martes, 27 de octubre de 2009

Subsidios llevan al campo a un colapso ambiental


Entrevista, segunda parte



El modelo actual que sigue la Sagarpa genera negocios depredadores en muchas regiones. El país debe invertir menos en negocios privados y apostar por bienes públicos, o se profundizará la crisis actual, ambiental y social, advierte Mayorga Castañeda.


Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO, Negocios

El cambio climático, la pesadilla del siglo XXI, ha asentado sus reales en el campo mexicano, que no está preparado para afrontar sus retos porque se siguen subsidiando con presupuesto público modelos de desarrollo depredadores, mientras se han descuidado los bienes públicos.

Este no es el vaticinio desolador de un ambientalista, sino la visión descarnada de la realidad que tiene el secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, Francisco Mayorga Castañeda, quien ocupa por segunda ocasión en cinco años la cartera federal, y reconoce que la magnitud de los cambios que exige el sector rebasan las atribuciones, el margen de maniobra política y el tiempo de un secretario de Estado.

Los niveles actuales de subsidio “son tan altos que están desplazando a la inversión privada”, y generan un contexto ficticio para muchos negocios, que así evitan asumir costos ambientales en un país cuyos dos tercios territoriales más productivos son regiones semidesérticas, escasas en agua y recursos naturales.

Esta es la segunda parte de su entrevista con Público. El jalisciense advierte que hay poco tiempo para rediseñar políticas para generar un entorno adecuado antes de que los cambios de patrón del clima empiecen a colapsar regiones mexicanas hoy aparentemente prósperas.

Usted mencionaba a Lala como ejemplo de organización exitosa en lo económico que influye en lo político, pero hay un aspecto que casi nunca se cuenta sobre el costo ambiental que se está pagando por sostener su sistema productivo en La Laguna, una amenaza de colapso que se reproduce de diversas formas en muchas partes del país, ¿no cree que estamos generando negocios que en realidad no tienen sustentabilidad futura?

Exacto, el ambiental es uno de los grandes temas a los que no le hemos entrado; nos seguimos concentrando en la producción, en la rentabilidad, en la eficiencia, y esta es otra gran variable nueva que está apareciendo en el mundo de los alimentos, la sustentabilidad, y no nomás está el caso de Lala; por ejemplo, en el valle de Mexicali: en todo California hay graves problemas de agua, sin embargo estamos produciendo una gran cantidad de trigo cristalino que además se exporta con subsidios; estamos consumiendo millones de metros cúbicos de agua para producir un cultivo que no tiene mercado en México y que además se tiene que subsidiar para que salga del país, y esto no es una agricultura sensata, ni ambiental ni económicamente; sin embargo, ahí está porque ese grupo de productores tiene un poder político para exigir en el Congreso apoyos al trigo, y a la hora de la hora se instalan ahí y no aceptan cambiarse de cultivo, porque si lo hacen pierden ese poder de negociación.

Lo que nos lleva al tema de la política de subsidios ¿rediseñarla no es uno de los grandes retos?

Definitivamente, lo que estamos viendo es que ya los niveles de subsidio son tan altos, que están desplazando a la inversión privada, y en lugar de invertir el productor con la ayuda del gobierno el productor ya no invierte a menos que el gobierno le ponga dinero, y esto está causando esta paradoja enorme de que cada vez se le mete más dinero al campo y el ritmo de crecimiento del campo es más chiquito o la rentabilidad particular de los actores se está perdiendo; y la gente a pesar de los subsidios dice, pues no me salen las cuentas, estoy perdiendo dinero, y es porque hemos ido abdicando de la inversión privada año con año, esperando el recurso público […] eso es lo que estamos viendo y necesitamos replantearlo.

Pero esto obligaría a un verdadero golpe de timón, ¿coincide en la idea de que políticamente el país no está preparado para esto?

De acuerdo; sin embargo, hay que hacerle la lucha para hacer conciencia y de repente suceden cosas; por ejemplo, en Nueva Zelanda, hace catorce o quince años, los productores fueron capaces de decirle al gobierno: en vez de que me des un subsidio para mis vacas, vamos invirtiendo ese dinero en bienes públicos, en investigación y desarrollo, en promoción de las exportaciones, en la sustentabilidad de la actividad, y lograron dar ese paso, y no esta fácil en México, no lo veo en el corto plazo, pero tenemos que hacer esta conciencia.

Sin olvidar de vaticinios bien informados sobre el cambio climático que le pega fuerte al país y puede colapsar muchas regiones.

Pues simplemente el caso de la leche; usted vea cómo las grandes cuencas lecheras están todas en zonas con problemas de agua: Ciudad Juárez, Ciudad Delicias, en Chihuahua; luego siguen Torreón, Aguascalientes y Querétaro; en esa enorme franja de norte a sur, se genera 85 por ciento de la producción de leche en este país, pero todas están en grave conflicto con el agua.

Considerando que muchas de estas empresas lecheras son de avanzada, ¿no se han acercado para hablar del tema, no hay una preocupación?

No como un tema toral; de repente cuando se seca un pozo o hay un año extremadamente seco piden apoyos para la sequía, pero no como para plantearse una estrategia global de cuidado del recurso, y finalmente dicen, si se me acaba el agua aquí, me traigo la leche de Uruguay o de Nueva Zelanda, lo importante es tener el mercado; entonces entramos a este tipo de lógicas puramente económicas, de “si ya exprimí la tierra y no tiene nada que ofrecerme, pues voy y me traigo los productos de otro lado”.

