sábado, 20 de febrero de 2016

El Papa Francisco y los milagros del estado laico



Un crítico del catolicismo alerta sobre la batalla perdida por el laicismo, pero culpan más de ello a una clase política frívola y cortoplacista; un sacerdote defiende el mensaje humanista del obispo romano.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

El polaco Juan Pablo II, en 1979, hizo la primera visita pastoral que algún pontífice romano haya hecho a tierras mexicanas, poco después de los 450 años de la instauración del catolicismo. En ese entonces, la agenda estaba relacionada a la falta de reconocimiento de la iglesia como institución en una sociedad jurídicamente laica, fruto de un enfrentamiento secular con el Estado liberal del siglo XIX, y el revolucionario en el siglo XX.

37 años después, la visita número siete del jefe romano en turno, el argentino Francisco, se da en circunstancias muy distintas: el régimen autoritario del pasado ha cedido paso a la alternancia electoral, con una pulverización del poder entre una sociedad civil todavía emergente, lo que ha derivado en administraciones menos eficientes en el control político, y problemas que en los tiempos del presidente José López Portillo no eran imaginables: una feudalización de la política –los gobernadores retoman controles no soñados desde los tiempos de la república restaurada– y el auge de los poderes fácticos en un entorno de globalización donde el país es tránsito de mercancías legales e ilegales –sobresale el narcotráfico-, lo que tiene como efecto colateral una desbocada violencia.

Esto es enfrentado precariamente por las instituciones del estado, implantadas sobre una amplia "cultura de la ilegalidad" y una escasa participación cívica, lo que lleva a impunidad y, sin remedio, a más violencia.

Bajo esta lógica, no es extraño que el primer papa latinoamericano haya sido recibido de forma esperanzadora por representantes de todos los espectros sociales, de todas las ideologías e incluso haya suscitado vivo interés de los mayores extremos ideológicos: Francisco entre "católicos de Pedro el Ermitaño y Jacobinos de la edad Terciaria" (Jean Meyer dixit).

Francisco demuestra que cualquier agenda se hace pública en los regímenes democráticos, y que la forma política siempre es fondo, coincidencia de la que parten dos análisis distintos, a ratos opuestos, de la presencia del ex arzobispo de Buenos Aires en tierras de Bartolomé de las Casas, de Vasco de Quiroga y de los grandes predicadores franciscanos y jesuitas, pero también, única nación americana donde la lucha entre las investiduras secular y religiosa generó una violencia tan acusada y a la postre, cambios profundos en la percepción que los mexicanos tienen hoy de sí mismos: mayoría católica, y al mismo tiempo sin contradicción, mayoría laica.

Roberto Blancarte

Roberto Blancarte Martínez, investigador del fenómeno religioso por el Colegio de México, lamenta que la visita papal haya detonado un papel "lamentable" de la clase política, anhelosa de sacar provecho del carisma y simbolismo del prelado, aunque ello se llevara 150 años de tradición laica.

"Cuando vemos a una clase política que se olvida de su papel y su función, y se convierte en una élite completamente orientada a una creencia particular, es evidente que se deja a al menos 20 millones de mexicanos que no son católicos o no son creyentes, en calidad de ciudadanos de segunda [...] pero lo que es de destacar aún más es que ese papel no lo aprueban, por abrumadora mayoría, los mismos católicos; las encuestas demuestran que ocho o nueve de cada diez están de acuerdo con la separación de la iglesia y el estado, con el laicismo", advierte en entrevista telefónica.

En particular, considera penoso que el propio presidente Enrique Peña Nieto mencionara que todos los mexicanos son guadalupanos porque "eso termina minando las bases de la sociedad democrática [...] la política en teoría no se basa en la sacralización del poder, pero es evidente que los funcionarios buscan esa legitimidad, como si fuera posible que engañaran a los mexicanos [...] a mediano plazo esto daña a la democracia, además de que es dudoso que lo puedan traducir en votos, pues la gente no es tonta y no le gusta que los políticos usen la religión; la secularización es muy fuerte y es casi completo el consenso de que se reclama una sociedad abierta y tolerante, no pueden olvidar que el estado laico ha sido construido sobre todo por los mismos católicos".

Blancarte también considera que el papa romano tiene como estrategia no enfrentarse al poder político, sino ofrecerle alianzas. Como lo hizo con Cuba, no tocó en México las responsabilidades criminales de muchos gobernantes. "Su criterio de pedir conversión no lleva un mensaje específico para esos políticos que con toda obviedad son más responsables de la violencia, de la corrupción y de la descomposición del país; le pide al pueblo que lo haga, y termina confundiendo a las víctimas con los victimarios, porque no hay una petición expresa a los narcos, a los asesinos ni a los políticos que históricamente tienen una enorme colusión con ellos o pecan de omisión.

¿Por qué esa grave falta de discriminación? "La cuestión del orden político no se tocó porque el papa privilegió los acuerdos [...] su idea de mundo es que el diablo lo está poseyendo y que tiene un problema especial con México, y en el fondo, éste es un esquema de cooperación con los poderes políticos con la idea de catolizar al país de nuevo, un modelo similar al de Argentina, argentinizar para que se hagan políticos confesionales y abandonen el laicismo...".

En última instancia, los mensajes papales suelen no ser escuchados bien. "Pareciera que la gente asiste a un espectáculo más bien visual, no a escuchar un mensaje que algo ayudaría en mejorar, pero que me parece no cala hondo". Nuevamente es el culto de la forma, que es religión pero también es política. El estado laico es puesto en entredicho pero la teología no permea, y las crisis internas de la propia iglesia católica mexicana se mantienen sin resolver.

Armando González Escoto

Sacerdote y teólogo que se desempeña en la Universidad del Valle de Atemajac, Armando González Escoto, cree que las críticas por el tema del estado laico son exageradas y tienen ribetes jacobinos. "Cuáles serán las consecuencias de esta visita, necesitamos darle seguimiento, dependerá de la actitud que tome sobre todo la sociedad frente al mensaje del papa", señala.

Es decir, "se salva el problema de que pudiera favorecer a un proyecto político, como el del presidente, pues toda la clase política, todos los partidos, asistieron; y si fueron a tomarse la foto pero llevaban un impermeable, de poco servirá [...] creo que lo importante es que la sociedad lo ha escuchado, y escuchó no sólo evaluaciones de los problemas, sino propuestas de solución, de manera que si los líderes sólo aplaudieron, siempre estará la sociedad lista para exigir".

Y defiende a Bergoglio de sus críticos. "La crítica más directa, fundamental y profunda del estado de cosas en México la hizo el papa, no sus críticos; no creo que se haya vulnerado el estado laico porque asiste lo mismo al Parlamento Europeo, la ONU o el Congreso de Estados Unidos, naciones con tradición más laica aún, y nadie clama por la vulneración del estado laico; el problema es que en México históricamente no tuvimos un estado laico [...] era anticlerical o antirreligioso, y no deberían darse esos golpeteos jacobinos como en el pasado".

El prelado "no vino a que lo aplaudieran, vino a dar un mensaje, y si este no es escuchado, de nada habrá servido". Destaca las críticas a los obispos, un reclamo para generar otras formas de pastoral. "El reto más grande que él ha detectado es que hay una pérdida de la conciencia en la dignidad de la persona", y eso ha abaratado al crimen y ha hecho pulular los asesinatos.

- Los críticos del gobierno esperaron sus comentarios por casos específicos, como Ayotzinapa.

- No podía hacer distinciones, tan sólo en Jalisco tenemos más de dos mil desaparecidos [...] no puso nombres, pero todo el tiempo ha hablado de asesinatos [...] su crítica ha sido completa.

Cronología

Siete visitas papales

1979. Juan Pablo II, el recién ascendido papa polaco, llegó el 26 de enero y se fue el 1 de febrero; pronunció 36 discursos

1990, Juan Pablo II estuvo presente del 6 al 12 de mayo y pronunció 30 discursos

1993, el mismo obispo romano estuvo en Yucatán el 11 y 12 de agosto y pronunció tres discursos

1999, el cuarto viaje de Juan Pablo II, permaneció del 22 al 26 de enero, tiempo en el que dio cuatro discursos

2002. Ya postrado por su enfermedad, el polaco permaneció entre el 30 de julio y el 1 de agosto y tuvo tres discursos

2012. El sucesor del polaco, el alemán Ratzinger (Benedicto XVI) estuvo del 23 al 25 de marzo en las ciudades de Guanajuato, León y Silao y pronunció cinco discursos

2016. Visita de Francisco a Ciudad de México, Ecatepec, Morelia, dos ciudades de Chiapas y Ciudad Juárez

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