendo al presidente López Obrador? Porque es solamente un gobernador, y no tiene todos los recursos para imponer su relato. El hombre más poderoso en el México presidencialista es, lógicamente, el presidente en turno. Nos queda AMLO para rato, polarización exitosa y propaganda potente, pero me temo que estamos asistiendo al declive de Enrique Alfaro Ramírez como personaje. Las encuestas de popularidad nacional son duras con él: su falta de compromiso con el movimiento opositor, su amor-odio con el presidente, su violento estilo de enfrentar a sus adversarios, ya han marcado el camino. Si Alfaro quiere salvar su gobierno y los buenos proyectos que sin duda tiene, deberá renunciar a ser la estrella del concierto. Es curioso: parece que este hombre intolerante que usa la democracia para sus fines, no tiene más camino que hacerse moderado y demócrata… o sumarse a las filas de Morena, en busca de una renta inmediata. Pero es muy dudoso que el presidente de la república quiera apostar por su declinante capital político.


lunes, 17 de enero de 2022

Gian Franco Brignone y la conquista de la Costa Sur de Jalisco


Ha muerto el empresario italiano que compró las tierras de Careyes en 1968, de la mano de Luis de Rivera, y que implantó un modelo de negocios que ha sido exitoso en el litoral de La Huerta.  La experiencia de los campesinos de la región con las empresas turísticas está llena de claroscuros.  Permanece el enfrentamiento de dos formas de entender el progreso de la costa: como conservación o como construcción de infraestructura y desarrollos. TEXTO AMPLIO DE LA VERSIÓN APARECIDA EN EL PORTAL VERDEBANDERA (https://verdebandera.mx/gian-franco-brigione-y-la-conquista-de-la-costa-sur-de-jalisco/) CON FOTOGRAFÍAS AÉREAS DEL PERIODISTA DE CIHUATLÁN PEDRO SILVA VIDIRIO


Agustín del Castillo, Guadalajara


Beatrix Kiddo se coló en una de las villas de Careyes, ya avanzado el atardecer. El sol se ponía en el océano Pacífico, y proyectaba esos rayos rojizos, malignos y deslumbradores de que hablaba Nietzsche (El canto de la melancolía) sobre los macizos acantilados, que mantenían su eterna batalla contra el mar picado. Era un día de febrero de 2003. 

La mujer buscaba una venganza, “plato que se come frío”, cinco años después. Llegó en un descapotado que había circulado por las brechas y carreteras del sur de Jalisco: ese paisaje magnífico de palmeras que inundan la vista tras dejar Cihuatlán hacia el norte, y que hoy está a punto de desaparecer (los paisajes, incluso inducidos, como lo es una vasta plantación coquera, son capricho de la economía y la casualidad en un país donde el respeto al patrimonio suele ser letra muerta). El monólogo fúnebre de la espigada rubia de ojos azules se había pronunciado puntualmente mientras su cabellera era removida por el viento y el polvo ante la majestuosa inclinación, en una especie de homenaje, que le hacían ese mar de palmeras: 

“Parecía muerta, ¿no? Pero no lo estaba. Pero no fue por falta de intentos, te lo aseguro. De hecho, la última bala de Bill me puso en coma. Un coma en el que estuve durante cuatro años. Cuando me desperté, comencé lo que los anuncios de películas llaman un 'alboroto rugiente de venganza'. Rugí. Y me desboqué. Y obtuve una maldita satisfacción. He matado a un montón de gente para llegar a este punto, pero solo tengo una más. El último. El que estoy conduciendo en este momento. El único que queda. Y cuando llegue a mi destino, mataré a Bill”, se dijo a sí misma. 

El homicidio, en virtud de cierta sobriedad de la técnica marcial empleada por la asesina, se consumó casi en silencio. Bill lo merecía, a todos nos ha quedado claro a tantos años del suceso. No obstante, tanto Uma Thurman (la novia, Beatrix Kiddo) como David Carradine (Bill, el jefe de los sofisticados matones), salieron después a pie y sin muchos raspones. 

