lunes, 12 de junio de 2017

La presa El Zapotillo, en creciente abandono



Se han retirado miles de trabajadores y maquinaria, y se han desmontado oficinas en el predio, documenta MILENIO JALISCO en una visita reciente; acueducto tampoco avanza

El Zapotillo, Cañadas de Obregon. MILENIO JALISCO. 

El abismo del río Verde, justo a un costado del poblado de El Zapotillo, llegó a alojar dos mil trabajadores por turno hasta hace menos de tres años, en la tarea de edificar una cortina de materiales de 105 metros para almacenar más de 911 millones de metros cúbicos de agua. Ahora, con la construcción de la represa detenida en 80 metros de altura por mandato judicial, sólo restan unas decenas de personas; las oficinas están en proceso de desarmado, y mucha maquinaria emprende la salida de la zona, pues cada día sin operar genera pérdidas de miles de pesos a sus propietarios.

“Nos dijeron que no se va a dejar el sitio, que van a terminar la presa; la realidad es que no sabemos qué va a pasar, empezaron a quitar las oficinas hace menos de quince días”, señala un miembro del personal encargado del resguardo. La visita de MILENIO JALISCO, este jueves 8 de junio, se ha logrado por intercesión del Observatorio Ciudadano para la Gestión Integral del Agua de Jalisco, que ha conseguido la visita exprés con autorización del organismo de cuenca Lerma Santiago Pacífico de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

El espacio confinado queda a pocos metros del poblado del mismo nombre. Una pluma de metal y cercado de malla ciclónica impiden el acceso libre de los curiosos, además de la presencia de un vigilante acucioso al levantar los datos de quienes tienen interés en llegar. El titular del observatorio, Juan Guillermo Márquez Gutiérrez, arguye que fue la propia Conagua la que ha establecido una política de “puertas abiertas” para acudir al área. Después de algunas llamadas y la reiterada toma de nombres, de fotografías y de datos de credenciales oficiales, se permite ingresar al reducido grupo para contemplar los restos del campamento, donde se desensamblan y apilan las láminas de techos y las paredes de materiales compactados de los módulos que alojaban oficinas; a la par, se desmonta espacio de maquinaria que se ha ido. Hay montacargas, trascabos y camiones que desplazan los materiales. El personal de seguridad contempla los afanes del reducido personal mientras conducen a los visitantes hacia la orilla del predio.

Desde el mirador interior de la obra, se observa el muro de concreto con una larga escalinata central que le da una apariencia de viejo templo precortesiano, pero que en realidad, es la forma de construcción adoptada a la cortina que, de acuerdo con los guías, permite que en caso de que el agua vierta, se reduzca la velocidad de su caída, en prevención de desastres aguas abajo. También obedece a recomendaciones de consultores ambientales, para evitar que la presa constituya un muro insalvable para las especies que habitan y recorren el río.

Es una gran edificación ocre, desnuda, con algunos derrumbes de taludes laterales, y cuya estampa impresiona ante la casi nula presencia de agua, pese a que se quedó trunca, en 80 metros.

Algunas pozas del río lucen el espejo irisado ante el viento refrescante de la tarde, pero hay amplios fragmentos del paisaje en que la corriente se ha convertido en un arenal. La barranca en que está sumida la obra es típica de estas tierras flacas: abundan las cactáceas de todos los tamaños, los matorrales, la hierba que quiere revivir con dos breves lloviznas de días previos, y el verde constante del follaje de esos ingeniosos –si se puede decir tal cosa de un vegetal- mezquites de los eriales mexicanos. Alguien comenta que son tan buenos conservando el agua, que un experto aseguraba que una plantación de 20 mil hectáreas de esa especie espinosa y recia aseguraría el agua anual que requiere todo el estado de Aguascalientes –a la sazón, vecino aguas arriba de este mismo río, al cual, sus actividades agropecuarias sólo dejan pasar algunos raquíticos caudales-.

Se trata, de hecho, del teatro más visible de la disputa por las aguas de este río, hijo del semidesierto mexicano que nace en la Sierra Fría de Zacatecas, atraviesa y casi se extingue en los amplios valles agrícolas aguascalentenses, y luego hiende la amplia meseta de Los Altos de Jalisco, donde vuelve a captar agua, de forma creciente, en la medida en que se acerca a su desembocadura en el río Santiago, en el frente norte de Guadalajara. Culturalmente, es también una cicatriz que históricamente separó a los pueblos propios de la comarca alteña, que forman parte desde el siglo XVI del corredor de comercio y metales entre Zacatecas, Guadalajara y la Ciudad de México, a los de los cañones, como Yahualica, Teocuitatlán o Cuquío, pueblos “de mujeres enlutadas”, más aislados y proclives a ver florecer cierto feudalismo político (los caciques).

