sábado, 20 de febrero de 2010

Nace sin presupuesto área natural protegida


El gobernador decretó la Sierra del Águila “área estatal de protección hidrológica”. Reservas estatales, incluidos 13 sitios Ramsar, no tienen dinero en 2010. Es un paso intermedio, que requiere un esfuerzo permamente, afirman.

Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO. Edición del 19 de febrero de 2010

Sin un peso de presupuesto, sin programa de operación y manejo ni responsables directos de su gestión, acaba de nacer la segunda área natural protegida estatal de Jalisco: la sierra del Águila, enclavada al norte del valle de Ameca, con 20,853 hectáreas, nueva “área estatal de protección hidrológica”.

En la edición del pasado martes 16 de febrero, el periódico oficial El estado de Jalisco hizo público el decreto del gobernador que pone en vigor en el papel la protección del área, con la incertidumbre que en estos tiempos afecta a todas las reservas ecológicas de Jalisco, incluidos el parque estatal Bosques Mesófilos Nevado de Colima y los trece sitios Ramsar (humedales prioritarios internacionales), pues no existe partida financiera para que puedan cumplir sus objetivos.

“Se está manejando una propuesta para generar un fideicomiso, una bolsa que reciba recursos de varias partes, para de allí poder financiar las necesidades de las reservas del estado; por lo pronto, en sierra del Águila, tenemos garantizado que la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder) se encargará de atender el problema de los incendios, y pronto constituiremos el consejo asesor para ir fortaleciendo institucionalmente la zona”, dijo el director de recursos naturales de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades), Antonio Ordorica Hermosillo.

Lo que ayuda en el caso de sierra del Águila es que ya se constituyó una asociación civil con ex regidores e investigadores que participaron en la gestión de la zona, durante 2008 y 2009, lo cual allana el camino para constituir un consejo legitimado socialmente, el cual debe ser integrado por autoridades locales y estatales, comunidades y ejidos, añadió el funcionario.

Pese a esta severa dificultad de arranque, la secretaria del ramo, Martha Ruth del Toro Gaytán, no quiso dejar pasar la fecha, pues el decreto cristaliza un trabajo intenso con activa participación de las comunidades locales. Ayer, en compañía de Héctor Valdovinos, director de sustentabilidad de la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder), así como representantes de los ayuntamientos de Etzatlán, Ameca, Ahualulco del Mercado y San Juanito de Escobedo, anunció en el famoso paraje de Las Piedras Bola (que ya tiene una declaratoria municipal de protección) la formalización del decreto.

“Hoy se suman estas 20,853 hectáreas de protección bajo el carácter de protección hidrológica, toda vez que en esta conformación se encuentran incluidas dos importantes cuencas y cinco sub-cuencas, lo que hicieron natural que esta categoría se determinara”, dijo en su discurso a los concurrentes.

Destacó las “excelentes condiciones de conservación” de la zona, donde “casi un 60 por ciento de vegetación se encuentra todavía en condiciones naturales vírgenes, hay muy poco asentamiento humano, apenas 181 personas en toda esta gran superficie”.

De este modo, se ufanó, Jalisco cuenta con 18 áreas naturales protegidas, once de ellas de carácter federal, cinco municipales y dos estatales, lo que suma una superficie protegida de 852, 546 hectáreas, 10.3 por ciento del territorio estatal.

“Es una sierra de carácter único, proveedora de una gran cantidad de servicios ambientales, con bosques de encino, encino pino, una gran cantidad de selva de baja caducifolia y también una cantidad muy importante de bosque de galería [el que crece en las márgenes de los cuerpos de agua]”, añadió. Si se considera la reciente designación de la presa La Vega como sitio Ramsar, la región ya cuenta con un sistema importante de protección de ecosistemas que deberían garantizar la permanencia de sus servicios ambientales en el largo plazo.

Pero la conservación necesita que se le invierta, pues aunque las partes altas están casi íntegras, en la cercanía del valle se reporta la sobreexplotación de pozos profundos, los desmontes y la contaminación. Y eso preocupa porque el gran valle es corredor de la fauna que deambula de un monte a otro. Allí, entre cañaverales y potreros se suelen avistar pumas, pecaríes, venados y otros ejemplares de la vida silvestre.

Por eso, Héctor Valdovinos consideró a la declaratoria como un paso intermedio, que requiere de un esfuerzo permanente hacia el futuro. “Este es un proceso continuo, es un signo positivo de voluntad política y de respuesta clara y concreta a la responsabilidad inamovible del Estado de garantizar la preservación de los recursos naturales para las generaciones que nos habrán de preceder”.

Dijo que la nueva reserva tendrá viabilidad si involucra a la comunidad en general, con propietarios, agencias gubernamentales, académicos, grupos de sociedad civil y organizaciones internacionales.

“Debemos aprovechar este momento y poner a prueba nuestra capacidad creativa y hacer de las áreas protegidas espacios de aprovechamiento sustentable que contribuyan al desarrollo integral de la sociedad”.

Los alcaldes se comprometieron a no dejar la conservación en el papel. Para lo cual se requieren dineros, eso de los que ahora no tienen las áreas protegidas en Jalisco.

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CLAVES

Algunos datos

La superficie a proteger en la nueva reserva se divide en lo municipal del siguiente modo: Etzatlán, 13,693 hectáreas; Ameca, 6,816 ha; Ahualulco del Mercado, 5,025 ha, y San Juanito de Escobedo, 1,317 hectáreas.

Incluye entre sus ecosistemas los bosques de encino y los de pino, la selva baja caducifolia y el bosque de galería; se trata del principal aportador de agua para la recarga de mantos acuíferos y los caudales del río Ameca y de la presa de La Vega. Según el estudio justificativo, entre 60 y 70 por ciento de este polígono tiene condiciones naturales óptimas, “sin perturbaciones”.

En las partes bajas hay una intensiva explotación de agua de pozos profundos para diferentes usos, sobre todo el agrícola. La mayor parte de la superficie es ejidal, y existen pocos asentamientos humanos, escasos caminos. Los censos revelan apenas 181 personas viviendo al interior del entorno que se busca proteger.

En la Sierra del Águila sobreviven especies como el puma (Puma concolor), venado cola blanca (Odicoleus virginianus), pecarí de collar (Tayassu tajacu), jaguarundi (Herpailurus yaguaroundi) y tigrillo (Felis wiedii), éste último, “en peligro de extinción” según la Norma Oficial Mexicana 059.

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