sábado, 21 de octubre de 2017

Huicholes obtienen una restitución pacífica



Ni bloqueos, ni agresiones, ni amenazas; la posesionaria afectada firmó un convenio y los ganaderos no salieron de sus casas como hace un año.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

En Huajimic, lo sorprendente de ayer no ha sido la violencia de los hombres -ausente como por arte de magia, aunque todos sospechan que el milagro de la súbita concordia fue obra del dinero-, ni el impresionante despliegue de fuerzas del orden para apoyar una diligencia judicial –solo dos camionetas con una veintena de gendarmes estatales escoltaron sin mayores contratiempos al magistrado del distrito 56 de Tepic-, ni una beligerante mayoría de indígenas wixaritari cansados de caminar desde sus montañas y de esperar justicia –aunque tratan de moderar su impaciencia, pues apenas es un segundo predio restituido a Wuaut+a, su número esta vez no excedió de 250-.

Lo que se impuso a la experiencia de los visitantes fue la indómita geografía de la sierra de Álica, de caminos tortuosos e intrincados, surcados por riadas de aguas azules y frescas, con pisos destrozados por la estación lluviosa -a ratos lodo y pozos, a otros, piedras y tierra suelta;- laderas y peñas invadidas de mezquites y cactus, maizales a punto de madurar, grama tierna para forraje, niños morenos que ríen, corren y se sumergen en los arroyos a la orilla de los vados, decenas de bovinos de todas las razas que cruzan caóticamente desde un potrero. En lo alto, encinares dorados, y más arriba, pinares con su traje eterno de verdor. Un bautismo de humedad y polvo, como equívoca y extenuante experiencia consagratoria –agua, tierra, limos, sustratos del ser-, en la concupiscencia que nace del calor y de la confusión de colores, sabores, texturas y olores de la campiña, del bosque y las aldeas.

El magistrado Aldo Saúl Muñoz López, se ufana de ser uno de los pocos administradores de justicia agraria que, en su larga carrera, de verdad va al campo. Su experiencia lo ha hecho sortear barreras naturales como ríos y montañas, penetrar en tierras donde crecen adormideras (la flor letal de la goma de opio y la heroína) y cannabis, y ponerse bajo riesgo de generar la iras de algún señor neofeudal. Por eso, extraviarse un par de horas para encontrar el predio que Herlinda  Montoya Utrera perdió en litigio con la comunidad de Wuaut+a (poseedora inmemorial del cañón de Huajimic), le parece apenas anecdótico.



Eso sí, insiste en su discurso de que la justicia que no se ejecuta es simulación. Y por ello, externa su esperanza de que el acuerdo alcanzado en la Secretaría de Gobernación, entre la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario), los gobiernos estatales de Nayarit y Jalisco, la comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán y el ayuntamiento de La Yesca, sea de largo aliento, y no se detenga en la indemnización de la parvifundista afectada la mañana de este viernes. Firmar convenios con los posesionarios a la par que se ordena ejecutar sentencias favorables a la comunidad wixárika parece ser la respuesta indispensable para prevenir enfrentamientos entre aborígenes y descendientes de colonos.

Así, la entrega del predio Piedra Bola, de poco menos de 64 hectáreas, fue ágil y no tuvo testigos incómodos, como el 22 de septiembre de 2016, en que un grupo de ganaderos bloqueó los caminos de la montaña para presionar a que se suspendieran las ejecuciones mientras no hubiera paga.

Carlos González García, abogado del poblado huichol, advirtió la urgencia de que se aceleren los procesos de restitución, pues la comunidad demanda más de 10 mil hectáreas, y con la entrega de ayer, ni siquiera ha recibido 250 ha.  No obstante, el presidente de bienes comunales, Santos Hernández, es optimista: considera que el acuerdo del pasado 16 de octubre destrabará los procesos. “Yo tengo apenas siete meses en el cargo, y espero que podamos completar la entrega de todas estas tierras a la comunidad antes de que termine, dentro de poco más de dos años”.

La prueba del nuevo acuerdo será en enero. El magistrado espera determinar diez casos más. Y los defensores de los wixaritari preparan otros 20 juicios. Este anuncio se hizo en medio del Piedra Bola, que no tiene ninguna roca que le haga eco al nombre, pero sí una higuera sorprendente, con copa en forma de hongo, de sombra generosa para la breve convivencia de ayer entre indígenas y mestizos, la firma del acta provisional, el consumo de viandas altas en calorías, los aplausos esperanzados de que se destrabará el camino a estas posesiones anheladas desde que comenzó la restitución de Wuat+a, de la mano de Pedro de Haro, un mestizo que lideraba a los huicholes y era amigo de gobernadores y de presidentes de la república, y que fue personaje esencial para que San Sebastián Teponahuaxtlán sea hoy, paradójicamente, el mayor detentador de tierras del occidente mexicano.



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Claves

Dos datos

El decreto presidencial en 1953 a favor de San Sebastián Teponahuaxtlán (Wuaut+a), es la base de las reclamaciones de la tierra que en su momento el rey español había titulado, y les fueron arrebatadas entre el siglo XIX y el periodo previo a la revolución de 1910

Waut+a ha podido recuperar judicialmente más de 200 de 320 kilómetros cuadrados invadidos. La fortaleza jurídica es el principio elemental de que “el primero en tiempo es primero en derecho”, y además, que en México, los derechos agrarios no prescriben. Los derechos de los posesionarios datan de una escritura del año 1906

SRN


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