miércoles, 30 de noviembre de 2011

La CEA lamenta omisiones y negligencia en la villa


Las descargas en El Bajío se pudieron evitar, indica el titular de la Comisión Estatal del Agua. La violación de la clausura vigente por administradores de la Villa es “muy grave”

Guadalajara. Agustín del Castillo. MILENIO-JALISCO. Edición del 18 de noviembre de 2011

Los vertidos de aguas negras de la Villa Panamericana pudieron evitarse, pero las omisiones de los responsables de la operación propiciaron el problema, aseguró ayer el director de la Comisión Estatal del Agua (CEA), César Coll Carabias.

El funcionario destacó que el alcalde de la Villa, Nick Van Der Kaaij, no supo reaccionar ante el problema y olvidó pedir auxilio a los dos organismos que le podían ayudar: la propia CEA y el SIAPA.

“Cuando nos damos cuenta de que hay una derrama, inmediatamente activamos programas para atenuar lo que estaba sucediendo [...] es muy lamentable que esto haya ocurrido, porque se pudo haber evitado; yo creo que el alcalde de la Villa es una persona que ve todo lo que es hospedaje, limpieza de cuartos y todo eso, esa experiencia sí la tiene, pero supuso en un principio que el edificio ya tendría un sistema de drenaje...”.

Añadió: “No creo que en ningún momento se haya puesto a pensar a dónde van las aguas negras, y cuando le avisan que se estaba rebasando, por omisión no avisa del problema a la CEA o el SIAPA, y vinieron las decisiones que él tomó [la descarga a cielo abierto en siete fosas en terrenos del complejo panamericano]; cuando nos enteramos, mandamos equipos e hicimos la limpieza; Zapopan actuó como le tocaba, hace clausuras diciendo ‘está muy mal y debemos corregirlo’”.

—¿Dónde nacieron los errores?

—Primeramente, la unidad habitacional de la Villa Panamericana estuvo calculada para tres mil personas; la planta de tratamiento da batería de cinco a seis litros por segundo, suficiente para esa cantidad de personas [...] primer problema, las plantas requieren periodo de estabilización, no son mágicas, requieren estabilización física y biológica, ésta con bacterias que son las que actúan para comer los microorganismos, y lo químico que es agregar cloro porque mata los coliformes que nos quedan vivos.

Por si fuera poco, en un tiempo muy breve “la Villa subió a 7,200 personas habitando; evidentemente la descarga se les fue durante cuatro días muy por encima de su capacidad; si nos hubieran hablado antes, hubiéramos actuado como en este momento”.

Pero lo peor vino después: “No respetar los reglamentos, y lamento mucho que hayan hecho ese tipo de cosas, hay fotos y evidencias, parece ser que un metro antes de la descarga clausurada le abren y se provoca ese derrame, y eso sí, como autoridad lo veo muy grave; cuando una autoridad ejerce, cuando hay un acta, se debe respetar [...] había la urgente necesidad de echar a andar las cocinas, pero de nuevo, por qué no preguntaron [...] se encuentran soluciones, lo que no está bien es que mediando acta y clausura se haga un desvío antes de llegar a lo clausurado y se propicie un derrame”.

Más allá de las claras violaciones, “los derrames no son sustantivos, no son catastróficos; sacamos 249 metros cúbicos de agua de los cuatro días, estabilizamos la tierra, vigilamos que no se reciba más, trabajamos en el cárcamo de recepción, no hemos tenido más problemas”.

Todos los días, las pipas y los camiones extractores Vactor de la CEA, además de vehículos privados, extraen 800 metros cúbicos de aguas residuales, lo que implica trabajar a toda hora para evitar nuevas infracciones, agregó el funcionario estatal.

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