Mucho trabajo de escritorio, pero resultados más bien modestos en materia de medio ambiente, gestión del agua y territorio.
Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.
Desde el 1 de marzo de 2013 hasta hoy, Jalisco ha avanzado en el papel, pero poco en la realidad en las materias relacionadas con el medio ambiente y el desarrollo territorial. Su secretaría del ramo, la Semadet, se mantiene entre las tres con más bajo presupuesto del gabinete del Ejecutivo estatal, y su incidencia en la agenda pública es más en el discurso que en los hechos, donde las fuerzas económicas y los grandes intereses mantienen su fuerte presencia y suelen oponerse a sus avances.
Entre los principales logros de la Administración, no exentos de controversia y conflicto, se encuentra la creación de dos áreas naturales protegidas –Cerro Viejo y, en unos días más, el bosque de arce de Talpa-; la conformación del organismo público descentralizado La Primavera –con la oposición enconada de un grupo de propietarios y ejidos, que permanece hasta ahora-, y el manejo –a juicio de sus críticos, bastante a destiempo- del impacto ambiental de la Línea 3 del Tren Ligero. Un cuarto caso de éxito también es incipiente: la ley y el programa estatal de cambio climático, con compromisos como bajar las emisiones a la mitad a 2030 y la deforestación en 80 por ciento a más tardar en 2020, pero cuyos instrumentos y herramientas apenas están en fase de establecimiento.
Y si bien, la dependencia señala como un logro importante el establecimiento de la “tercería” de la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) para dirimir el conflicto por el agua en el río Verde, los integrantes del Observatorio Ciudadano para la Gestión del Agua de Jalisco consideran que no tiene ni el perfil ni los oficios para hacerlo, y por el contrario, tienden el velo de la sospecha: que simplemente se trate de un modo de ganar tiempo para
que los amparos que hoy mantienen detenida la construcción de la presa El Zapotillo, puedan ser resueltos a favor de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), pese a la creciente hostilidad de los habitantes de Los Altos que ven el proyecto como un esquema de “despojo legal” de sus aguas.
Otro terreno donde el discurso rebasa con mucho a los hechos es el tema de la verificación y de la red de monitoreo atmosférico.
En ambos casos, la capital de Jalisco no cuenta con respuestas adecuadas al enorme desafío de su mala calidad del aire que la hacen una de las peores atmósferas de América Latina; en el primero, intereses económicos y político-electorales han bloqueado la posibilidad de un programa que de por sí es costoso para los inversionistas y para la sociedad, lo que obliga a mantener la verificación a cuatro gases y estática que apenas cumplen uno de cada tres automovilistas.
En el segundo, la red no se ha modernizado y el monitoreo es defectuoso por la falta de apoyo de los gobiernos municipales, que rebasa con mucho el tiempo de las actuales administraciones municipales.
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