Lo que sí fue en la realidad la culminación de la grabación de la exitosa Kill Bill 2, del cineasta Quentin Tarantino: una especie de coronación ante las élites de Hollywood para un desarrollo inmobiliario-turístico, Careyes, concebido desde sus cimientos por un audaz italiano, Gian Franco Brignone, quien emergió en estos litorales en los años sesenta del siglo XX, sobre una tierra casi virgen de la que puede reclamar, con los necesarios matices, el nombre de pionero. 

Y desde entonces, más allá de sus extravagancias personales (o tal vez por ellas; contra lo que se pudiera pensar, decir élites no es decir ilustración per se; suelen ser abrumadoramente presas de supersticiones), construyó un mundo aparte del subdesarrollo que domina en este rincón mexicano. No obstante, no fue un paseo triunfal: en el camino se enfrentó a intereses tan poderosos como el suyo. La alta diversidad biológica de estas selvas caducifolias y sus ricos humedales, donde sobreviven el jaguar, el puma, el ocelote, el cocodrilo, una miríada de especies de aves y al menos tres especies de tortuga marina que desovan en sus quietos médanos (entre ellas la carey, Eretmochelys imbricata, que dio nombre al destino), ha motivado esfuerzos de protección que culminaron con la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala, con el santuario marino Islas de Chamela, y hace quince años, con la inscripción del sitio a la lista de reservas de la biosfera del programa MAB (El hombre y la biosfera)-Unesco. 

Ese trabajo, sancionado por el gobierno mexicano y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), contó con el patrocinio del megamillonario francobritánico Sir James Goldsmith, fallecido en 1997, cuyo lobby condicionó fuertemente los sueños inmobiliarios de Brignone y sus socios, incluso hasta la actualidad. 



El sir es icono del respeto a la selva, aunque sus críticos lo ven como disfraz eficaz en el afán de preservar su paraíso privado, el rancho Cuitzmala, a costa de frenar otros negocios inmobiliarios. Su aliado principal fue y es la UNAM, pues era amigo personal del ex rector José Sarukhán, quien hizo sus prácticas en el laboratorio natural que la casa de estudios posee en la zona, y del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, que allanó el camino para el decreto de reserva de la biosfera, en 1993. 

Hoy, 52 años después de abierto, la historia de Careyes, el megadesarrollo creado para usufructo del jet set político, económico y, en general, de los famosos de este mundo, ha dado un nuevo vuelco. El pasado 10 de enero de 2021, a los casi 96 años de edad, Gian Franco Brignone, el ex banquero de Turín, desarrollador hotelero e inmobiliario, traficante de influencias (esto es México), promotor de sabiduría New Age y de la armonía cósmica, ha muerto. 

 

LA CONQUISTA 

“A estas tierras el único que entraba era Rodolfo Paz”, me advirtió hace casi dos décadas José de la Concepción, don Concho, Rodríguez Palomera, hoy muerto, y por entonces con 87 años, desde un jacalón de la comunidad de San Mateo, muy cerca del palacio de los sueños de Careyes. Don Concho arribó apenas a los siete años, aproximadamente en 1925, a acompañar a su padre a trabajar en la hacienda de Chamela, en medio de selvas densas, donde los venados se reproducían prodigiosamente y los jaguares (“tigres”) eran numerosos y apacibles con los humanos. 

Fue uno de los últimos testigos de la violenta, frecuentemente tramposa, colonización de estos vastos territorios que habían permanecido parcialmente intocados desde el derrumbe del mundo indígena por la conquista española, a finales del siglo XVI. 

“La gente de acá estaba bien jodida, y ese señor mandaba; yo trabajé con él, nos la pasamos tumbando monte por todos lados, pues era dueño de casi todo, porque recibió una herencia de su señora, que se llamaba María de los Ángeles [de donde se tomó el nombre de Ángeles Locos, el predio que hoy ocupa el hotel Fiesta Americana]. 

La propiedad de El Tecuán también era de él, pero se la quitó el general Marcelino García Barragán porque descubrió que Rodolfo mató mucha gente...”. Su explicación: el acceso a la zona solo era posible por el mar, y el patrón acarreaba peones para trabajar en sus amplios dominios. “Metía gente por Tenacatita en lanchas de palo con alambres, viniendo desde Manzanillo; habíamos también los que veníamos de La Huerta, pero a nosotros nunca nos dañó [...] pagaba con fichas, y luego, cuando los peones querían regresarse a sus lugares de origen, se las cambiaba por dinero. Pero no los ayudaba a salir, la gente se iba como podía, y siempre ponía unos pistoleros a esperarlos en una cueva por la que debían cruzar; entonces los mataban, les quitaban el dinero y enterraban sus cuerpos en el fondo de un pozo”. 

