jueves, 20 de septiembre de 2012

Mascota, las memorias de un largo cacicazgo


El cuñado del presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) afincó su poder en el municipio enclavado entre la costa Norte y la montaña del Oeste de Jalisco, donde ejercía control total hasta antes de su detención

Agustín del Castillo, Guadalajara. MILENIO JALISCO

Misteriosos los caminos del bien y el mal en el intrincado cacicazgo de Mascota, entre la montaña y el mar del norte de Jalisco. Rubén Zuno Arce ostentó este pequeño reino desde mediados de los años 70 —antes de que declinara la estrella de su cuñado, el “compañero” Echeverría, en la presidencia de la república— hasta su detención como presunto conspirador en la muerte de Enrique El Kike Camarena Salazar en 1985, cuando se presentó a declarar de forma voluntaria a una corte estadunidense para jamás recuperar su libertad.

“Es un riquillo de pueblo”, dijo entonces su hermano Álvaro —otro familiar envuelto en la polémica— al señalar sus escasas propiedades como prueba de su nula vinculación con los celebérrimos narcotraficantes Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, autores intelectuales y materiales del secuestro y la tortura de El Kike, agente de la DEA, y del piloto Alfredo Zavala Avelar.

Pero en el poblado de montaña, aislado hasta comienzos de los años 90 del siglo XX, los testimonios de amigos y enemigos coinciden en que su palabra era la ley. Más de tres lustros de control territorial en que sus gendarmes no pudieron haber evitado a las milicias colonizadoras de Caro Quintero, quien es recordado en la costa no sólo por haber llevado la siembra de Cannabis indica, sino como mejorador de su calidad de vida (en La Alcíhuatl, de Villa Purificación, y Bramador, de la vecina Talpa, les llevó agua y empleos). “Todos los ranchos andaban en el cultivo de mariguana y amapola y nadie los molestaba, hasta que cayó el Ejército, en 1985, y quemó todo antes de que lo cosecharan”, recordaba en 2004 Manuel García Bravo, habitante de Bramador.

Tras el asesinato de Camarena, en 1985, decae la estrella de Rafael Caro, quien huye del país después de avergonzar a las elites de Guadalajara conquistadas, no por su glamour, pero sí por sus dólares. Rubén Zuno permanecerá en su feudo, que se lo respetan sucesivamente cuatro gobernadores de Jalisco: Alberto Orozco Romero, Flavio Romero de Velasco, Enrique Álvarez del Castillo y Guillermo Cosío Vidaurri, y ejerce un poder, a juicio de sus enemigos, de señor feudal.

Las historias más o menos comprobadas o legendarias se suceden: que tenía un laboratorio para drogas en la laguna de Juanacatlán, que arrojaba cadáveres de sus enemigos en esa represa famosa rodeada de pinos y Abies guatemalensis, abeto en peligro de extinción; que imponía los presidentes municipales, que encarcelaba a sus enemigos, que los despojaba de sus bienes.

Al menos de los últimos casos aún viven testigos: el primer presidente municipal panista de la demarcación, Humberto Rodríguez Rodríguez (1992-1995), a quien le sembraron drogas policías estatales; su caso fue llevado a la tribuna de San Lázaro por la diputación panista, y se logró su liberación.

La viticultora estadunidense Shirley Bocaccio, habitante de El Agostadero, a quien le quería quitar su finca, dejó su testimonio de las presiones y amenazas en una obra denominada Buying the ranch (Comprando un rancho).

El ex diputado panista Abel Santana, quien durante su campaña política en 1988 acudió a la cárcel municipal a liberar a una dirigente del Partido Socialista Unificado de México, que había sido encarcelada “sin méritos”.

Estos y más testimonios fueron ofrecidos al reportero en el año 1992, y publicados en el diario Siglo 21. Pero también fue defendido por el ex alcalde Hugo Montes, quien aseguró que “este pueblo no tenía nada hasta que llegó Rubén; él trajo la luz, las escuelas, los caminos...”.

Hoy, el viejo cacique ya no regresará. Manuel Bartlett Díaz, senador poblano, quien también fue señalado en el escándalo Camarena, dictaba ayer una especie de epitafio: “fue una víctima [de Estados Unidos], sin duda, por ser cuñado del presidente Echeverría...”.

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