lunes, 3 de mayo de 2010

Restaurar ecosistemas, carrera contra el tiempo





Organismo de agua de Veracruz financiará la conservación del Citlaltépetl; junto con un parque hermano, Río Blanco, se gestiona la escasez. El Fondo Ambiental Pico de Orizaba nació con el objeto de rescatar la zona. En las gráficas, tres aspectos de la región: abajo, el Pico escoltado por la famosa Sierra Negra; en medio, el cañón del río Blanco, arriba, huellas de devastación en el lado veracruzano. FOTOGRAFÍAS DE MARCO A VARGAS

Orizaba, Veracruz. Agustín del Castillo / enviado. PÚBLICO-MILENIO. Edición del 15 de abril de 2010


Le llaman “los quinientos escalones” y es una de las maravillas que esta ciudad fabril de larga tradición ofrece a sus visitantes: el río corre en la profundidad de una barranca llena de verdores a la que se desciende por la larga escalinata construida al borde del acantilado hace más de un siglo, para comunicar la hidroeléctrica del río Blanco con Orizaba.

Se dice que la tirolesa tendida sobre el cañón es la más larga de México. Pero abajo, también se puede atravesar la corriente fluvial por un viejo puente en forma de semiarco, construido con una armazón de hierro y piso de madera, que lleva hacia los contrafuertes de la represa. Allí se asoma sordo el rumor del agua, cuya calidad se ha degradado por la falta de una política que minimice los costos ambientales ocasionados por el desarrollo económico centenario.

“El río Blanco nace aquí atrás en Taza de Agua, y a sólo seis metros de que nace ya están vaciándole aguas negras; imagínate todo lo que se está perdiendo; no hay un ordenamiento para la construcción y de cómo van a organizar los asentamientos y las industrias […] es uno de los ríos más contaminados del país”, señala Rodolfo Hernández Guzmán, empresario ecoturístico.

Esta cuenca se extiende al sur y sureste del Citlaltépetl, y nace en Cumbres de Acutzingo, en la sierra de Zongolica, aunque hay aportaciones importantes de cumbres de Maltrata, que para algunos es el extremo sur del complejo volcánico. Lo cierto es que la administración de estas dos áreas protegidas federales recae en el mismo personal de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), lo que acentúa la precariedad de sus posibilidades de incidir en mejorar sensiblemente el estado de cosas.

“Nos sentimos simples repartidores de dinero de los apoyos que se dan a los pobladores en los diversos programas; no estamos desempeñando funciones de vigilancia y preservación de los recursos, ni apoyando la generación de conocimiento; ni siquiera existe un programa de conservación y manejo para dar legalidad a las acciones más indispensables de la administración del área”, reconoce apesadumbrado uno de los empleados federales.

Los numerosos poblados desperdigados por la cuenca, cercada por montañas inmensas, se delatan durante las noches si se recorre la autopista México-Veracruz desde Maltrata hacia la ciudad de Córdoba, en un descenso de más de mil metros: las luces brotan en los recovecos más alejados de este vasto anfiteatro donde el mundo frío de la meseta poblana se metamorfosea a la lujuria del trópico.

El espectacular paisaje es entonces un diagnóstico eficaz de los males: cerros deforestados, aguas contaminadas, tierras erosionadas, animales silvestres exterminados y mucha población humana en situación marginal.

La buena noticia en este entorno de devastación que comparten la montaña nevada y la cuenca es la creciente preocupación de empresas con viejo arraigo en la zona, por cambiar condiciones para mejorar las oportunidades de que la naturaleza se recupere.

Así nació hace casi cinco años el Fondo Ambiental Pico de Orizaba (FAPO), que preside el empresario Édgar Chaín Trueba, con un capital semilla aportado por su empresa Talleres y Aceros, enclavada en Orizaba; por la Fundación Pedro y Helena Hernández, de la ciudad de México, así como dos fábricas más asentadas en el área: Tubos y Aceros de México (Tamsa) y Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma.

Su intención fundamental es rescatar el Pico de Orizaba, aunque hay negociaciones con la Conanp para que también invierta en proyectos de restauración del río Blanco.

“Uno de nuestros grandes donantes, que además es un ejemplo a seguir a nivel nacional, es el Sistema de Agua y Saneamiento de Veracruz-Boca del Río-Medellín, que nos está aportando recursos provenientes de un pago voluntario de los ciudadanos equivalente a 1 por ciento de su recibo por agua, dinero que están destinando a una forma de pago por servicios ambientales para garantizar el ciclo hidrológico, principalmente en el Pico de Orizaba, en la cuenca de Jamapa-Cotaxtla, que son los ríos que abastece en lo fundamental al puerto”, señala Alberto Labastida, director del FAPO.

Esta cantidad de dinero es aproximadamente de 2.1 millones de pesos que llegan por primera ocasión en 2010.

A esto se agregan 2.5 millones de pesos del FAPO, “la Conanp trae tres millones de pesos, nuestros asociados traerían otros cinco millones de pesos, y si entramos a fondos concurrentes pensamos que podríamos promover que la Comisión Nacional Forestal invirtiera otros cinco millones de pesos por servicios ambientales, en una perspectiva de uno o dos años”, añade.

Son recursos que se deben canalizar, en la montaña, a reforestación, a prevención y combate de incendios y plagas, a reintroducción de especies como el venado cola blanca, a obras de restauración de suelos, a ecoturismo, a silvicultura sostenible y las variedades de opciones que deben generar una economía similar a la que sustenta la devastación de los ecosistemas. En las partes bajas, se necesitan además plantas de tratamiento y un intenso ordenamiento territorial, añade Héctor Rojas, responsable de la administración de las dos demarcaciones.

Así, es larga la cuesta que se debe desandar para recuperar este “edén subvertido” (Ramón López Velarde).

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