García Barragán, el cacique justiciero, general de la revolución mexicana y luego gobernador de Jalisco (1943-1947) y secretario de la Defensa Nacional (1964-1979), lo sorprendió en el juego siniestro. Lo amenazó, le advirtió lo que pasaría si persistían esas barbaries, y como condición para el perdón le exigió que le escriturara el predio de El Tecuán. Así era la justicia entre señores. 

Luego llegaron los colonizadores de un modelo desarrollista de corte nacionalista, que retrató poéticamente el ex gobernador Agustín Yáñez en su célebre La tierra pródiga. Uno de los más famosos, Longinos Vázquez, de quien se calca el personaje de Tiburcio Lemus de la novela, donde se le describe como una especie de Atila tropical: “donde pisaba no volvía a crecer una brizna de yerba”. Don Concho, quien asegura tener parentesco con el maderero, nativo de La Resolana (Casimiro Castillo), da una estampa vívida del cacique: “fue mi patrón; era bien cabrón, talaba todos los montes y era dueño del agua; cuando quería darle agua al pueblo de La Huerta, abría la llave, y cuando no, la cerraba. Era la ley aquí, pues era dueño de haciendas y de miles de hectáreas de terreno”. Con el corte de madera, “hasta a su papá se chingó, porque estaba bien estudiado y sabía lo que valía de la madera; pelaba los cerros y toda la madera la embarcaba en Manzanillo y la mandaba a Estados Unidos”, indica. 

En los años cincuenta, hubo una intensa explotación de maderas tropicales. El negocio atrajo a trabajadores rusos y estadunidenses con maquinaria moderna que ayudó a la labor de la destrucción. Los ejemplares finos: caoba, cedro, tampisirán, barcino y primavera, fueron arrancados. A sus lados se dejó árboles degradados y tierra erosionada. A Longinos, uno de los afectados por el decreto de la reserva de la biosfera Sierra de Manantlán, se le acabó la fortuna a comienzos de los años 90 del siglo XX, y murió apenas en 2015 en Guadalajara. 

A diferencia de don Concho, un auténtico pionero, los ejidos fueron dotados tarde sobre las superficies de las antiguas haciendas como la de Rodolfo Paz. Arnoldo Ochoa Valencia, ejidatario, llegó a la zona en 1970, proveniente de Aguaje, en Aguililla, en la Tierra caliente de Michoacán. El periplo fue con todo y gallinas, apenas en dos días. La carretera costera ya estaba en construcción. “Allá en nuestra tierra no teníamos parcela, pero a mi papá le gustaba la agricultura y rentaba unas tierras, hasta 30 hectáreas de sorgo y ajonjolí; había un ejido que se llamaba Montoso; mi padre se inscribió y apuntó a mi hermano mayor, pero nunca se pudo ganar nada; pero lo que nos hizo venir para acá fue que nosotros ya estábamos creciendo y mi papá pensaba sobre el problema de las drogas, pues empezó lo de la mariguana, y dijo: pues los voy a sacar a un lugar más sano, donde no haya todo este desmadre; pero sucede que en todos lados es lo mismo; él nos inscribió [para el ejido] y al poco tiempo nos dieron la tierra, y llegamos acá. Las drogas ya estaban aquí también...”. 

Otro personaje esencial de la historia de la costa , y Careyes, es el español Luis de Rivera, el corredor de bienes raíces que hizo posible la operación de adquisición. Hombre expansivo, carismático, afable, me tocó conocerlo en Puerto Vallarta en 1997, por mediación del entonces funcionario de la Comisión Estatal de Ecología, Miguel Magaña Virgen, durante una gira de trabajo del presidente Ernesto Zedillo. Lo acompañaba el hijo de Gian Franco, Giorgio Brignone. Ambos expresaban quejas por el poder desplegado por los herederos de Sir James Goldsmith, muerto unos meses atrás, para impedir sus proyectos de inversión sobre el codiciado litoral del municipio de La Huerta. 

