jueves, 2 de julio de 2015

Bosque mesófilo del Nevado de Colima, en peligro de extinción



Las comunidades forestales de niebla de la alta montaña son discontinuas y sometidas a fuertes presiones por actividades humanas, destaca en una publicación el organismo federal.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

Los bosques mesófilos de montaña, o de niebla, del macizo volcánico del Nevado de Colima, donde se ha autorizado un aprovechamiento del ejido de Huescalapa que ha generado controversia en la comunidad ecologista y científica del occidente, están entre los más expuestos a riesgos de fragmentación y desaparición por actividades humanas, por lo cual es indispensable establecer estrategias de conservación que tiendan a compensar a sus dueños y a aplicar de forma estricta la ley, señala la Comisión Nacional para Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

“Esta es probablemente la subregión de menor continuidad con respecto a las demás, puesto que está separada por una zona semiárida de baja altitud conocida como Llano Grande. Se definió a esta subregión de prioridad alta con base en los criterios de calidad y amenazas a la permanencia […] contiene elementos importantes y representativos de la biodiversidad que difieren de las otras subregiones, tales como, su origen geológico (ígneo extrusivo, por ser volcán), su condición fisiográfica (es la única subregión que corresponde a la Franja Neovolcánica Transversal) y aislamiento geográfico, por lo que se considera que se requieren acciones a corto plazo encaminadas a la protección de los remanentes de bosque mesófilo. La subregión ocupó el tercer lugar en amenazas a la permanencia y el nivel más alto de amenazas a la calidad”, dice la publicaciónElBosque Mesófilo de Montaña en México: Amenazas y Oportunidades para su Conservación y Manejo Sostenible, del organismo federal, publicada en 2010.

El serio deterioro de estos bosques “está asociado fundamentalmente a factores como la transformación a cultivos (caña y pastizal, y más recientemente, huertos de aguacate), la ganadería extensiva, los incendios forestales, la tala ilegal (extracción hormiga) con propósitos agropecuarios y la expansión de caminos. Los factores que afectan a la calidad son: la extracción de leña, la producción de carbón vegetal, pastoreo en el bosque, la cacería furtiva que ha llevado a la desaparición casi total de dos especies de importancia cinegética como es el venado cola blanca (Odocoileus virginianus) y el jabalí de collar (Tayasu tajacu)”.  Existen dos áreas protegidas: el parque nacional, con decreto federal de 1936, y el parque estatal, con decreto de 2007, que es específicamente para el bosque de niebla en cuatro polígonos. A todas luces, ha sido insuficiente.

Entre las características biológicas relevantes “destacan que 10 por ciento de las especies son endémicas de México y un 4 por ciento endémicas a Mesoamérica; se encuentran bajo alguna categoría de riesgo diez especies de plantas, incluidas la Tilia mexicana y el oyamel Finkii.

Se reportan 124 especies de mamíferos, ”sin embargo, las especies reportadas y estudiadas sólo para la región protegida del Parque Nacional comprenden 59 especies (37 por ciento son murciélagos por ser los mejor estudiados: les siguen en abundancia los roedores y carnívoros). También alberga especies amenazadas o en peligro de extinción como el tecolote (Asio stygius), de distribución restringida como la gallina de monte (Dendrortyx macroura) y el tapacamino (Caprimulgus ridgwayi)”, y otras especies de aves de distribución más global, “además del registro de otras nueve especies en la NOM-059 y que son endémicas. En el grupo de reptiles sólo se cuenta con un listado potencial de 41 especies”, agrega el texto, disponible en http://www.biodiversidad.gob.mx/ecosistemas/pdf/BMM_parte%201.pdf.

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