miércoles, 7 de marzo de 2012

Macrolibramiento, la “trampa” de la MIA



Arturo Curiel subrayó que manifestaciones de impacto ambiental son una legitimación “perversa” para obras de infraestructura

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO

Las manifestaciones de impacto ambiental (MIA) se han convertido en documentos de legitimación perversa de las obras, que debería ser superado a favor de esquemas más modernos y confiables, en especial porque ya existen los ordenamientos ecológicos y allí se regula el uso del territorio en función de sus fragilidades ambientales, subrayó ayer el doctor en ciencias ambientales, Arturo Curiel Ballesteros.

Ponente en un foro convocado por la dirección del bosque La Primavera, a propósito del 32 aniversario del área natural protegida, el también director del Instituto de Medio Ambiente y Comunidades Humanas de la Universidad de Guadalajara (UdeG), puso en relieve que, en ese sentido, resulta tramposo todo el planteamiento de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que habla de consultas públicas no solicitadas y de la aprobación de la MIA del macrolibramiento de la ciudad, desde 2004.

“El gran problema de los estudios de impacto ambiental es de que se hacen bajo el supuesto de que todo es mitigable, y eso me parece que no es un punto de partida adecuado, porque en un estudio de este tipo uno tiene que decir si la obra es adecuada para el sitio o se tiene que modificar o simplemente se tiene que poner en otro sitio; es decir, que en un estudio bien razonado, por decirlo de alguna manera, no se tendría ni que someter a consulta pública porque el resultado tendría que ser que este proyecto es importante pero no en este sitio; ésta habría sido la resultante de esto, bien aplicado”, refirió.

Insistió en que “hay un planteamiento perverso en los estudios de impacto ambiental, porque cuando se hacen, no se considera a partir de cómo debería estar la zona, sino cómo está ahora, es decir, en ese sentido, en el bosque La Primavera, mientras más dañado esté, van a prosperar más los estudios de impacto ambiental porque el impacto adicional de la obra va a ser muy pequeño contra el daño acumulado; no se evalúa cómo debiera estar el bosque, cuál debería ser su grado de conservación y salud; a partir de que está quemado y tiene daños, se dice, esta obra va a tener un impacto muy pequeño porque ya está dañado todo”.

Es como si La Piedad de Miguel Ángel, que fue dañada de un martillazo por un desequlibrado, se señalara que en vez de restaurarla se puede prestar para portar un letrero comercial, total, se ha dañado. Pero “ahí lo que se hace es restaurar inmediatamente y no permitir ningún tipo de uso diferente para el que fue creado”.

Los estudios de impacto ambiental deben ser ya superados por “la planeación del uso de suelo, una ordenación del territorio que permita saber qué hacer y olvidarnos de los estudios; son cosa del pasado, se hacen cuando en un país no hay planeación y se debe regular proyecto por proyecto”.

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Claves

Otras ideas

► La sociedad debe asumir que conservar un bosque tan valioso tiene costos económicos y de participación.

► Urge transformar el voluntarismo de las instituciones en capacidad profesional y obligaciones con la conservación.

► La idea de crecimiento asociada a la de desarrollo ya no refleja un verdadero desarrollo, pero daña al bosque.

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