sábado, 5 de septiembre de 2015

La salvación del Tecuani



Doce años de vida de una hembra de jaguar y un proyecto en las selvas de la costa del estado de Jalisco han traído reconocimiento y respeto para la gran fiera americana. Fotografías de Nacho Reyes, La Pecas de El Tuito

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

La Pecas salió de entre la maleza e intimidó a Lucky, quien se quedó oculto y agazapado. La señora de la selva mostró sus dientes afilados a los intrusos, pero luego se paseó confiada, casi indiferente, frente a sus asombrados espectadores, extasiados en su hermosa vestimenta ocelada, tersa como el terciopelo ; en las zarpas formidables que delatan a la fiera; en el cuerpo atlético y grácil, portador de los esplendores luminosos de la vida silvestre.

Ya cumplió doce años, y esta hembra de jaguar es el símbolo más reconocible de la conservación de la Panthera onca en el presionado litoral de Jalisco.

La intención de que se reproduzca ha sido fallida. Dos machos –Heracles y el propio Lucky- han cohabitado con la felina desde 2007; y si bien se ha alumbrado tres camadas, los cachorros se perdieron. No hay, de cualquier modo, mucho entusiasmo de los naturalistas en que estos animales, los superdepredadores de las junglas mexicanas, nazcan en cautiverio; se busca que se conserven sus deteriorados hábitats para que se mantengan poblaciones silvestres viables.

¿Qué pasó con esas camadas?, se le pregunta a Carlos Bravo, comunero de Bioto (Santa Cruz del Tuito) y que trabaja en la atención de la "tigra" y su pareja en turno. "Bueno, una llegó a los seis meses de vida y se murió; otra la mató al nacer, la apachurró; el tercero creció pero ya no lo vimos, así que se supone que el jaguar macho se lo comió, para ponerse en celo otra vez... y ya, ahorita nomás vemos que se ubra [sic], pero no podemos ver las crías ni nada".

El fracasado proyecto tiene un anverso menos polémico, y que es definitivamente exitoso: La pantera ha hecho que los aldeanos de estos poblados nahuas de la costa norte de Jalisco, y los curiosos provenientes del cercano Puerto Vallarta, vean en directo un ejemplar nativo del mítico tecuani (en náhuatl, "fiera"), especie aferrada a sostenerse en un entorno sitiado por la infraestructura, los desarrollos turísticos y la ganadería extensiva.

"La Pecas ha sido un icono regional que identifica bien a esta unidad de manejo ambiental [uma] del municipio de Cabo Corrientes, aparte de Tomatlán y Vallarta, con los que conforma un corredor natural del jaguar que tiene muy buena conectividad hacia la sierra de Vallejo en Nayarit o hacia la sierra de Manantlán al sur, también en Jalisco; este es un atributo de alto valor que debemos subrayar para que concurran los programas sobre la conservación del jaguar", explica el técnico responsable del albergue y sus gatos, Gonzalo Curiel Alcaraz.

El experto en selvas tropicales destaca que aparejado al crecimiento y el cuidado de la fiera en cautiverio, los monitoreos que de forma paralela realiza su despacho técnico, en el contexto del programa nacional de jaguar que coordina Rodrigo Núñez Pérez, con base en foto-trampas, demuestran que La Pecas ha provocado un efecto colateral saludable: los ganaderos ya no matan "tigres" con la misma soltura que en el pasado, sabedores de que se trata de una especie en peligro de extinción, de que ello los haría acreedores de sanciones severas de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) -el valor de una multa equivale al de 100 vacas en el rastro de Guadalajara-, y de que si quieren un futuro, deberán adaptar su oficio para evitar conflictos con la fiera moteada –lo que a su vez es oportunidad: lo silvestre se abre paso en todo el planeta como componente esencial del nuevo turismo de aventura, un turismo de alto poder adquisitivo que está ligado a la conservación de los ecosistemas-.

Por si fuera poco, la Secretaría de Agricultura y Ganadería (Sagarpa) ha implementado un seguro ganadero que paga a los animales cazados por el gran gato y otros depredadores. Más allá del burocratismo del proceso –situación que se puede mejorar-, hoy se tienen condiciones que en el verano de 2003, cuando La Pecas fue rescatada por don Gil, un aldeano de Bioto ni por asomo existían.

"Se han hecho campañas con los ganaderos, ellos lo están entendiendo, y como evidencia tenemos a machos jóvenes que se están desplazando a zonas nuevas, creemos que por la expulsión del territorio de un macho alfa", añade Curiel Alcaraz.

La Pecas ha entrado al otoño de su existencia, aunque en las buenas condiciones en que se encuentra, podría vivir otros seis u ocho años. Su más valioso papel ya lo cumplió: hacer reconocible a una fiera evasiva y misteriosa –el jaguar es la pantera menos conocida del mundo- en una gran comunidad campesina, cuyo respeto es esencial para que el asesino moteado de rugido poderoso siga como gran cacique de estos trópicos. El jaguar podría haber conjurado su riesgo de extinción local, aunque es muy temprano y poco prudente reconocerlo.


----------------------------------------------------

Los desafíos

Cabo Corrientes es, por razones históricas y culturales,el municipio mejor conservado de la Costa de Jalisco. Es junto con la sierra de Manantlán, el único asiento permanente de indígenas nahuas desde la conquista, y mantiene un tejido comunitario que ha sido obstáculo para los proyectos depredadores de infraestructura, de desmontes agrícolas y de minería, aunque las tres actividades prevalecen. Con poco más de 2 mil kilómetros cuadrados de territorio, alberga desde bosques templados hasta selvas medianas y bajas, ecosistemas muy húmedos y semiáridos, lo que explica su gran diversidad biológica. La demarcación afronta la necesidad de aprender sobre la marcha: conservar sus valores naturales y abrirse al desarrollo económico.


No hay comentarios: