La ciudad no ha utilizado en décadas el tope de su concesión debido a la falta de mantenimiento del acueducto de 1985.
Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.
Dentro de la explicación insuficiente que se ha dado sobre la crisis de abastecimiento que tiene la ciudad, hay algunos datos duros que permiten analizar el problema.
Por un lado, el relativo a las fuentes de abastecimiento: El lago de Chapala, que aportó en 2015 alrededor de 64 por ciento del agua de la ciudad, es decir, 189.7 millones de metros cúbicos (ver http://www.siapa.gob.mx/sites/default/files/informe_anual_2015.pdf) dia de ayer se ubicaba en la cota 94.54 con 4,260 millones de metros cúbicos, lo que significa que no solo goza de cabal salud en existencias, con casi 54 por ciento de su capacidad total, sino que la comparar el dato con la concesión anual de 240 millones de m3 que tiene Guadalajara, equivale un almacenamiento para mas de 19 años.
La presa Calderón, que según el mismo reporte del SIAPA entregó a la ciudad 9 por ciento de su agua (27 millones de m3) en 2015, ayer contenía 52.35 millones de m3, de 80 millones de su capacidad máxima, es decir, 65 por ciento de su capacidad total. Esto significa que puede aportar cerca de mil litros por segundo, como sucede en épocas críticas.
El SIAPA suma 27 por ciento del agua de 2015 proveniente de manantiales y su amplio sistema de pozos, es decir, más de 80 millones de m3 de ese año. Por si fuera poco, en noviembre, se sumaron nuevos pozos por un caudal cercano a 577 litros por segundo, muy por encima de los casi 300 litros que significó la incorporación de 27 mil cuentas de las más de 70 colonias incorporadas en Todos con agua, es decir, no tendría porque haber un saldo deficitario. De hecho, son 18.2 millones de m3 más por año de los cuales 10 millones estaban ya comprometidos por esa nueva demanda, aproximadamente.
Todos estos datos reflejan que hoy se puede disponer de casi 320 millones de m3 por año para una población a abastecer de poco más de cuatro millones de personas, esto es, 880 mil m3 diarios y 220 litros por habitante (incluidos todos los usos). Por si fuera poco, todavía sería posible extraer 50 millones de m3 más del lago de Chapala, esto es, el tope de la concesión.
Si Chapala es la llave, ¿cuál es el problema? Muy simple, esa concesión nunca se puede utilizar completa, porque la capacidad de conducción del acueducto está reducida a 5.5 m3 debido a que no ha sido modernizado desde que entró en operaciones. En 2012, se planteó la posibilidad de abrir la segunda línea para permitir mantener la infraestructura, pero hubo una intensa oposición ante el temor de que doblar la capacidad de extracción condujera a “legitimar” sobreexplotar el lago.
Lo cierto es que sí se trata de mayor demanda por época de calores, sí hay solución: extraerle a Chapala más agua, pero eso sólo es posible por el antiguo canal de Atequiza –que abasteció entre 1956 y 1985- que al no estar recubierto, significa enormes pérdidas de por evaporación y más gasto en potabilización, pues el agua se contamina en su largo trayecto. Tal vez esta situación refleje que hay manera inmediata de paliar la crisis, pero la falta de decisión en modernizar la infraestructura trae mayores costos económicos y ambientales para el lago y la ciudad.
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