jueves, 7 de diciembre de 2017

40 mil ha de bosques de Jalisco, en riesgo por expansión aguacatera



El divorcio entre el desarrollo rural y el medio ambiente es evidente con el aguacate: bosques pueden ser arrasados al aplicarse a rajatabla recomendaciones oficiales.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

Alrededor de 40 mil hectáreas que ocupan hoy bosque templado en Jalisco cumplen con los requisitos de la “receta ganadora” para alojar huertas de aguacate: una altitud de mil a dos mil metros sobre el nivel del mar, lluvias anuales de mil a dos mil milímetros, temperaturas de 17 a 24 grados centígrados, y suelos “de textura ligera” y profundos, bien drenados y con un ph (acidez) neutro.

El problema es que su transformación al exitoso cultivo que es campeón en exportaciones a Estados Unidos y la Unión Europea, llevaría a una pérdida ambiental de gran calado, pues las investigaciones más serias demuestran que además de destruir biodiversidad por tratarse de un monocultivo y de contaminar el agua por el uso de agroquímicos, una plantación aguacatera tiene un potencial de apenas un séptimo de la captura de carbono de los bosques de coníferas, es decir, no es una respuesta verdadera al cambio climático.

Un ejercicio solicitado por MILENIO JALISCO a consultores forestales, con base en la Monografía del Aguacate, publicación de la Subsecretaría de Fomento a los Agronegocios de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), fue usar datos del INEGI en mapas orográficos, hidrográficos, de clima y suelos, para definir altitud, precipitaciones, temperaturas promedio y suelos, y hacer un cruce con los elementos técnicos que ofrece tal monografía. El resultado es que 40 mil hectáreas de las cadenas montañosas del sur y el occidente del estado tienen la aptitud recomendada por la Sagarpa.

No obstante, en la monografía, la dependencia se cuida de los efectos que puedan tener sus consideraciones: “toda la información contenida en este documento no ofrece ningún tipo de recomendación para la toma de decisiones, su contenido tiene una finalidad exclusivamente informativa”, señala en la página 2.

Luego detalla los “requerimientos climáticos” del aguacate. En temperatura, “va de los 17 a 24 grados centígrados [°C], siendo la temperatura ideal en alrededor de 20°C, temperatura en la cual alcanza su óptimo desarrollo”.

En humedad, “el aguacate requiere regímenes pluviales de mil a dos mil milímetros de lluvia. Además, durante la época productiva, el riego localizado prolonga el periodo productivo, incrementando los rendimientos en alrededor de 30 por ciento y mejorando las cualidades organolépticas de los frutos”.

Respecto al suelo, “para sembrar el aguacate, el suelo más recomendado son los de textura ligera y profundos bien drenados con un pH neutro o ligeramente ácidos de 5.5 a 7. También, se pueden cultivar en suelos arcillosos o franco arcillosos, siempre que exista un buen drenaje. El exceso de humedad es un medio que provoca enfermedades de la raíz, fisiológicas y fúngicas”.

El terreno destinado al cultivo “debe contar con buena protección natural contra el viento, porque este puede producir daños como: rotura de ramas, raíz y caída del fruto, especialmente cuando están pequeños, además, el viento reduce la humedad, las flores se deshidratan e interfiere con la polinización”.



En el apartado 3, se detallan las normas oficiales mexicanas (NOM) y normas mexicanas (NMXs) aplicables para el cultivo aguacatero. “Derivado de la apertura comercial y los tratados de libre comercio, el gobierno y las empresas que deseaban exportar aguacate crearon la NOM de información comercial-etiquetado para productos agrícolas-aguacate que se plasmó en los envases. Fue el 14 de septiembre de 1998 cuando entró en vigor la NOM-128-SCFI-1998”.

Posteriormente “se elaboró la NMX-FF-016-2002 productos frescos no industrializados para uso humano, fruta fresca – aguacate. Se elaboró con el objetivo de establecer las especificaciones de calidad que debe cumplir el aguacate en su variedad Hass. Participaron diversos organismos, dependencias e instituciones en su elaboración”.

Con el objetivo de eliminar plagas en la producción de aguacate “se creó la NOM-066-FITO-2002, que tiene por objetivo el manejo fitosanitario y movilización del fruto y controlar el barrenador de hueso”.

No se alude en ningún momento al problema que la expansión aguacatera ha traído, primero a los bosques de Michoacán (líder mundial en producción de Persea americana), y luego a los de Jalisco, los cambios de uso de suelo forestal. No hay propuesta de emisión de normas para que los productores cumplan la ley, y ni siquiera se alude a la conveniencia (incluso comercial) de una certificación ambiental. Es un mundo ajeno totalmente a los planteamientos de la Sagarpa, la principal aportadora de subsidios a esta creciente economía agroindustrial, que ocupa casi 25 mil ha de superficie en las regiones sur y sureste de Jalisco, fundamentalmente.

