miércoles, 15 de junio de 2016

Hay 230% más inundaciones



En comparación con la década de 1990, en que se registraban 19 eventos severos por ciclo, los que van de este siglo, dispararon el promedio a 66 eventos en la ciudad.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

Vivir en el área metropolitana es afrontar el peligro creciente de una inundación. La base de datos del Departamento de Geografía y Ordenación Territorial de la Universidad de Guadalajara lo refleja claramente: en los años 90 del siglo XX, la frecuencia anual de desastres era un poco superior a 19 eventos, pero en el siglo en curso ha pasado a 66, un crecimiento de 230 por ciento que convierte al fenómeno en el de mayor incidencia en la ciudad.

“En Guadalajara se han juntado dos aspectos principales para que tengamos el problema de las inundaciones, un clima donde se concentran lluvias con fuerte intensidad horaria y un crecimiento de la ciudad que ha alterado las condiciones de los sistemas más importantes que existían, previos al crecimiento urbano más fuerte, que se dio a partir de la década de los años setenta, hay una combinación entre crecimiento urbano, transformaciones hidráulicas en los sistemas, combinado con lluvias muy intensas”, destaca el investigador de la Universidad de Guadalajara, Luis Valdivia Ornelas, director del departamento.

“Hemos hecho un recuento de Guadalajara desde finales del siglo XIX; tenemos una radiografía de cómo ha evolucionado el tema y nos encontramos que el problema inicia en la década de los cincuenta, cuando comienzan las transformaciones más importantes de los elementos que regulaban el manejo del agua en el valle: el Agua Azul, el río San Juan de Dios, y el arroyo de El Arenal; a partir de ahí se da una expansión, se modifican las condiciones del ciclo del agua, y empieza el problema severo de inundaciones, que se ha vuelto crónico a partir de los años noventa, y dependiendo de la cantidad de lluvia que se presenta es la cantidad de zonas que registran inundaciones; en 2006 que es el periodo de lluvia con más precipitaciones; hemos documentado 160 eventos de inundaciones severas, pero el promedio anual se acerca a 80”, señala en entrevista para MILENIO JALISCO.

El experto destaca que si bien hay obras costosas que se deben empreder, hay todo un abanico de posibilidades para afrontar el reto.
“Se pueden emprender acciones en corto , mediano y largo plazo; a corto plazo con mitigación, darle un mejor uso al sistema hidráulico, destapar las bocas de tormenta, la limpieza es muy importante para que la inundación no alcance alturas peligrosas, así como el tema de información, que es fundamental para la población, para que sepamos cómo actuar frente a una tormenta de fuerte intensidad; se trata de un mejoramiento de las condiciones de la captación de una fracción de agua que escurre por superficie, y que como lo indica el SIAPA, solo 30 por ciento del agua que se precipita puede ser llevada por los colectores, y el resto se va por las calles, lo cual es tema muy peligroso, ya que se han convertido en los canales que se perdieron o en colectores que no existen”, agrega.
A mediano y largo plazo, “tiene que ver con el tema de planeación urbana, y también con el tema económico, porque si mejoramos la captación de los colectores, pero sigue creciendo la ciudad, y empieza a haber más escurrimiento, es imposible que los colectores tengan la capacidad frente a un ritmo tan acelerado de crecimiento […] se necesita también acompañar otras estrategias a mediano plazo, por ejemplo el tema de la vegetación; hay estudios que dicen que dependiendo del tipo de vegetación, entre el 10 y 28 por ciento de una tormenta de agua puede ser captada, y eso no es algo que implique altos costos”.

En general, se requiere un diagnóstico único y totalmente confiable como base parta la toma de decisión, e insistir que no todo es obras de ingeniería, y que proteger las zonas altas de las cuencas, las zonas de recarga, y mejorar la circulación del agua suele ser tan importante como los grandes colectores pluviales.

“Recuperar las zonas federales es algo fundamental: Atemajac, Colomos, la zona de Osorio, mejorar las condiciones hidráulicas de El Dean; las partes altas deben ser zonas de captación, y es precisamente lo que se está urbanizando: Bugambilias, Cerro del Cuatro, Cerro del Tesoro, La Coronilla; allí deben permanecer libres como zonas de captación y retención del agua”, agrega.

Admite que la existencia de seis mil lotes baldíos son un factor que pueden vertebrar una política pública de dotación de áreas verdes y de zonas de captación y regulación de escorrentía. “Debe haber un control del crecimiento urbano, y recuperar las condiciones de los principales ejes drenantes, esto es, los viejos ríos”, puntualiza.



Dato

Desde finales del siglo XIX, la UdeG ha hecho una radiografía de cómo ha evolucionado el tema de la inundaciones por la temporada de lluvias


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