Luis de Rivera, mientras es elogiado por los empresarios regionales, tiene el recelo de los viejos campesinos, pues aseguran que los embaucó para quedarse con las mejores tierras. “Habrá desarrollado la costa, pero a nosotros nos acabó”, advierte Arnoldo Ochoa, del ejido San Mateo. Este núcleo agrario llegaba al mar. Luego se le obstruyó la salida, pues salió nuevo dueño, lo que atribuye a los manejos en las instancias agrarias del astuto peninsular. Don Luis estaba presuntamente ligado por parentesco político al zar boliviano del estaño, Atenor Patiño, suegro a su vez de sir James Goldsmith. 

El historiador Carlos Tello Díaz lo entrevistó para su libro Los señores de la costa. Y en un artículo en la revista Nexos, describe el descubrimiento de las caletas donde se ubica Careyes, en 1968: “Era el día más bonito del mundo… Precioso. Divino. Todo estaba verde, el mar azul, las playas blancas. ¡Todo ideal!’. Así lo habría de recordar muchos años más tarde, con una luz en la mirada, el ingeniero Luis de Rivera, quien ese día acompañó a Gian Franco Brignone en el descubrimiento de la costa de Careyes. Volaban desde temprano por la mañana en una avioneta de una sola hélice, blanca, con una línea color vino en la cola. ‘Una Cessna 172, microscópica, con un piloto americano que tenía un aliento terrible’, recuerda Luis. ‘Cabíamos justo los cuatro…’. Gian Franco Brignone, Consuelo von Oppenheim, Luis de Rivera y el piloto de Manzanillo, Robert Hallsey quien tenía sesenta y seis años y estaba destinado a sobrepasar los cien, originario de Washington DC. Gian Franco viajaba entonces por México con el proyecto de comprar terrenos en la costa del Pacífico. Decía que estaba harto de Europa. Luis insistía en unas playas que acababa de conocer hacía más o menos un año, hacia el norte de Manzanillo, en dirección a Chamela. Era una región que había permanecido despoblada a lo largo de los años, prácticamente incomunicada con el resto del país. Pero Gian Franco no parecía muy convencido: decía que quería comprar en Manzanillo. ‘Así pasó el tiempo, hasta que el último día me dijo: Oye, voy en avioneta a Puerto Vallarta. Tengo que volar a Europa. ¿Por qué no te vienes conmigo y me enseñas tus famosas playitas?’. Era el 2 de julio de 1968, Día de la Visitación de la Virgen” (en https://www.nexos.com.mx/?p=22004). 

Sigue Tello Díaz: “La avioneta comenzó a sobrevolar la costa luego de dejar atrás la pista de tierra de Manzanillo, localizada en el pueblo de Santiago. Aún no existía el aeropuerto de Playa de Oro. Pasaron por Cihuatlán y por Barra de Navidad, sin sospechar que en ese sitio habían zarpado las carabelas que descubrieron, en 1564, la ruta de retorno de las Islas Filipinas. Más adelante vieron la península de El Tamarindo, cubierta por la vegetación, seguida por las casitas de palma de los pescadores de La Manzanilla. Todo ahí estaba poblado por un bosque de palmas de corozo. Tras las montañas, junto a la costa, observaron después los manglares de Tenacatita. Al cabo de treinta minutos llegaron a las playas que conocía Luis, al norte del río Cuixmala. No era posible aterrizar, por lo que dieron nomás un par de vueltas por el sitio, para luego seguir hasta Puerto Vallarta”. 

“Gian Franco, recuerda Luis de Rivera, tenía la mirada nerviosa y magnetizada al aterrizar por fin en Puerto Vallarta. Luego de llevar a su esposa Consuelo al hotel, volvió a subir a la Cessna junto con Luis para sobrevolar Careyes. El lugar había sido bautizado con ese nombre porque una de sus playas, la más perfecta, la que estaba junto a la laguna, pequeña y rocosa, estaba llena de tortugas con caparazón de carey. Así era llamado aquel paraje por lo menos desde el siglo XIX. Brignone parecía maravillado con lo que veía. ‘¿Cuánto puede costar esto?’, preguntó. ‘No lo sé’, dijo Luis, ‘más o menos un millón de dólares. Pero aquí hay que tener el dinero en la mano para cerrar el trato’. Eran 14 kilómetros de costa —unas mil 500 hectáreas de selvas, manglares, acantilados y playas. Al regresar a Puerto Vallarta, ese día, Luis asegura que Gian Franco tomó nota de su número de cuenta de banco en Manzanillo. ‘No te olvides de comprar’, le repitió”. 

