miércoles, 30 de mayo de 2018

Guadalajara como Comala: cuando las olas de calor matan


Son los días más calientes del año, pero el récord permanece imbatido desde 1994; altos riesgos para niños y ancianos.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

En estos días de temperaturas mayores a 35 grados, los tapatíos se imaginan como personajes insomnes y atribulados de Pedro Páramo, en una Guadalajara-Comala que no creen ficticia: “Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren al llegar al infierno regresan por su cobija”.

Sin entrar en pormenores de los pecados que puedan estar cometiendo los antaño inocentes provincianos de esta leal ciudad, que sólo aspiraban al cielo, los expertos señalan que los moradores del área metropolitana exageran: hace ya 24 años, con dos millones de almas menos (metáfora muy oportuna), se presentó la temperatura más elevada de que se tenga registro. Paradójicamente, el fenómeno que acompaña esta alza de temperaturas, las islas de calor, sí obliga a tomar en serio los efectos que pueden acarrear sobre la salud.

“Es lo mismo que pasa con las personas cada año, siempre pregunta o dicen ¡qué calor! […] en mayo del pasado año se registró 37.3 grados el día 21 de mayo en la estación del Cerro del Cuatro; este año, la mayor fue 36.9 grados el domingo pasado [27 de mayo] en la estación Belenes. Lo que sucede es que ha sido un mes atípico, porque usualmente los aguaceros de mayo en su mayoría son en la segunda quincena y este mayo fueron en la primera, ya que en esto influyó el debilitamiento de La Niña en el Pacífico y hace unos días tuvimos un bloqueo en el golfo de México propiciado por la tormenta subtropical Alberto”, explica a MILENIO JALISCO el investigador del Instituto de Astronomía y Meteorología de la UdeG, Ángel Meulenert Peña.

“A medida que la tormenta se interne en Estados Unidos dejará libre el movimiento de la alta presión que está sobre nosotros y comenzaremos a ver más nubes y lluvias, cosa que se ve desde ayer en la zona del oriente del estado”, añade.

Pero la situación particular de la AMG, fuertemente modificada y recubierta de asfalto y cemento, hace que los recursos de los ecosistemas para mitigar el efecto del calor ya prácticamente no estén disponibles. “A esto de la situación atmosférica súmale el polvo de las construcciones, los nuevos pavimentos de concreto, los autos…”.

Meulenert señala que la irrupción de Alberto fuera de la temporada del Atlántico, tampoco es algo tan inusual. “En los últimos 50 años han surgido ciclones tropicales fuera de temporada en 14 años”.

Mayo siempre ha sido el mes más cálido. El récord de temperatura absoluta se registró el 5 de mayo de 1994: 38.9 grados. La Comisión Nacional del Agua (Conagua), a través del Instituto Meteorológico Nacional, señaló ayer que se esperan temperaturas superiores a 45 grados, pero no en la capital.

Históricamente, esto suele ocurrir en la estación de Bolaños, en la zona norte de Jalisco: un sinuoso cañón en medio de laderas secas, en el lindero oeste del gran desierto de Chihuahua.


Islas de calor

El catedrático e investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA-UdeG), Arturo Curiel Ballesteros, alertó sobre los efectos para la salud de las islas de calor:

“Guadalajara está pasando por una ola de calor muy semejante a la de la primera quincena de junio 2005, cuando tuvo una anomalía positiva de temperatura de las más altas del planeta y que murieron más de 2000 habitantes de la urbe por calor. A las recomendaciones ya familiares de hidratarse [no cerveza, no refrescos, sino sólo agua], no ponerse de manera directa al ventilador, no dejar niños, ni ancianos ni mascotas en el auto ni siquiera ‘por un ratito’, hay que sumar que si se sufre de una enfermedad cardiovascular debe tomar medidas extremas para no exponerse al calor, pues son los que en su gran mayoría mueren de manera prematura cuando el calor está en los niveles de estos últimos días”, apuntó.

La salud “es tan frágil en tiempos de calor, que hay que llevar una dieta con alto contenido de verduras y frutas con vitaminas A y C, algunas son fáciles de identificar: cítricos, de color verde, amarillo y naranja. Mucha agua, poco alcohol y grasa”, secunda la investigadora Guadalupe Garibay, Premio Jalisco de Ciencias 2015 y experta en salud ambiental.

Ambos científicos participaron en un trabajo colectivo llamado “Salud ambiental en la zona metropolitana de Guadalajara.

Imaginando futuros diferentes” (2016). Allí, Curiel refiere a una investigación en la maestría de Salud Ambiental del año 2012, que “estima el incremento de temperaturas máximas en la ciudad y el efecto de isla de calor, encontrando que la cabecera municipal de Tlaquepaque al oeste de la metrópoli es donde el aumento de temperatura ha sido mayor a 2 grados centígrados en el periodo 1996 a 2009. La zona más estable es Las Águilas al este de la ciudad –la más cercana al bosque La Primavera–. También describe la exposición al contaminante atmosférico ozono que sufren todos los años los habitantes del Centro y Sur de la ZMG, y todos los años con alta exposición crónica al contaminante PM10.

Por lo anterior, las mayores tasas de mortalidad por enfermedades isquémicas del corazón se presentan en el municipio de Guadalajara llegando a ser de 8.3 muertes/año por cada diez mil habitantes”.

Otro estudio coordinado por el mismo académico, elaborado por Arturo Martínez Hernández, establece como “límite de confort térmico” los 32 grados centígrados.



Y confirma que la zona más transformada de la ciudad es la que padece más las olas de calor. El análisis de 2005 revela que “las temperaturas máximas alcanzadas se registraron en el centro de la ZMG”. Tanto esa zona como Oblatos y Tlaquepaque, las que cuentan con menos árboles, son las que afrontan el problema de forma más constante.

“La presencia de parques urbanos determina en 5.91 por ciento el comportamiento de la temperatura media más alta; el bosque La Primavera contribuye el doble (12.13 por ciento) en la regulación de este parámetro respecto a los parques urbanos y campos de golf”, lo que da certidumbre a las críticas de que la falta de árboles ha ocasionado que Guadalajara sea una nueva Comala. “El clima de las ciudades está relacionado con la isla de calor que se forma cuando el aire caliente tiende a acumularse en el centro de la ciudad, debido a la concentración de edificios y calles pavimentadas, este aire arrastra consigo la carga de contaminación […] las temperaturas máximas contribuyen directamente a la muerte. Se prevé que el aumento de las temperaturas que se está produciendo aumentará la carga de mortalidad”, dice por su parte la investigadora Citlali Curiel Balzaretti.

Las islas de calor pueden durar días. La más larga del año 200 fue de quince días. En 2002 una se prolongó por 27 jornadas. En 2011 se alcanzaron 20 días seguidos. Esto explica la alta letalidad para menores y ancianos. La semana caliente también arroja otros saldos insospechados: asesinatos por todos los puntos cardinales de la metrópolis: Tonalá, Tlaquepaque, Tlajomulco; cinco del lunes, cuatro del martes… hoy la siega de la Muerte seguro no descansará.

Y todo por el calor, que hace que los hombres sean más primarios, más feroces, arbitrarios. Y sin árboles que atemperen, la naturaleza parece quitar los últimos escrúpulos. “Este pueblo está lleno de ecos. Yo ya no me espanto. Oigo el aullido de los perros y dejo que aúllen. Y en días de aire se ve al viento arrastrando hojas de árboles, cuando aquí, como tú ves, no hay árboles. Los hubo en algún tiempo, porque si no ¿de dónde saldrían esas hojas? (Juan Rulfo. Pedro Páramo, página 39).

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