domingo, 11 de septiembre de 2011

Debaten acerca de la “democracia ficción” en la UdeG


El grupo de reflexión cuestiona control padillista. Académicos y alumnos reclaman los efectos nocivos de una política de privilegios.

Guadalajara. Agustín del Castillo. MILENIO-JALISCO. Edición del 26 de agosto de 2011

La Universidad de Guadalajara es lo mismo la entidad liberal y laica por excelencia de Jalisco, que una enorme estructura donde internamente se practica la “democracia ficción”, lo que tiene como consecuencia la formación de ciudadanos temerosos, poco participativos y proclives a una cultura cortesana de búsqueda de privilegios, coincidieron ayer los ponentes del Foro de Reflexión Universitaria, en el auditorio Silvano Barba, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de esa casa de estudios.

“Como en el Porfiriato, existen leyes sustantivas que plantean democracia y derechos, pero se trata de un marco jurídico constantemente violado por un grupo político que busca perpetuarse en el poder”, afirmó el historiador Sergio Valero, quien llamó la atención sobre la deficiente cultura política universitaria, permeada de autoritarismo, con deslices de corrupción y casi nulo ejercicio de derechos básicos.

La prueba de esto es el modo en que se compone el Consejo General Universitario, donde se tienen 175 asientos, pero sólo 102 derivan de un proceso de elección que siempre es controlado, en el caso de la dirigencia universitaria y académica, con planillas únicas y votaciones que no suelen superar la barrera de 15 por ciento del padrón potencial de votantes, lo que sería escandaloso en cualquier sistema democrático moderno. Los 73 asientos restantes son “de cajón” a favor del grupo político que gobierna la institución, pues corresponden a la burocracia que es nombrada y ratificada, formalmente, por los rectores, así como dirigentes gremiales también “palomeados” por ese grupo.

Éste es el máximo órgano de gobierno, que tiene entre sus funciones la de elegir al rector general y tomar diversas decisiones esenciales para la vida universitaria en el campo de las finanzas, la planeación, el gasto y los acuerdos con otros actores relevantes. Su composición y forma de acceso revelan que no es una instancia verdaderamente democrática y se limita a sancionar decisiones tomadas desde afuera.

Bernardo Jaén, académico del Centro Universitario de Ciencias Económicas y Administrativas, puso en relieve el papel que juega el “licenciado” (en alusión a Raúl Padilla López, ex rector general y líder del grupo político en el poder) como jefe máximo que garantiza su amplio ejercicio de poder por medio de una estructura de prebendas que irradia a los liderazgos menores.

“Nos decía el rector [Marco Antonio Cortés Guardado] el lunes pasado que el licenciado es un líder excepcional que ya lo quisieran en otras universidades […] Así, los dirigentes llegan al poder de la UdeG bajo esas reglas y sólo se buscan perpetuar, no están sujetos a ningún tipo de evaluación verdadera que determine su desempeño”.

Los participantes saben lo que significa el desafío que están afrontando. Lo expresó bien el estudiante Eloy Ruiz: desde que se ingresa a la universidad en el bachillerato, la enseñanza es, en el tema de la política universitaria, a callar y obedecer. “Tenemos una democracia estudiantil procedimental donde las corrientes de la Federación de Estudiantes Universitarios sólo se distinguen por los colores, y es de acceso restringido [...] el mensaje es tengan miedo, sean precavidos, y de este modo, la universidad se convierte en una fallida escuela de ciudadanía”.

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