domingo, 6 de marzo de 2011

La Primavera, inmersa en procesos de extinción




Un puma se aferra a habitar la floresta y ofrece esperanza, pero se han ampliado las carreteras que rodean el bosque y crecido las urbanizaciones, lo que merma los corredores biológicos necesarios para la vida en el lugar que es privilegio para una ciudad. A 31 años del decreto presidencial que creó el área natural protegida, las presiones y amenazas aumentan. La foto superior es del pasado 19 de febrero de 2011, la inferior es de octubre de 2009, y es el mismo felino macho. Fotos cortesía de la dirección ejecutiva del bosque La Primavera

Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO


Esbozos de una historia natural para La Primavera: un Puma concolor macho persiste ya por dos años en usar este bosque como su hogar, lo que dice a los atribulados biólogos de una de las reservas naturales más presionadas por el hombre en México, que el milagro de la conservación es posible; pero no se puede ignorar un dato contrario: varias especies de ratones nativos tienen en retroceso sus poblaciones, posible efecto de los incendios forestales, una “anomalía” que trocó a “normalidad” en las últimas décadas.

Hay más señales inquietantes: las liebres aún se asoman entre los pastizales de El Bajío, al oriente del bosque, como últimas supervivientes de una urbanización acelerada, al tiempo que las codornices sufren por la falta de espacios para anidar en ese suelo —el pavimento no funciona igual—.Y no se olvide el caso de un halcón Cooper que murió hace dos meses tras estrellarse contra un edificio de ese llano luego de un increíble viaje de más de 2,160 kilómetros desde las montañas de Nevada, en Estados Unidos.

Por si faltaran personajes a este relato, hacia el lindero sur, un coyote, un tlacuache y un zorrillo yacían ayer atropellados en la nueva carretera estatal de cuatro carriles conocida como Circuito Sur, cerca de San Isidro Mazatepec, justo en el principal corredor de especies que le queda al área de protección de flora y fauna —que la liga con las sierras de Quila y del Águila, y el volcán de Tequila—. Otro halcón, de la especie Swansonii, se recupera tras intoxicarse por ingerir una langosta muerta por insecticidas de los valles agrícolas de Tlajomulco y Zapopan, mientras las palomas sabaneras, oriundas de África, empiezan a colonizar exitosamente el lindero norte —lleno de fraccionamientos “campestres” — y a competir ventajosamente con las aves locales.

Es La Primavera, que hoy cumple 31 años de su protección legal. Coexiste con un área urbana de 4.5 millones de habitantes, y se le ha encerrado entre carreteras de cuatro carriles o más; vías férreas; una mancha de fraccionamientos y fabril incontenible y cercas de todo tipo. Los procesos de cambio están desatados en un bosque que ha sido el privilegio de una megaciudad, que hoy parece devorarlo.

Aislamientos
¿Qué significan este cúmulo de datos dispersos? Que el bosque La Primavera mantiene vivos sus procesos naturales que lo hacen una comunidad biológica única, con sus más de 1,300 especies vivas, sin contar con la miríada de insectos que sostiene; una de las zonas naturales, en densidad por hectárea, más ricas de Jalisco y el país. Al mismo tiempo, revelan que ya están desencadenados procesos de extinción.

La clave puede ser la supervivencia del puma, pues como súper depredador, su sostenimiento depende de que esté completa la pirámide alimenticia. “Una de las formas rápidas para estimar los requerimientos de las poblaciones para estas especies es el hábitat disponible; de acuerdo a la masa de los individuos de una especie, de la población, la fecundidad y la mortandad, hay ya estudios biológicos que indican que para mantener una población de puma viable, necesitas 200 mil hectáreas, más o menos”, y el área protegida es apenas de 30 mil hectáreas, explica Arturo Balderas Torres, ingeniero ambiental por el ITESO y estudiante de doctorado en economía y política ambiental de la Universidad de York, Inglaterra, quien actualmente encabeza un estudio sobre los servicios ambientales de La Primavera.

Es decir, se trata de varios individuos “que estén en su rango de territorio, que puedan migrar y puedan reproducirse, para que no tengan problemas genéticos a futuro”. De este modo, “el riesgo es que si La Primavera se convierte en un parque aislado de otros complejos montañosos, con sólo 30 mil hectáreas, sería insuficiente para mantener a este depredador, entonces es ya un patrón de extinción, que va de lo local a lo regional, y que puede desencadenar otro tipo de problemas ecológicos, como la proliferación de sus presas, o la sustitución por otras especies como los coyotes o los perros ferales [asilvestrados] que pueden convertirse en depredadores…”.

Y no es algo que no suceda. José Luis Gámez, director del bosque, alude al programa permanente de control de perros y gatos en las zonas urbanas aledañas, en busca de que no sigan integrando manadas capaces de matar venados o pecaríes, e incluso de atacar a los propios felinos, debido a la superioridad del número.

Un pecarí del bosque tomado por una de las fototrampas del bosque, hace menos de un mes, revelaría que se conserva la cadena alimenticia, la pregunta es, ¿por cuánto tiempo más?

“La realidad del bosque es hoy diferente a como era hace 31 años”, añade Balderas Torres; “estamos cada día mas cerca, ya se están cerrando algunos corredores como es el de valle de Tesistán, casi bloqueado; el de Cerro Viejo —entre La Primavera y Chapala— cada vez está más urbanizado, y los que están quedando son los que se ubican al otro lado del bosque, que tienen otra presión económica que se relaciona con la caña, el agave, con la apertura de nuevo caminos como es el Circuito Sur o como el macrolibramiento [aún en proyecto]; con la inversión en infraestructura, que facilita el acceso y el uso del territorio, ya sea para la agricultura, para las urbanizaciones, para los cazadores; cada vez es más fácil llegar […] es claro que va a haber un incremento de animales atropellados porque las carreteras son cada vez de más alta velocidad y no tienen pasos de fauna aunque hagan manifestaciones de impacto ambiental y éstas se aprueben por la autoridad; así, están cerrando los canales que van hacia el volcán de Tequila, a la sierra de Quila, a Ahuisculco y hacia el Tepopote al norte”.

El científico insiste en que “al enfocarnos en el tipo de animal más grande, como el puma y el venado, resulta que necesitamos corredores más amplios de lo que nos quedan, porque este tipo de corredores puede funcionar para aves u otro tipo de mamíferos, roedores, insectos, incluso semillas, pero lo más sensible será el animal de gran tamaño y el más tímido y frágil; si garantizas que puede haber un tránsito de pumas o de venados estás protegiendo con ellos toda la cadena o pirámide del ecosistema”.

—Si esto se sabe tan bien, ¿por qué no se toma en cuenta en la creación de nueva infraestructura o urbanizaciones?

—No sé si sea por cuestión de presupuesto o de alcance o de tiempo, y bien podría proponerse estudiar mejor los sitios de paso de fauna […] las manifestaciones de impacto ambiental, que deben preverlo, más bien habría que ver hasta qué punto son un mero trámite para algo que se requiere hacer, y no para evaluar si se hace o no se hace algo que mitigue o revierta impactos; si todos los municipios y el estado tuvieran un programa de ordenamiento ecológico y territorial adecuado ya sabrías qué es lo que puedes hacer y en dónde, y el impacto ambiental sería mucho menor.

El jardín trasero
Óscar Reyna Bustos, científico de la Universidad de Guadalajara (UdeG) especializado en aves y reptiles, quien ha publicado inventarios correspondientes a este bosque, coincide con las señales de alerta. A su juicio, lo primero que habría que establecer es un sistema de monitoreo a largo plazo que permita obtener datos con mayor certidumbre.

“La urbanización, la tala hormiga, la fragmentación y circulación de predios y la introducción de fauna exótica son factores que ocasionan pérdida de especies nativas; el bosque está siendo cercenado de sus alrededores por esas carreteras que, además de ser más amplias y de circulación más acelerada, están bloqueadas con barreras físicas que dificultan mucho el tránsito de los animales, pues son continuas […] parece que estamos gestando, a futuro, un parque o un jardín trasero de la ciudad, totalmente empobrecido”, explica.

No es difícil prever que el aislamiento traerá endogamia y extinción de mamíferos, pero tampoco hay que olvidar el problema de los incendios frecuentes, que parecen ocasionar la desaparición gradual de algunas de las especies de ratones, añade el experto. Las barreras no sólo son problema para los animales terrestres: las aves se ahuyentan ante la fuerte urbanización que disminuye zonas de anidación en el suelo —codornices y aves pequeñas— por el ruido y la luz, que desorienta y perturba, y por la introducción de nuevos enemigos, perros y gatos que las depredan exitosamente.

Los reptiles y anfibios padecen por incendios, por la mayor radiación solar, por la pérdida de agua, sin descartar la posibilidad de amenazas foráneas, como el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, que mata silenciosamente a millones de ejemplares en otros sitios del planeta, explica Reyna Bustos. Por efecto de una globalización incontenible, ese asesino pronto podría arribar a estas montañas sitiadas.

Codas
El programa de fototrampas ha sido como abrir los ojos a realidades antes supuestas: la presencia de vida silvestre en una umbría cercana a una de las ciudades latinoamericanas que más se han expandido territorialmente en 30 años, y hoy ocupa más de 63 mil hectáreas, con altos costos ambientales.

Un pecarí, un lince y un puma —el mismo que esas cámaras detectaron hace año y medio— (ver Puma, el rey de La Primavera, en Público-Milenio, edición del 8 de noviembre de 2009) demuestran que lo salvaje se aferra a subsistir. Pero con grandes inconvenientes. Los cazadores son uno de los retos que debe enfrentar cotidianamente la reserva natural, señala la encargada de fauna, Karina Aguilar.

A otros animales los mata sin querer la agresiva apropiación territorial del hombre. Como el halcón Cooper de Nevada, que estaba anillado en esa demarcación de Estados Unidos en octubre de 2010. La responsable de fauna reportó el anillo a la asociación de Nevada, la cual respondió que la rapaz salió de las montañas de Goshute, y “para alcanzar su destino, calculamos que viajó 2,164.9 kilómetros […] todavía estamos trabajando en información que puede ayudarle a entender y a hablar de la migración de la rapaz, así como la importancia de mantener su área de conservación...”.

El increíble periplo terminó contra las ventanas de un edificio situado al costado del estadio de Chivas, en El Bajío, pues las aves no evolucionaron para enfrentar las fantasmales amenazas de los ventanales resplandecientes fabricados por los hombres.

Lince avistado por las fototrampas el pasado 22 de febrero. Hay un corredor sensible al sur del boque que está siendo destruido por la infraestructura gubernamental

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