martes, 8 de noviembre de 2016

Ajijic recibe a la nueva América



Los ancianos demócratas se fueron saliendo desencantados al paso de las horas tras mirar los resultados en una discoteca que esperaba un festejo en honor a Hillary Clinton

Agustín del Castillo / Ajijic, ribera de Chapala. MILENIO JALISCO.

Son 27 minutos después de la medianoche, y la plaza fuerte de los demócratas de Ajijic ya solo alberga ocho meseros mexicanos frente a su, al menos hasta hoy, peor enemigo: el güero Trump, que sonríe con una mueca simpática irreconocible en el furioso candidato; ojos enormes como de cómic japonés, cabello dorado como el Principito, y un leve dejo de satisfacción siniestra, no obstante el letrero ignominioso que cuelga de su cuello.

Es la discoteca Exótica, que sale al jardín principal del poblado que alberga la comunidad estadunidense más grande del exterior de esa nación que no sólo cree ser centro del mundo, sino que se cree otro mundo.

El pequeño Trump, huelga decir, es una piñata que los anhelosos gringos soñaban con defenestrar y desbaratar a golpes de palo, a la mexicana.

Enfrente de la efigie se descubre de repente un yanqui quizás deprimido, que no quiere su go home, aunque vive a pocas cuadras en el corazón de un país que ya es de algún modo el suyo.



La jornada comenzó como fiesta, con algarabía, sonrisas confiadas, ataques en en simbolo al odioso rival; con un casino lleno y rebosante de bebidas y botanas en mesas atiborradas de baby boomers que crecieron y prosperaron en una América más uniforme y con un estado benefactor. Ese país, han comprobado dolorosamente, ya no existe. Trump es el odioso heraldo de ese pasado que da la ultima batalla. El hombre blanco a la reconquista imposible.

En el retiro, pensaban los adeptos al partido del burro, era mejor apostar por la América de hoy: pluricultural, con derechos de minorías, globalizada económicamente y con el desafío de sobrevivir como superpotencia.

Sus paisanos han dicho no. Los ancianos demócratas se fueron saliendo desencantados al paso de las horas. Las banderas de las barras y las estrellas fueron bajadas, dobladas y guardadas. Trump veía sus 244 votos electorales en el relato de la CNN. El gringo rumiaba alguna pena privada. Los meseros esperaban cansados la salida del ultimo invitado. Una nueva América ha nacido esta noche.



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