martes, 20 de septiembre de 2016

Temacapulín, una comunidad que se niega a desaparecer



La disputa por un antiguo panteón demuestra la vitalidad de una comunidad aferrada a mantener los ritmos de la vida cotidiana frente a la amenaza de una inundación.

Agustín del Castillo / Temacapulin, Los Altos de Jalisco. 
MILENIO JALISCO. 

El primer cementerio civil, laico, de Temacapulín se llama, paradojas del México profundo, La Gloria, y según los libros del registro de defunciones de esta delegación enclavada en las cañadas del río Verde, recibió al primer muerto el 12 de enero de 1870: doña Antonia Gómez tenía 59 años al dejar el mundo terreno, tras haber vivido desde los alzamientos de Hidalgo y Allende hasta el comienzo de la Pax porfiriana

Esta arrumbada reliquia de la Reforma decimonónica –símbolo inequívoco de la victoria liberal en un pueblo profundamente católico, y que a la sazón, sería cristero- se cerró, según don Alfonso Íñiguez, alrededor de 1940, ya al final del cardenismo, cuando había un nuevo camposanto en funciones.

Pero algo tienen los muertos que todavía concitan disputas. Apenas en mayo pasado, trascendió que Francisco Camarena Torres, uno de los ricos del pueblo, propietario de un balneario de aguas termales que está amurallado por las soberbias peñas del Cristo que cantó el padre Alfredo R. Plascencia –"son las albercas más visitadas de Los Altos", dicen orgullosos los lugareños- , había adquirido la propiedad. Y surgieron las rejas, los candados, los alambres de púas y las mallas.

Así, el cerro que domina esta olla de verdores que es Temaca en el fin del verano, está vedado para los descendientes de doña Antonia, o de sus vecinos devenidos a polvo: Pablo Álvarez fue enterrado el 1 de julio de 1870; Agapita Gómez, el 28 de enero de 1871; Paula Gómez, el 22 de mayo del mismo año; Luis Íñiguez, el 20 de enero de 1872... y se hace larga la lista. Los registros recuperados por el padre Gabriel Espinoza recorren 35 años, hasta el 16 de diciembre de 1905, en que descendió en la eternidad Espiridión Torres como para no ver el paso del cometa Halley de 1909 (anécdota central de Al filo del agua, de Agustín Yáñez) y el mundo que venía, trastornado por revoluciones y guerras.

No obstante, don Alfonso Íñiguez asegura que la "vida" del panteón no se detuvo: su abuela Micaela Guerrero llegó a su tumba ya en 1922, e incluso recuerda entre las nieblas de su niñez haber acudido al entierro de uno de sus tíos, entrado el año de 1940.

Dónde quedaron los registros de los muertos posteriores a 1905, es un misterio que hace cavilar al presbítero Espinoza, oriundo de este poblado que resiste su última prueba: Temaca afrontó con dureza haberse ubicado del lado de los perdedores de la historia oficial mexicana –dicen que fue obra e influencia del obispo Juan Ruiz Cabañas de la Cruz y Crespo, el creador del espléndido hospicio Patrimonio de la Humanidad en el centro de Guadalajara, y quien coronó a Agustín I emperador de México; lo cierto es que el asentamiento identificado con "religión y fueros" sobrevivió Reforma, Intervención Francesa y Cristiada, y a la desconfianza inextinguible de los liberales y revolucionarios de Cañadas de Obregón, su cabecera municipal.

Este 27 de septiembre, los temaquenses festejarán el aniversario 195 de la consumación de la Independencia con los tratados de Córdoba entre Iturbide y el último virrey, don Juan O'Donojú. Casi todo el resto de México callará ante la conmemoración del demonio conservador, pero acá habrá juegos y fiesta. Don Alfonso la describe: "...es una carrera de caballos, de cuatro a cinco de la tarde, hay bandas y mucha cerveza [...] vienen de toda la región, a caballo; el año pasado vinieron muchos jinetes, y las reinas de las Fiestas Patrias son las que condecoran al jinete que gana la fiesta de los gallos, le ponen un moño...".

Parece que en Temaca se sienten cómodos al ir contra el tiempo y las "verdades" estatales. Por eso, no le temen al gobierno central –evidentemente no es la primera vez que lo enfrentan- por el proyecto de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), de trasvasar las aguas de su río hacia otra cuenca - El Bajío, asiento de León- y además, al construir la presa El Zapotillo, condenar a Temaca a la muerte por inmersión.

¿Hay algo más vivo, terco y aferrado que pelear por un panteón? Los vecinos de Temaca la pasan entre chismes, recelos y fiestas como cualquier comarca confiada de su futuro. También rezan en su basílica lateranense, restauran fincas arrumbadas, abren nuevos negocios y reciben a nuevas crías que prometen un mañana. Desde el otro lado del tablero, don Alfonso cumplió el 2 de agosto sus 80, y los festejó en grande, con mariachi a la puerta de su mesón, el 27 de agosto, cuando se realizó la Fiesta del Chile, otro de los productos identitarios.

En esa dinámica de lo social-vivo, se inserta la disputa por el viejo recinto de difuntos. El cementerio conserva vistosos arcos de cantera y algunas buenas lápidas, además del busto del padre Plascencia, quien habría deseado regresar al caserío casi siempre olvidado.
"Queremos buscar a don Francisco para platicar de este asunto; allí hay muchos difuntos enterrados, pero además, es donde se hace el viacrucis año con año... en la cumbre hay una cruz, colocada por una misión", comentan los parroquianos, reunidos en la plaza, mientras contemplan cómo se arma una tienda para convertirla en salón de fiestas. Es que se casa al día siguiente Olga Eréndira Ponce García, una certificación más de la fe en que no habrá un desastre que interrumpa la cadena de transmisión con los viejos fundadores, casi 500 años antes, o 1,500, si se considera que los indígenas ya habían arraigado en la Gloria con un valle pantanoso y un río más elevado que ahora. Hay Temaca para rato, asiente el delegado municipal, Cruz Rodríguez Reyes.

- ¿No perciben el abandono de la presidencia municipal y del gobierno del estado? Quedan pocos apoyos oficiales, la carretera está en muy mal estado...
- Bueno, el apoyo ya no es igual, pero siempre hemos estado abandonados aquí por el municipio, no es de ahora; con la carretera hemos estado insistiendo, hace poquito la bachearon, parece que empezando el año la van a arreglar de nuevo.

Don Poncho Íñiguez participó en la Carrera de los Remedios del pasado 28 de agosto; aunque octogenario, el ardor se lleva en el alma. Hoy, todos hacen a Temacapulín un crucificado, la víctima inocente de poderosos e importantes ciudades de allende la meseta.
Pero ha de ser un poblado orgulloso, como el Cristo del padre Plascencia: "Así te ves mejor, crucificado. Bien quisieras herir, pero no puedes. Quien acertó a ponerte en ese estado no hizo cosa mejor. Que así te quedes...", dicen versos heréticos que resuenan en la comunidad, reacia a verse reducida a limos y agua primordiales, por obra de algún Dios ciego.

SRN

No hay comentarios: