domingo, 23 de mayo de 2010

El paraíso de la Pecas y Heracles




Avanza el proyecto de conservación en Bioto. Los dos gatos recuperados en la Costa se adueñan de su hábitat artificial. Mejora la construcción y habilitación del espacio para educación ambiental y ecoturismo. En las fotos aparece Heracles, la Pecas no se deja ver

Bioto, comunidad de Santa Cruz del Tuito, Cabo Corrientes. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO

En primavera, la selva canta al atardecer: la lujuriante hojarasca de tescalamas, habillos, zalates, rosamoradas y caobillas vibra entre la sorprendente paleta de colores de guacamayas, loros, pericos, chachalacas, pavos silvestres; el jilguero lanza un grave canto de tuba; el carpintero golpea cortezas y canturrea agudo, llamando a su pareja; las lagartijas y las serpientes susurran entre el ocochal. Entonces, el sigiloso depredador de piel moteada se acerca a los viajeros, silencioso.

Este magnífico jaguar es famoso y se comporta más como los perros domésticos, francamente amistoso con el Homo sapiens. Es Heracles, el macho nayarita que desposó a la Pecas o Pecosa, nativa de estas florestas de Bioto, una tarde de diciembre de 2007. No han tenido suerte al formar familia: dos camadas que no se lograron. Comparte con la Pecas haber sido criados en cautiverio, víctimas de cazadores ilegales de jaguares, que mataron a sus padres hace nueve y siete años, respectivamente. Vive al interior de un ecosistema confinado en medio del monte, y sólo están privados de la total libertad de movimiento.

Pero la felina se ha logrado integrar mejor al entorno de la jungla. No se deja ver y siente temor por el humano, como cualquier ejemplar silvestre. Los bigotes le crecieron, pues son órganos táctiles y eso revelaría su adaptación al entorno. Heracles, en cambio, mantiene su confiada actitud y su total sumisión y dependencia. Y tiene la gran ventaja de una mayor talla y fortaleza física que la hembra, pues ésta se ha convertido poco a poco en una genuina fiera, y a veces reta su dominio.

“La pecosa se ha hecho más desconfiada; la vemos menos, pero hemos seguido trabajando, mejorando el albergue, haciendo obras para que no vaya a hacer zanjas la lluvia”, explica don Gil, el campesino que rescató a la Pecas en 2003 en una cueva, ya huérfana.

“No deja de haber tigre en el monte; anda uno grande por aquellos cerros, y hay otro enfrente de Los Cimientos. […] Uri, mi sobrino, y otro, vieron por ahí a uno grandón, pasó rápido, a pleno mediodía, hace apenas quince días”.

Dice que, en los últimos años, los jaguares no han matado vacas en esta zona de la comunidad de Santa Cruz del Tuito. “Los que andan por ahí libres, sí; hay mucho tejón, hay armadillo, hay jabalí, y pos venados hay muchos; entonces, no tienen necesidad”.

La comunidad de Santa Cruz tiene en pie un comité para la preservación del jaguar. En torno al cautiverio de la Pecas y Heracles se ha ido edificando un centro recreativo de educación ambiental. Se ha comenzado a reproducir el pecarí (jabalí americano) y está por echarse adelante la crianza de venado. Pero la base es la reproducción de los “tigres”, una meta que sigue pendiente de cumplirse.

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