jueves, 10 de mayo de 2018

“¿Para qué quieren ser políticos si nadie los quiere?”


En el CUCSH, se dio la primera escaramuza entre aspirantes al gobierno de Jalisco; la aspirante del Panal fue la más punzante

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

Los seis candidatos a gobernador de Jalisco, asistentes al debate de ayer, en el auditorio Salvador Allende del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, de la UdeG, no se sonrojaron cuando la moderadora Mónica Montaño los quiso provocar con una pregunta que expresa bien el sentimiento popular sobre los dedicados al quehacer público en México: "¿Para qué quieren ser políticos si nadie los quiere?".

Y si era de esperar que en el sitial de las cátedras más abstrusas y sesudas de la ciencia y el arte de organizarse para gobernar, alguien disertaría sobre la naturaleza política inherente a todo lo ciudadano, el famoso zoon politikon aristótélico, la realidad es que no hubo que apelar a tanta sapiencia.

Desde el principio, los estudiantes del centro universitario que nutre de más servidores públicos a Jalisco, enmarcaron, en voz de Yesenia Berber, las ideas marco y los objetivos del diálogo "Construyamos 2018".

Estos jóvenes encuentran un ejemplo para cambiar al mundo ya no en la beligerancia revolucionaria de Fidel Castro o Salvador Allende, sino en la mesura del obispo tapatío Fray Antonio Alcalde –irónica referencia ante la convergencia, tras 150 años de la reforma y 100 de la revolución, de fuerzas clericales y civiles en algunas potentes candidaturas nacionales-; se afirman con vocación para "hacer lo que nos gusta, lo que nos hace felices", un manifiesto que califican explícitamente como millennial, y como buenos millennials, destruyen con su corrección política la fluidez y el sentido común de una lengua milenaria: "los y las candidatas", la "presidenta". El manifiesto más radical es hoy un conformista "estar vivo es ser revolucionario", que espeta el primer presentador, mientras los aspirantes se saludan, se dicen compadres o caballeros y luego ocupan su sitio en el estrado.

La alusión a "los y las" desaparecidos (y desaparecidas, faltaba más) trata de enmarcar la reflexión que por primera vez en este periodo electoral, harán en conjunto Miguel Ángel Martínez (PAN), Miguel Castro (PRI), Carlos Orozco (PRD), Salvador Cosío (PVEM), Enrique Alfaro (PMC) y Martha Rosa Araiza (Panal), en el estricto orden de conformación histórica de los partidos que representan.

El debate permitirá exposiciones modestas que más bien son como escaramuzas de futuros enfrentamientos, en busca de diferenciar un proyecto de otro. Alfaro, quien se siente en casa, comienza contundente con su deseo de "reivindicar la política", su capacidad para tomar decisiones pero también dialogar; su aspiración de trascender con la "refundación" de Jalisco. Castro se ufana de sus raíces modestas-"nací en una clínica del IMSS"- y su familia emprendedora, de su amor al servicio público, de su tolerancia a la disidencia, su lealtad política –"jamás he cambiado de camiseta"- y la necesidad de profundizar la modernización de Jalisco. Orozco parte de su larga carrera de universitario; Cosío, de la experiencia de lo público y su conciencia de la pérdida de protagonismo de Jalisco desde hace 20 años; Martínez, de su vivencia de la ciudad y su certeza de que la sociedad democrática no necesita redentores –las pedradas eran tímidas-.

Pero irrumpe la maestra Araiza Soltero, y es la que le pone sabor a la salsa: ella considera que la política es desvirtuada desde el control caciquil de los estudiantes de la UdeG, que padeció, y narra una anécdota para tratar de avergonzar al ex rector Tonatiuh Bravo –quien es interpelado desde las primeras filas del auditorio-, el cual prometió a un grupo de estudiantes disidentes de Autlán que podrían contender contra la FEU, pero cuando regresaron a su ciudad, las elecciones ya habían pasado ("¡perdimos, compadre!", fue lo que no les dijo el hoy candidato a diputado de Movimiento Ciudadano, quien o no se acordaba de la anécdota de Ruiz Cortines, o no hubo ocasión de que la luciera ante las frustradas activistas).

Seguridad, educación, desarrollo económico, por qué quiero ser gobernador. Refundación, segunda universidad pública (buuus previsibles, Castro está en terreno enemigo), fiscalías independientes, pagos de servicios ambientales, innovación tecnológica, limpia de poder judicial, maestros reprimidos por Elba Esther (Alfaro trata de pegarle a la candidata del Panal) un general y no un diputado como secretario de seguridad (pedrada cortesía de Cosío), pero de nuevo, Martha Rosa, quien apoya el encarcelamiento de la lideresa salinista del SNTE, irrumpe contra "los cínicos" que pretenden enmendar una plana que rayonearon subidos a un banquito... o desde el piso.

Alfaro y Castro es el encuentro esperado, pues el doctor Carlos Lomelí, de Morena, no ha acudido. El emecista le reconoce que es "buen hombre" pero cuestiona su liga con los otros caciques, los de Tlaquepaque. Miguel dice que el PRI respeta a los comerciantes, no los persigue. No hay mucho más. Salen ambos por diferentes puertas. 33 puntos de diferencia en las encuestas deben ser abrumadores, pero la encuesta que vale se levantará en 52 días.

SRN

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