Ejidatarios de la sierra de El Halo han denunciado la tala ilegal en la zona, deforestación que se hace evidente en esta imagen satelital del área afectada. Necesario hacer denuncia sobre saqueo de bosques en las oficinas en Guadalajara, indica. Por presencia de crimen organizado, se pedirá apoyo de la PGR o del Ejército.
Guadalajara. Agustín del Castillo. MILENIO JALISCO
El delegado de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), José Manuel Galindo Jaramillo, pidió a los denunciantes por el saqueo de bosques en la sierra de El Halo, en Tecalitlán, al sur de Jalisco, apersonarse para entregar testimonios y evidencias que permitan combatir el delito ambiental del que son víctimas, porque hasta ahora no hay una queja formal en la dependencia.
El funcionario dijo a MILENIO JALISCO que en la zona se atendió un caso similar en 2009, por parte de la dependencia, pero no derivó en sanciones: “Sí, fue esa denuncia y revisamos y no hay más, esto te lo digo de memoria, pero sí lo revisamos y sí había esa denuncia, pero fue de esos años [...]. Se hizo la visita, creo que sí hubo el daño, creo que entre ellos no se supieron decir quién sí y quién no, y bajo esas circunstancias no se pasó más adelante”.
Agregó que la dependencia a su cargo tiene las atribuciones necesarias para garantizar el anonimato y, de acuerdo a la gravedad del hecho, pedir la intervención de la Procuraduría General de la República o del Ejército para realizar una operación en la zona, que detenga los daños y a los culpables del saqueo forestal.
Los quejosos tienen temor y han abandonado progresivamente sus ranchos. Aseguran que ya denunciaron ante la Profepa y en los buzones de “denuncia anónima” de la PGR y de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) la tala clandestina de sus bosques.
Al ubicarse en la zona limítrofe con Michoacán —una de las áreas del país con mayor incidencia de bandas criminales ligadas al narcotráfico—, los afectados sienten el abandono de los poderes civiles. Al problema de la tala se suma el hostigamiento contra sus personas. Algunos han cambiado su residencia ante la imposibilidad de defender sus terrenos.
Estos bosques templados, con selvas bajas caducifolias en sus partes bajas, al sur y al este, han sido un emporio maderero durante más de medio siglo, inicialmente bajo la tutela de la concesión maderera que recibió la papelera Atenquique, lo que hizo que los ejidos y pequeñas propiedades estuvieran obligados a venderle a la paraestatal, que fue privatizada en 1987 y cuya concesión venció en 1994. Desde entonces, es un mercado liberado con bajos márgenes de utilidad ante la ineficiencia del sector industrial, lo que estimula el clandestinaje para incrementar las ganancias. La Comisión Nacional Forestal calcula que, en todo el país, por cada árbol legalmente talado se derriba otro de forma ilegal.
Pero el caso de estas rancherías es más grave: las bandas comenzaron a incursionar desde el vecino municipio de Tepalcatepec, hace poco más de un año. Llegaban armadas, transitaban las brechas en vehículos de doble tracción y la autoridad simplemente se hizo a un lado, ante la alta capacidad de fuego que tenían.
Los moradores de la sierra de El Halo no ven interés de las autoridades en frenar un problema ambiental cuando la prioridad es combatir delincuentes violentos. Pero el ofrecimiento de la delegación Jalisco de la Profepa está en la mesa.
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