El río ha sido escena de repetidos intentos de poner represas y aprovechar sus aguas supuestamente abundantes. En los primeros meses del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, los vecinos recuerdan que se puso primera piedra del proyecto La Zurda, que ya había sido frustrado 30 años antes. No prosperó por el desastre del sector Reforma de Guadalajara, que derribó al gobierno que lo promovía, de Guillermo Cosío Vidaurri. Una década después, se intentó construir algunos kilómetros aguas arriba la presa San Nicolás, específicamente para la ciudad de León, pero los vecinos rebeldes y los problemas técnicos dieron al traste con la obra en 2005. Hoy, la resistencia contra El Zapotillo ha sido fructífera y ha impedido terminarla por tres años. Además, los parajes carreteros desde el entronque de la autopista lucen tubería con las leyendas de Abengoa –la filial del gigante español que obtuvo la concesión de acueducto a León-, y los gobiernos de Guanajuato y León. Dicen los vecinos que tienen semanas de haberlas dejado, y se interrumpió tras que se demostró que fue el propio gobierno de Jalisco el que les cedió a los concesionarios las servidumbres carreteras para hacer el tendido de tubos… contra el que luchan ciudadanos de Jalisco (MILENIO JALISCO, 27 a 29 de marzo de 2017). Una resistencia creciente en la zona, por los pueblos amenazados con inundación y miles de negocios agropecuarios que penden del agua escasa, y que han logrado politizar exitosamente en el centro de poder regional, Guadalajara.

Nadie sabe a ciencia cierta si esto es una derrota del megaproyecto o una simple pausa, ni en todo caso, de cuánto tiempo. Pero no se puede hacer una represa con unas cuantas personas y con tan poca maquinaria. Tampoco se puede construir un tendido de 140 kilómetros de tubos sin obreros y sin máquinas. Y ahora, toda la región de Cañadas de Obregón está solitaria, en espera de que las lluvias, tras una apretada sequía, se regularicen.

Tampoco sería la primer represa que debiera esperar por años para operar en esta misma cuenca: pocos kilómetros abajo, hacia Valle de Guadalupe, la cortina de El Salto se terminó en 1992 y ha demorado 25 años para que pueda abastecer agua, en este caso, a la cercana ciudad de Tepatitlán. Es que en estas mesetas agrestes, el tiempo y la historia parecen medirse distinto.

UN PUEBLO DE PROMESAS TRUNCAS

Al poblado enclavado a un costado de la megaobra, El Zapotillo, se le prometieron caminos modernos y pavimentados, mejorar su sistema de abastecimiento local y un nuevo pozo, un sistema de drenaje y una planta de tratamiento, entre muchos más. “Casi no nos cumplieron nada”, asegura el regidor Javier García Carvajal.
Es decir, el drenaje se instaló pero no hay planta de tratamiento; el pozo se rehabilitó pero no hay nuevo pozo, y se mejoró ligeramente la brecha, pero que al paso de la maquinaria pesada, no parece ni siquiera de la calidad que tiene en otros poblados aledaños. Por si fuera poco, de dos mil trabajadores por turno… 25 fueron para los zapotillenses. Migajas, les dicen.

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CLAVES

El entramado judicial

La presa El Zapotillo se debió quedar en 80 metros de altura. El proyecto original fue concebido solamente para entregar agua a la ciudad de León, Guanajuato, y a poblaciones de Los Altos de Jalisco; el gobierno de Emilio González Márquez optó por ampliar el proyecto y estableció un nuevo convenio para llevar la cortina a 105 metros de altura, pero no consultó sus términos al Congreso de Jalisco

La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió la controversia constitucional 93/2012 a favor del Congreso de Jalisco, y estableció que el convenio que establecía la cortina a 105 metros era ilegal

Además, tres suspensiones de amparo confirman esta condición: 1093/2014, promovido por un grupo de quejosos denominado “hijos ausentes de Temacapulín en Guadalajara”; 1045/2014, promovido por 84 moradores de Temaca, y 1046/2014, promovido por la asociación civil Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo, todos bajo la asesoría del Colectivo de Abogados

El acueducto a León cuenta con una suspensión judicial en contra, promovida por el ejido Agua de Obispo, de San Juan de los Lagos (1390/2014)

MC

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