Don Concho también tenía presente en 2005, con total frescura, a Luis de Rivera. En esos años sesenta, se hizo vaquero del español y tuvo el encargo de pagarle a Santos y Florentino, campesinos responsables del comisariado ejidal de San Mateo, el precio por desistir un juicio agrario para disputarle a Don Luis los codiciados terrenos junto al mar. “Yo les entregué las vacas a ellos; seis vaquillas escogidas y luego Santos quiso otra que nunca nos pagó; se la di, además de una escopeta y 65 pesos; eso fue lo que le costó a don Luis la playa que baja a Chamela”. De acuerdo al testimonio, la clásica borrachera, las prostitutas, el chantaje a los sorprendidos ejidatarios, eran parte del paquete de estímulos que les brindaba el empresario. 

Arnoldo se irrita con la referencia. “Nos compró como los españoles en la conquista: tierras que valen oro a cambio de espejos”. Con un patrón similar, el acaudalado extranjero adquirió propiedades como Careyes, Pérula, La Rumorosa, Playa Azul, El Paraíso, lo más granado del litoral jalisciense. Y para quienes oponían resistencia, contaba con un ejército de abogados y de guardias blancas. O sea, por las buenas o por las malas. 

“A mí me mandó a la chingada –agregó el viejo Concho en esa conversación nocturna en San Mateo, para seguir descargando su conciencia- porque no quise firmar un documento como testigo de que estaba en posesión de otro predio que deseaba mucho; allí metió en una noche como 40 trabajadores y sembró palmeras antes de la mañana para demostrar a los enviados del juzgado que lo tenía en producción y tenía todos los derechos”, refirió entre carcajadas. “Era bien sinvergüenza”. 

Por su parte, los investigadores Patricia Ávila y Eduardo Luna, confirman esta historia: “La adquisición de tierras llevó poco tiempo, pero no estuvo exenta de conflictos sociales y resistencias locales por parte, sobre todo, de los ejidatarios y los pescadores, que eran los dueños y usufructuarios de esa zona. Con el poder del dinero se compraron ‘voluntades’ y se logró adquirir grandes extensiones de propiedades privadas, que se ubicaban en la franja costera a precios ínfimos, y con el poder del Estado se logró obtener decretos de inafectabilidad agraria, que dieron certeza plena a los inversionistas extranjeros de que no se formarían ejidos ni habría litigios. Esto fue el inicio de la privatización de la franja costera jalisciense en los años setenta”. 

A pesar de estar prohibido constitucionalmente, “Brignone adquirió grandes extensiones de tierra en la franja costera, como Playa Blanca, Playa Rosa y Playa Careyitos, así como la Península de las Estrellas, todas ellas provenientes de proyectos de ejido y pequeñas propiedades. Al poco tiempo, logró certeza jurídica de que no sería afectada su propiedad privada: el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización emitió un certificado de inafectabilidad del predio Careyitos, firmado por el entonces presidente de la República, Luis Echeverría. Esto posibilitó la realización de inversiones inmobiliarias y turísticas: el primero en construir, a principios de los años setenta, fue el Club Med, una cadena exclusiva de hoteles en todo el mundo. Luego se construyó el Hotel Plaza Careyes” (ver http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-25032013000100003). 

No se puede evitar mencionar que muchos proyectos agresivos de turismo medio y masivo planteados para la costa de Jalisco en los años 80 y 90 del siglo XX, fracasaron por circunstancias políticas y económicas (grupo Situr, de los jalisciences Martínez Güitrón, se fue a la quiebra con sus obras en El Tamarindo a medias; los Leaño sacaron su desarrollo Isla Navidad en la bahía del mismo nombre, en Cihuatlán, pero con grandes deudas heredadas al Fobaproa) lo que favoreció tanto al modelo de urbanización de bajo impacto implantado por Careyes como a la conservación patrocinada por la Fundación Cuixmala, de los herederos de Goldsmith. Pero eso no detuvo su enfrentamiento entre ambos grupos en el nuevo siglo. 


