miércoles, 30 de noviembre de 2011
Más contaminación por desorden urbano
La ciudad tiene serios problemas en calidad del aire, del agua y de la basura. La dispersión geográfica de la urbe y el reinado del automóvil son los motores de la mayor parte de los problemas de contaminación que padece actualmente la zona conurbada de Guadalajara
Guadalajara. Agustín del Castillo. MILENIO-JALISCO. Edición del 21 de noviembre de 2011
Como todas las grandes urbes del mundo, la zona conurbada de Guadalajara produce gigantescas cantidades de contaminantes del aire, el agua y el suelo: cada año, un millón 460 mil toneladas de residuos sólidos (basura), alrededor de un millón 400 mil toneladas de emisiones a la atmósfera y 283 millones de metros cúbicos de aguas negras.
Pero tiene sus causas propias: una expansión desordenada donde la mancha de fraccionamientos y desarrollos de todo tipo no corresponde con el crecimiento de los servicios básicos para garantizar la calidad de vida de los moradores citadinos.
Así, las redes de drenaje y colectores, agua potable, pavimentación y sus servicios asociados siempre van atrás del crecimiento de las zonas habitacionales, lo que deriva en espacios mal comunicados donde se improvisan tiraderos de basura, se arrojan aguas negras a cielo abierto, se reproduce la llamada “fauna nociva” y las enfermedades.
Esa dispersión, que se liga a deficientes sistemas de transporte, también estimula la adquisición de automóviles entre los particulares y detona el tremendo problema del tráfico citadino, con 1.7 millones de vehículos que generan entre 80 y 83 por ciento de los contaminantes de la atmósfera. Según estimaciones de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable, cada día se suman de 350 a 400 automóviles al parque vehicular, muchos de ellos de viejo uso. Llegan más carros que recién nacidos (222 diarios) a la ciudad.
El mal esquema de crecimiento también explica la ausencia de áreas verdes, uno de los espacios que amortiguan mejor los efectos de la contaminación ambiental. Si bien la zona poniente, con sus casas espaciosas y amplios jardines privados, y algunos grandes parques, representan una ciudad modélica en el caso, todo el cinturón de asentamientos pobres y la zona oriente de la ciudad son deficitarios.
Guadalupe Rodríguez Gómez, coordinadora de un amplio estudio sobre las causas de la violencia en la ciudad, destaca que “en los últimos 45 años la mancha urbana se ha multiplicado 7.5 veces, en contraste, la población lo hizo 4.5 veces. Estos procesos demográficos y espaciales de acelerada y desigual expansión replican la agresiva y voraz apropiación del suelo y de los recursos naturales de México y del mundo que llevan a cabo las sociedades, la tecnología y la infraestructura urbanas con la silente venia, en la mayoría de los casos, de los Estados nacionales”.
Así, “la metrópoli hoy por hoy es un espacio urbano donde se privilegia el individualismo, el consumo, la propiedad y [relativamente] el control de ciertos grupos de poder —históricos y de más reciente constitución—; se han construido enclaves de seguridad privados —de clases medias y altas— y de 2000 a la fecha también de ciertos sectores populares que poseen empleo formal; cada vez hay menos alojamientos, a precios accesibles [sic] para los trabajadores en los municipios de Guadalajara y Zapopan [que no decir del centro de la otrora ciudad]; se encuentran espacios de miseria aquí y allá, segregaciones implacables y desastre ecológico, particularmente en los municipios conurbados del este y sur, sureste [Tonalá, El Salto, Juanacatlán, Tlaquepaque y Tlajomulco]”.
Con estas consideraciones, se llega a una radiografía más o menos completa de la enfermedad de la contaminación, en términos geográficos (ver mapa anexo):
Uno, aguas residuales a cielo abierto: cuenca de El Ahogado, presas del sur de la ciudad, incluidas Las Pintas, El Ahogado, las Rusias; ríos abiertos en San Juan de Dios, arroyo de El Ahogado, río Blanco, San Gaspar, Osorio, San Andrés, Coyula.
Dos, tiraderos de basura abiertos: Picachos, Milpillas o Hassar’s, Los Laureles, San Martín de las Flores; cerrados: Las Juntas I y II, Tateposco, el Zalate, La Micaelita, Santa María Tequepexpan, Loma Linda, San Gaspar, Coyula-Matatlán, San Juan de Ocotán, Nuevo México, El Colli, El Carril, Río Blanco, Copala y El Taray.
Tres, zonas de estancamiento de aire contaminado: Miravalle, Las Águilas, Loma Dorada y El Bajío (donde se ubica la Villa Panamericana).
Cuatro, zonas muy contaminadas por ozono, donde destacan: Las Águilas, Plaza del Sol, Centro y Vallarta poniente (donde circulan más autos).
Y en quinto lugar, las zonas de la ciudad con menos áreas verdes: sector Libertad, Tonalá, zona industrial del sur de la ciudad, colonias periféricas del poniente y el sur.
Es un breve recuento de una enfermedad que llegó para quedarse.
