martes, 6 de febrero de 2018

Jalisco no posee ANP voluntarias, sus Umas, sin financiamiento


El esquema de reservas ecológicas voluntarias espera su oportunidad en el proceso de protección de la Sierra del Cuale.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

Algo extraño sucede con las reservas ecológicas voluntarias que promueve, dentro de sus esquemas de conservación, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Porque en 2007, las "áreas de conservación voluntaria" eran 188 con 629,607 hectáreas, y en 2017 se reportan ya 388... pero la superficie bajó a 417,562 hectáreas.

Lo cierto es que este esquema es uno de los más exitosos, en los últimos años, para hacer frente a las resistencias que generan los decretos gubernamentales de protección, que no han podido superar el estigma de la imposición que tuvieron cuando se generaron, en los años 30 del siglo XX, los grandes parques nacionales, y en los años 70 a 90, las más importantes reservas de la biosfera del país.

"La Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente considera a las áreas destinadas voluntariamente a la conservación como parte de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) de competencia de la Federación (Artículo 46). Para la LGEEPA, las áreas destinadas voluntariamente a la conservación son aquellas que pueden presentar cualquiera de las características biológicas y ecológicas similares a reservas de la biosfera, parques nacionales, monumentos naturales, áreas de protección de los recursos naturales, áreas de protección de flora y fauna, santuarios, parques y reservas estatales, o bien, similares a las zonas de conservación ecológica municipales (Artículo 55 bis)", señala Adrien Gasse-Margat, coordinador operativo de zonas protegidas en Campeche, integrado a la red de ANP de la península de Yucatán, una de las regiones donde más ha funcionado ese esquema.

A diferencia de las entidades del Sureste, y especialmente de Oaxaca, Jalisco es una entidad donde no existen reservas voluntarias, aunque sí hay una buena cantidad de unidades de manejo ambiental y vida silvestre, espacios también privados donde se dan procesos de conservación o aprovechamiento de especies vegetales y animales. Algunas famosas Umas (como se abrevian) en el estado, son la de Potrero de Mulas, en San Sebastián del Oeste, la de Bioto, en Santa Cruz del Tuito (Cabo Corrientes), ambas para conservar jaguar, y la del cocodrilario de La Manzanilla, en La Huerta.

"Las áreas destinadas voluntariamente a la conservación pueden ser de pueblos indígenas, organizaciones sociales, personas morales, públicas o privadas, y personas físicas, y demás personas interesadas en destinar voluntariamente a la conservación predios de su propiedad. Estás áreas pueden ser consideradas ANP de competencia Federal una vez que cuenten con un certificado emitido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales [...] la certificación es una herramienta que ayuda a los propietarios al establecimiento, administración y manejo de sus ANP privadas. En este proceso, la Conanp participa como fedatario de la voluntad de conservar sus predios", sigue el experto peninsular.

Lo cierto es que las Umas de Jalisco, cuentan con muy poco apoyo público en los últimos años, en contraste con lo que ocurrió entre 2000 y 2013. Los últimos tres años han tenido prácticamente subsidios en cero. Si bien, las ANP voluntarias no han sido un esquema recurrido, se propone que las dificultades legales de la gran reserva de la Sierra de Cuale, en Puerto Vallarta, sean vencidas por medio de esos esquemas.

En el país, 100 personas físicas, 18 asociaciones, 19 sociedades, 55 ejidos y 144 parcelas ejidales, además de dos empresas de participación estatal, 45 empresas sociales aliadas a comunidades, un organismo municipal, uno estatal y uno federal, han establecido áreas voluntarias de conservación, de acuerdo a los datos oficiales más actualizados (http://www.conanp.gob.mx/que_hacemos/listado_areas.php).

SRN

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