jueves, 22 de septiembre de 2011

Conservación, sal y béisbol



José Luna • Salinero

•En privado

Celestún, Yucatán. Agustín del Castillo, enviado. MILENIO-JALISCO. Edición del 11 de septiembre de 2011. Este proyecto de investigación fue ganador de una beca de Fundación AVINA en la emisión 2008-2009. FOTOGRAFÍAS: MARCO A. VARGAS

José Luna es los mismo un político que ha impulsado la organización de las sociedades de salineros en la costa oeste de Yucatán, un pescador que ha aprovechado las aguas tibias de los esteros y del golfo de México, un migrante que impulsó su pasión por el béisbol entre los lugareños y migrantes mayas, y un defensor de los recursos naturales que extiende su acción desde la reserva de la biosfera federal de Celestún hasta la reserva estatal de El Palmar.

Eso sí, es sin duda uno de los personajes claves de la conservación en este rincón del sureste mexicano. Hoy encabeza un grupo de 38 vigilantes que lo mismo cuida la temperatura del agua para garantizar la calidad de las amplias salinas de este litoral, que la permanencia de las especies en peligro de extinción, como el jaguar, el cocodrilo de pantano y las miles de aves migratorias.

En el primer caso, la justificación deriva de hasta 25 mil toneladas anuales de sal que se extraen del área pantanosa, y que sostienen desde décadas atrás a unas 600 personas de la zona. En el segundo, de que todavía muchos yucatecos, mexicanos y extranjeros se empeñan en ver a la península como una tierra de nadie donde se pueden cobrar los trofeos de antaño: jaguares moteados, águilas pescadoras, patos, venados, reptiles, sin tomar nota de los procesos de extinción que se han desencadenado sobre la fauna de los trópicos.

“Somos un grupo y andamos entre las dos reservas, la federal y la estatal; el abuso mayor se da con los patos y las aves que llegan en el invierno, la temporada se abre en diciembre, pero acaba marzo y todavía no se van, y tenemos que estar muy alertas por el furtivismo, no se respetan las vedas y no se permite la reproducción de los animales”, señala el hombre de 65 años, que llegó a la zona a los 21.

Por ejemplo, un individuo cuya detención se logró en marzo pasado, traía cintillos para 30 animales, pero se le detuvo con 250. “Es un tipo de Mérida, de apellido Sakur; cuando lo detuvimos, nos ofreció dinero, le dijimos que no, le tomamos foto a su camioneta, a sus placas, a su licencia de cazador... afortunadamente ya está bajo proceso”.

Es una lucha sin cuartel. “A la caseta de vigilancia que hicimos le rompieron el candado, la intentaron quemar, las tablas que pusimos como pared las arrancaron [...] pasa muy seguido”.

Don Pepe tiene claro el diagnóstico: “tenemos la idea del rescate y la conservación con miras al ecoturismo para crear fuentes de empleo; hemos visto como durante años el mar ha sido sobreexplotado, que los recursos como la sal tiene un número de personas que la trabajan, y ya no sería un cultivo si se metiera mucha más gente para la mano de obra; entonces lo que tenemos que hacer es preservar estos ecosistemas, y por qué no, en vez de matar animales tomarles fotografías, eso nos conviene a todos los que vivimos acá”.

Su trabajo político es básicamente por el lado gremial, para defender a los salineros y organizarlos mejor para hacer frente a los desafíos de un mercado muy competido. También ama el béisbol y ha organizado equipos y torneos del rey de los deportes entre los poblados de migrantes pobres que ya inundan esta costa que fue, hasta hace muy poco, una terra incognita.

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