Una lógica depredadora.

Sí, porque finalmente ellos razonan que es el producto el que da un valor en el mercado a su compañía; pero yo no culparía tanto a las empresas, sino que como humanidad tendríamos que replantearnos muchas cosas y ese es un ejemplo.

En México hay tasa cero en el cobro de agua para el campo, y subsidio a la electricidad para bombeo de pozos, ¿no le parecen estímulos perversos?

Sin duda, y muchas de estas cosas el señor presidente [Felipe Calderón] las tiene claras, como es el tema de la compañía Luz y Fuerza del Centro, donde es claro que ya no podemos estar manteniendo tantas cosas, sin costos, con el pretexto de no estar afectando a la economía popular…

Pero en realidad hablamos que esto rebasa en mucho lo que puede hacer un secretario de agricultura…

Y eso lo hemos dicho en todos los tonos, la secretaría sola no puede resolver el tema de alimentos y agricultura de este país, por más presupuesto que le den.

Cuando usted habla de invertir en bienes públicos ¿a qué se refiere?

Ejemplos: una cosa que está teniendo más importancia cada vez son las sanidades, la salud, temas como la influenza aviar, que en un momento dado pueden colapsar una actividad económica que ha costado muchos años y dinero construir; la sanidad es un bien público que el gobierno tiene que estar cuidando, ahí no hay incentivos para que hagan los particulares la chamba solos, de investigación y desarrollo, o sea: tenemos que generar una serie de empresas de alta tecnología que puedan incidir en cuestiones como es el cambio climático, como la biotecnología, como nuevos negocios para reciclar, para encontrar nuevos productos como es la biomasa, que se encuentra en el campo; entonces es sanidad, investigación y desarrollo, infraestructura; tenemos mucha infraestructura altamente deteriorada, tenemos presas azolvadas, canales rotos que no están revestidos y significan una enorme pérdida de agua; nos faltan caminos, nos falta electricidad en muchas zonas rurales; está la promoción de productos mexicanos, la capacitación y desarrollo tanto de los productores como de los consumidores, o sea, nuestro pueblo no sabe alimentarse bien, por eso tenemos campeonatos en obesidad, en diabetes, en arterioesclerosis, y todo eso cuesta, y a los particulares no les interesa invertir en esto, al particular le interesa su negocio y su rentabilidad, y qué bueno, hizo su chamba, pero la chamba del gobierno más bien es ésta, la planeación; y yo les digo que si todos los programas son a la demanda [de los productores], cómo me pides que planee, con qué armas, si finalmente mi presupuesto se lo tengo que dar al que me pide. Son esos pequeños giros los que tenemos que ir dando.

¿No cree que en buena medida que el gobierno invierta tanto en subsidios ha sido porque la banca no ha respondido como factor de otorgamiento de créditos y de condiciones adecuadas para un productor?

Sí, es correcto, pero ahí también entran las estructuras de tenencia de la tierra, y si la mitad del país o un poco más es propiedad social y no se puede dar en garantía, pues automáticamente será mas difícil que la banca le entre a esa mitad; y si la otra mitad sí le puede dar garantías pues se va a enfocar a esa mitad; segundo, si no hay formalidad en la relación del agricultor con la empresa, pues también está en riesgo el tema de la comercialización: va a aparecer el coyote y va a pagar el precio que quiera, y también cómo le entro a un cliente que no sé a quién le va a vender, no aparece en el mapa, el señor si sabe a quién le vende, pero las dos figuras son informales, están en la economía informal, y si no tengo normas de calidad que me digan este producto tiene tal precio, todos valen lo mismo o no valen nada. Todo esto impide que un financiero entre a un sector con tanto problema, si puede entrar a otro que no tenga problema, como financiar vivienda de interés social, automóviles y línea blanca, tarjetas de crédito […] por eso digo que tenemos que arreglar la casa en muchas vertientes para que entonces el crédito llegue, y si además todo el tiempo estamos diciendo que el campo es un desastre, que está abandonado, pues así no estamos vendiendo el camello, y el banquero se mueve por riesgo, y donde está la mayor percepción de riesgo, pues ahí no va.

¿Descarta usted los vaticinios de muchos ambientalistas respecto al tema de los organismos genéticamente modificados, como es el caso del maíz con las razas criollas?

Sí los descarto, porque en primer lugar lo que se están planteando en México es acotar la producción de maíces transgénicos en regiones de agricultura intensiva y donde ya no hay un agricultura tradicional; y el segundo punto es que aunque no existieran los transgénicos, el simple hecho de que los productores de maíces criollos no tengan rentabilidad, va a hacer que dejen esos materiales, y volvemos al tema del banquero, si aquí tengo una semilla que me produce dos toneladas por hectárea en el mejor de los casos, y aquí tengo otra que puede darme ocho, usted dígame si voy a estar casado con la de dos; no lo estoy a menos que las dos toneladas de maíz criollo pueda venderlas a lo mismo que las ocho toneladas del maíz normal; le pongo el caso del maíz cacahuazintle, con el que se hace el pozole, que vale a diez pesos el kilo, y ahí sí, si me da dos toneladas y es a 10 pesos el kilo, esto sería el equivalente a ocho toneladas a 2.50 pesos el kilo, pero son nichitos de mercado que tenemos que encontrar para que de veras se defienda el maíz criollo, de otra, aunque no existiera el transgénico, se va a acabar.

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