LAS DISPUTAS CONTEMPORÁNEAS 

La fundación Cuixmala y sus aliados de la UNAM detuvieron, en 2007, el proyecto Rancho don Andrés, que se construiría sobre la línea del litoral y aumentaría la carga sobre los humedales y la selva seca, territorios de alta fragilidad. Pese al apoyo de los gobernadores Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez, poco pudieron avanzar las tentativas del grupo Brignone y sus vecinos. Fue con la llegada del presidente Enrique Peña Nieto, con el priista Aristóteles Sandoval en el gobierno de Jalisco, que retomaron sus proyectos. 

 Ari Nieto Vélez, representante de los empresarios del corredor Chamela-Careyes, me buscó en Guadalajara a comienzos del año 2011, para hablar de mi cobertura informativa en Público-Milenio, y me pidió que “dejara de atacarlos”. Cuando le expliqué que el periodismo consiste en dar a conocer los conflictos, y que por ende, era imposible acceder a sus demandas, convenimos en que participarían en los procesos informativos donde se hicieran alusiones a sus proyectos de forma crítica.

Independientemente del poder reconocido de la alianza Fundación Cuixmala-UNAM, había a nivel del estado de Jalisco, diversos políticos como el diputado Enrique Ibarra Pedroza (hoy secretario general de gobierno), cercano entonces al hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, que presionaban a favor de las demandas de campesinos que se sentían despojados con los proyectos y su esquema de adquisición de propiedades. 

En julio de ese año, le escribí a Ari Nieto: “el diputado Enrique Ibarra Pedroza y sus negociadores los acusan a ustedes de fallar a lo acordado a favor de la comunidad de Chamela y los pescadores. Hay irritación especial porque no dejan pasar a los pescadores a cubrir sus labores y porque dicen, ustedes están privatizando la playa, como buenos desarrolladores capitalistas que se pasan por encima la Constitución. También los señalan por no construir la escuela, no haber hecho la reubicación completa del asentamiento, y en general, porque no han respetado los acuerdos de las tres reuniones, además de estar amenazando a algunos activistas. Esto saldrá publicado el próximo domingo, cuando le entreguen la queja a Andrés Manuel López Obrador en su visita a Autlán” (30 de julio de 2011). Ibarra, lo mismo que el hoy gobernador Enrique Alfaro, jugaron el proceso electoral siguiente, de 2012, a favor de López Obrador. 

Esto me respondió: “Qué te puedo decir, se han escrito tantas mentiras últimamente que esta honestamente ya ni me sorprende […] nosotros llevamos una muy buena relación con los pescadores y ellos pasan libremente por nuestra propiedad además, tenemos al norte, exactamente 400 mts de los pescadores, otro camino abierto para el publico en general y además estamos por abrir un playa totalmente pública a menos de un kilómetro con palapa, baños y estacionamiento. Como ves lo que se pretende publicar dista diametralmente de la realidad. Nuestra relación con el diputado Ibarra ha sido impecable desde nuestra negociación, nos ha manifestado que ha usado repetidamente el ejemplo de las negociaciones de Chamela como un modelo de éxito. Lorenzo Landeros estuvo en contacto con el esta semana y nos recibió con la cordialidad y la amabilidad de siempre. Te insisto, lo que se pretende publicar es una total falacia”. 

Sirva como ejemplo de cómo se han mantenido frentes abiertos a escala nacional y regional. No se puede decir incluso ahora, que alguno de los grupos haya ganado la disputa. La situación se tornó más compleja. En junio de 2016, reportamos en las páginas de MILENIO JALISCO la tentativa de privatizar 9 kilómetros de la carretera federal 200, justo el segmento de alto valor escénico que atraviesa los predios del corredor Careyes-Chamela, y mover la ruta varios kiómetros tierra adentro, en la selva caducifolia. 