“La coincidencia de condiciones agroclimáticas ha ocasionado un acelerado cambio de uso del suelo forestal a la producción de aguacate, al grado de provocar un gran deterioro de los ecosistemas forestales del estado de Michoacán, que se manifiesta en un proceso de deforestación de 500 ha anuales. Esto tiene implicaciones importantes, pues el bosque juega un papel fundamental en el balance hídrico a nivel de cuenca, el suministro de agua para diversos usos, la conservación del suelo y la provisión de servicios ambientales a la sociedad”, señala, analizando el caso del estado vecino, la publicación Impactos ambientales y socioeconómicos del cambio de uso del suelo forestal a huertos de aguacate en Michoacán, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).

“La complejidad del cultivo del aguacate por la gran extensión que ocupa […] su ciclo de producción, el uso de agroquímicos y el efecto sobre el entorno ambiental, hacen que este sistema-producto influya drásticamente en el cambio de uso del suelo y en el deterioro del medio ambiente. El cambio de uso del suelo y la deforestación son procesos que aumentan los gases de efecto invernadero y el cambio climático, por ello en la estrategia nacional de cambio climático se postula a la conservación de la cobertura vegetal y de los suelos como las opciones naturales para la captura de carbono. Los bosques capturan de cuatro a siete veces más carbono que los huertos de frutales más vigorosos, incluido el aguacate (Kerckhoffs y Reid, 2007). De acuerdo con estudios realizados en la zona forestal-aguacatera, se estima que la captura de carbono para Pinus douglasiana es de 222 toneladas por ha, mientras que en P. pseudostrobus varía de 216 a 237 t/ha”.

En ese estado, como en Jalisco, “la coincidencia de los requerimientos óptimos de altitud, temperatura y clima para el potencial ecológico de las especies forestales, principalmente Pinus leiophylla, P. douglasiana, P. oocarpa, P. michoacana y P. pseudostrobus, y los requerimientos óptimos del aguacate, explican en gran parte el fenómeno de la extensión de huertas a las áreas con vocación forestal”.

No obstante, “la conservación de la cobertura forestal y de los suelos es fundamental por sus impactos regionales en la biodiversidad, en la producción de agua, disminución de la erosión, captura de carbono y en la regulación del clima. Por ello se deberá detener la deforestación […] es indispensable integrar un plan de largo plazo de transición hacia la sustentabilidad en la producción de aguacate que coparticipe en el manejo adaptativo de los recursos de suelo, agua, flora y fauna, y que mitigue el cambio climático”.

Además, “que promueva el uso de tecnologías agroecológicas con base en una agricultura orgánica para el manejo de la fertilidad del suelo, y el uso de enemigos naturales para el control de plagas y maleza, que detengan y reviertan los impactos para la salud por las grandes cantidades de agroquímicos que se usan con el modelo actual de producción” (consultar en http://www.inifapcirne.gob.mx/Revistas/Archivos/libro_aguacate.pdf).

Ese ordenamiento territorial no se ha hecho de forma específica para el aguacate en Jalisco, y como la política de estímulos de la Sagarpa no señala de forma explícita las consideraciones ambientales, el riesgo es latente. “Jalisco deberá aprender de la experiencia de Michoacán, no queremos que se repita ese problema, los aguacateros deberían ser los primeros interesados en alcanzarlo”, señaló hace seis días, en su visita a Guadalajara, el procurador federal del ambiente, Guillermo Haro Bélchez.



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Claves

Tres recomendaciones

1 Aplicar la ley
“Desafortunadamente, la coincidencia de los requerimientos óptimos de altitud, temperatura, clima y precipitación para el potencial ecológico de las especies forestales y los requerimientos óptimos del aguacate, provocan el fenómeno de extensión de huertas en las áreas con vocación forestal, sin embargo, desde el punto de vista normativo, el proceso de cambio de uso de suelo de vocación forestal para establecer huertas debe regularse en los términos de la Ley de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y su reglamento en materia de impacto ambiental”

2 Zonificar
“La zonificación agroecológica es una herramienta importante para definir de manera ordenada el desarrollo de este cultivo, evitando el acelerado cambio de uso de suelo forestal producción de aguacate…”

3 Planeación a largo plazo
“Es indispensable integrar un plan a largo plazo de transición hacia la sustentabilidad en la producción de aguacate que participe en el manejo adaptativo de los recursos al suelo, que promueva el uso de tecnologías agroecológicas con base en una agricultura sustentable”

Fuente: zonificación agroecológica del aguacate, Oswaldo Campos Campos, Instituto Politécnico Nacional, 2012


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