miércoles, 23 de noviembre de 2011
El daño mayor, al acuífero, opina experto
Sabían lo que pasaría con las descargas, dice Arturo Gleason. Si se tolera la urbanización en El Bajío, la zona colapsará, advierte
Guadalajara. Agustín del Castillo. MILENIO-JALISCO. Edición del 3 de noviembre de 2011
La sorpresiva noticia de que se contaminó la cuenca de El Bajío del Arenal con las aguas residuales de la Villa Panamericana, ocasionó estupor en el consultor en aguas subterráneas e investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Arturo Gleason Espíndola, uno de los principales críticos del proyecto panamericano.
“Creo que se ve lo que se esperaba, hablamos que es una cuenca endorreica, o prácticamente cerrada, y todo va a dar al centro [del valle], donde hay poca pendiente para desalojar el agua residual, y era lógico, representaba un gran riesgo [...] a sabiendas de lo que se dijo todo el tiempo, que esta zona era zona de recarga, no se tomó en cuenta y brutalmente se arrojaron estos volúmenes de agua residual al suelo, no esperaba tal agravio, meter agua impunemente al subsuelo me hace pensar que no hay ni la más remota idea del cuidado al medio ambiente de quienes gestionaron ese lugar”, dijo, en entrevista con este diario.
—¿Qué consecuencias puede traer esto? Es muy probable que parte de esta agua se haya ido ya al subsuelo...
—Por supuesto, es obvio, evidentemente se rompió toda normatividad, que ya de antemano estaba violada por poner las villas ahí, en una zona que no es apta para urbanizarse; pero en la cuestión de zona de recarga y de la calidad del agua, está violentado todo, ese lugar ya es sabido que es un área de alimentación de agua al acuífero de Atemajac, el principal de la ciudad, que ahora indudablemente va a estar contaminado, es algo aberrante...
—¿Qué es lo que se puede hacer para ponerle remedio?
—Primeramente hay que parar la fuente de contaminación; y de lo que quede ahí, hacer una evaluación del daño, hasta dónde llega el flujo, hasta dónde se ha filtrado en el acuífero; quizás no estemos hablando de que haya recorrido grandes distancias porque es muy reciente, y todavía estemos a tiempo de hacer una restauración [...] luego habrá que establecer las estrategias de protección, si me dijeran qué se tiene que hacer, pues que nadie se meta ahí, que esas villas se salieran, que es lo que técnica y científicamente se tiene que hacer, aunque políticamente y económicamente representa un gran costo […]. Dado el peso de esos dos factores, yo puedo afirmar que hay que detener la urbanización, hacer un proyecto de restauración del sitio, y establecer las estrategias de saneamiento y del manejo de aguas pluviales [...] si persisten las autoridades en urbanizar ahí, no solamente van a ser esas pequeñas infiltraciones, sino que van a ser grandes infiltraciones en esos espacios que quedaran de agua permeable, más aparte las inundaciones; esto se ve venir en poco tiempo, si no se para...
—¿Poner plantas de tratamiento con cierta capacidad resolvería técnicamente el problema?
—Pues por un momento, sí; lo deseable, insisto, sería sacar las villas, pero si persistieran en dejarlas, pues sería poner estas plantas, pero si va a seguir la urbanización, no va a haber planta de tratamiento que limpie toda esa agua y acabe el problema.
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