“La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), sacó adelante en octubre pasado una difícil negociación con instancias ambientales como el Instituto de Ecología de la UNAM, la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), para garantizar la ampliación y modernización del tramo sur de la carretera federal 200, entre Melaque y Tomatlán (87 kilómetros), construida en el gobierno de Luis Echeverría, en busca de impactos acumulativos mínimos al entorno natural. El compromiso central fue no modificar el trazo ante el grave perjuicio que suele acarrear una carretera nueva sobre todo en el área más rica y frágil biológicamente: las selvas secas de Chamela-Cuixmala, decretadas reserva de la biosfera en 1993 y que forman parte de la red El Hombre y la biosfera de la Unesco desde 2006, como ‘reserva mundial”, escribí en la edición del 14 de junio de 2016. 

“Sin embargo, el resolutivo firmado por la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Semarnat, con fecha 14 de octubre de 2015 (oficio SGPA/DGIRA/DG/07126) con anuencia de todas las partes, nunca refiere que desde el 28 de mayo del mismo año, la propia dependencia ya había autorizado un cambio de trazo justo en esa zona de alta fragilidad (oficio SGPA/DGIRA/DG/03903), la cual coincide con los terrenos inmobiliarios más costosos del Pacífico jalisciense: los codiciados acantilados, caletas y esteros entre el sur de la bahía de Chamela y el norte del río Cuitzmala, donde se ubican desarrollos inmobiliarios consolidados o en proyecto como Costa Careyes, Careyitos, Rancho don Andrés y Zafiro, frecuentados por el jet set internacional”. 

El efecto de la difusión fue paralizar, hasta ahora, cualquier tentativa de cambio de trazo carretero. Las fuerzas opuestas han mantenido un diálogo, pero no han avanzado muchos proyectos polémicos. Parece que los crecientes problemas generados por huracanes cada vez más devastadores (Jova 2011, Patricia 2015), identificados en el contexto del cambio climático, y la reducción de la inversión pública para modernizar la infraestructura regional, sobre todo la carretera federal y la provisión de agua, han ralentizado las presiones. La otra explicación es la irrupción de un nuevo actor, al margen de la ley, enseñoreado en el territorio y frecuentemente implacable: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). 

El grupo criminal está detrás de actividades como la extracción minera de hierro y la tala de madera, pues controla la movilización de mercancías hasta el puerto de Manzanillo. También se ha erigido en factor de poder no siempre silencioso, con el que hay que hacer negociaciones, al menos indirectas. La frecuencia de los enfrentamientos entre grupos internos del propio cártel, o contra empresas criminales ajenas, ha provocado un clima hostil a los negocios formales del turismo y los desarrollos inmobiliarios.

El esfuerzo de los operadores de las empresas hoteleras es mantener, como casi siempre lo han logrado, al margen de estos problemas a su exigente clientela. Ello explica la presencia de convoyes de la Guardia Nacional. La diferencia de este rincón del municipio de La Huerta con el resto de la región, lo demuestra. 

Gian Franco Brignone recibió en 2006 la Orden del Águila Azteca, máxima distinción que nuestro país otorga a ciudadanos extranjeros por los servicios prestados a la nación o a la humanidad. El secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, se la entregó en octubre de 2006, y lo justificó con estas palabras: “...su nombre está ligado de manera permanente a la Costa de Careyes, donde las playas vírgenes dieron paso a un enorme conjunto de desarrollos y productos turísticos, generando una fuerte dinámica económica y social, que hoy beneficia a muchas familias mexicanas”. 


Brignone había mandado hacer, un par de años antes, una escultura denominada “la copa de Sol”, una gran estructura de concreto en forma semiesférica en un alto acantilado que domina la playa de Teopa. Ese extraño monumento, por su inserción geométricamente disruptiva en un entorno de peñascos irregulares, es hoy promovido como un símbolo de la conciliación del hombre y la naturaleza, y además, se recomienda a los viajeros acudir al sitio a “recargar energías”, en la mercadotecnia típica del espiritualismo New Age

En 2019, el mítico desarrollo turístico inmobiliario donde The Bride mató a Bill, cumplió medio siglo de existencia. Casi tres años después, en 10 de enero, su creador, un italiano aventurero, hábil para los negocios y las relaciones políticas, se ha ido de la vida con el reconocimiento de muchos y el recelo de muchos más. El destino de este rincón de la costa de Jalisco ya no está más en sus manos.