El teólogo franciscano está en Guadalajara para dar arranque a la campaña “por la Madre Tierra y el Territorio”, que se oficializa hoy
Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.
Un mundo donde parece ausente la compasión, y en el cual, la creciente capacidad de violencia de los seres humanos deja perplejo –“es para mí un profundo misterio”- al teólogo franciscano Leonardo Boff, uno de los más afamados disidentes del sistema capitalista y de la religión “conservadora”, es un mundo que parece condenado. Sobre todo, porque el “hombre es lobo del hombre”, pero también destruye las bases que lo sustentan: la naturaleza de donde proviene toda la vida.
Por eso, el brasileño tituló a modo de recetario, pero también en clave de urgencia, a una de sus más recientes obras con un sugerente y hasta irónico “Proteger la Tierra-Cuidar la vida: cómo evitar el fin del mundo”, donde mezcla su capacidad de polemista a su eficacia de propagandista de lo que considera el mejor mundo posible, ese donde los humanos se reconcilian, cuidan de la Tierra –Gaia, el planeta de James Lovelock que reivindica como la culminación del encuentro entre la verdad científica y aquella que atisbaron las culturas humanas “originarias”- y dan la vuelta al modelo económico que si bien, “nos dio los antibióticos y nos llevó y trajo de regreso de la Luna”, ha llegado a su tope, ese al que se refería el Club de Roma en los lejanos años setenta del siglo XX como “los límites del crecimiento”.
Hombre de fe, no ve en todo la presencia ineludible del Apocalipsis; considera que el ser humano tiene la inteligencia y puede tener el coraje de comenzar un cambio a partir de la esfera personal –lo llama “revolución molecular”- para ajustar su estilo de vida a lo que el agotado planeta puede soportar.
Invitado por el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec) y diversas organizaciones indígenas y de lucha por el agua y los derechos humanos, presentará hoy a las 5 de la tarde una conferencia magistral llamada “El grito por la Tierra es nuestro, alternativas ante la crisis civilizatoria”, en el marco del lanzamiento público de la Campaña Nacional por la Defensa de la Madre Tierra y el Territorio en la región Occidente, en el Centro de la Amistad Internacional. Ayer tuvo un encuentro más intimista, en que pudo escuchar de voceros de diversas luchas sociales de la región algunos detalles de sus problemas, desde ríos contaminados, territorios invadidos y bosques talados, hasta el viacrucis de madres desesperadas por sus hijos muertos o desaparecidos.
Visiblemente conmovido con los testimonios, el religioso que enfrentó a tres papas –sólo ahora encuentra coincidencias poderosas con el pontífice Francisco- considera que la economía es una explicación que no es satisfactoria para “encontrar las raíces profundas de la violencia”, que se ha traducido en sociedades profundamente desiguales, “en la injusticia general y en la humillación del otro”.
También cree que la historia da la razón sobre el pensamiento moderno, materialista y utilitarista, a la cosmovisión de un mundo sagrado y de un planeta que –como plantea la tesis de Lovelock- respira y emite vida en medio de una sorprendente estabilidad de todos los elementos que son propicios para ello. Pero el hombre y sus obras no honran esta deuda. Algunos han dicho que más que ángel, “es el Satán de la Tierra” a la que convirtió en matadero. Boff se aferra a creer que hay esperanza y que los Homo sapiens, si hacen su crítica con valor y afrontan la verdad, podrán regresar a la sensatez, a la prudencia y a la compasión, esa que parece extraviada desde hace tiempo entre las ráfagas de metralleta y los gritos de los torturados, parte de los saldos del odio.
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