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En perspectiva
LAS CONDICIONES
Superficie
• La zona metropolitana de Guadalajara tenía a finales de 2009 alrededor de 62,832 hectáreas; la ciudad se expande a poco más de 600 hectáreas anuales, pero hay entre ocho mil y catorce mil hectáreas de lotes baldíos disponibles al interior de la urbe. La densidad es de 65 habitantes por hectárea (era tres veces mayor medio siglo atrás)
Temperaturas
• En el área urbanizada, las temperaturas promedio mínimas aumentan 0.05 grados por año y las máximas 0.02 grados. La diferencia de temperaturas con la zona rural que le rodea llegan a ser de siete grados por arriba dentro de la mancha urbana
Vientos escasos
• Los vientos superficiales dominantes en la ZMG provienen del oeste, con 15.5 por ciento de la frecuencia total, siguiéndole los vientos del este con 7.5 por ciento. En ambos casos, sus velocidades son de 1.4 a 5.6 metros por segundo [m/s] y en forma temporal presentan velocidades de 5.8 a 9.7 m/s. Asimismo, se observa que los periodos de calma [ausencia de viento y/o vientos muy débiles menores a 1.1 m/s] alcanzan una frecuencia de 44.3 por ciento, lo cual indica el gran potencial de acumulación de los contaminantes por falta de ventilación en la ZMG: apenas brisa ligera
Sol
• La ciudad recibe una abundante radiación solar, debido a que se localiza a una latitud de 20° norte, lo que hace que su atmósfera sea altamente fotorreactiva, lo que favorece la formación de contaminantes secundarios como el ozono y otros oxidantes fotoquímicos. El efecto de esta intensa radiación se potencia con los kilómetros de asfalto y cemento sobre los que se asienta la ciudad, que nulifica la evotranspiración, a lo que se suma la poca presencia de árboles, que mitigan las altas temperaturas
Inversiones térmicas
• Provocan el estancamiento de los contaminantes. Este fenómeno se presenta 283 días del año, siendo los periodos de enero a junio y noviembre a diciembre cuando se presentan con mayor frecuencia. El espesor de la inversión térmica va de decenas a algunos cientos de metros
LOS PROBLEMAS
• Hay 1.7 millones de automóviles sobre la superficie de la ciudad, que generan más de 80 por ciento de la contaminación de la atmósfera. Se dobló el número de vehículos en los últimos ocho años, de manera que cada día se incorporan de 350 a 400 vehículos; casi 40 por ciento de los autos tienen más de quince años de actividad, no cuentan con el convertidor catalítico —el dispositivo que ayuda a mitigar las emisiones—, por ende generan una mayor contaminación en comparación con un vehículo recientemente afinado y verificado, hasta en 30 veces más, dice la Semades.
• El cumplimiento de la verificación de automotores, obligatoria por ley, sólo la tiene alrededor de 35 por ciento de los automovilistas de la ciudad.
• Hay tres tipos de contaminantes: los criterio, que existen en la norma y normalmente se miden en la red; los segundos son los gases de efecto invernadero, que son los que tienen que ver con el cambio climático (algunos criterio son este tipo de gas, como el CO2), y un tercer grupo son los contaminantes tóxicos, donde se agrupan compuestos generados principalmente por la industria, y en algunos casos los vehículos: benceno, tolueno; son más de 100 contaminantes, muy complicados para monitorearlos permanentemente.
• Incendios forestales. Entre junio y noviembre de cada año, las montañas contiguas a Guadalajara padecen el problema de incendios, en buena medida provocados por las actividades agropecuarias; los vientos llevan esas cenizas (que se miden como partículas suspendidas) a estacionarse en algunos puntos de la ciudad, sobre todo al sur, ocasionando contingencias que pueden ser severas.
• Áreas verdes. Apenas se acercan a mil hectáreas las áreas verdes consolidadas, incluidos camellones y glorietas, con lo que se mitiga poco el calor que fabrica contaminantes como el ozono, además de aumentar la contaminación visual y auditiva.
• Contaminación del agua. La ciudad genera cerca de nueve metros cúbicos por segundo de aguas contaminadas, lo que ha dañado severamente la calidad de vida de las zonas bajas, sobre todo el río Santiago. Para los residuos domésticos están por terminarse las plantas tratadoras en El Ahogado y en Aguaprieta, pero falta analizar a fondo el tema de los desechos industriales que también vierten metales pesados a las cuencas.
• Canales a cielo abierto. Asociado al anterior, el problema de la canalización de las aguas negras es que en muchos sitios de la metrópoli éstas no van en colectores, sino por canales a cielo abierto. Las presas de la zona sur de la ciudad son vertederos de residuos y el contacto con la población, en colonias pobres, produce daños a la salud.
• Urbanización en zonas de recarga de agua. El acuífero Atemajac-Tesistán está invadido en 60 por ciento por fincas, calles e infraestructura; Toluquilla ya alcanza 25 por ciento de urbanización. La invasión urbana impermeabiliza el área de alta infiltración de la metrópoli, enclavada al poniente y sur de la zona conurbada, reduciendo la capacidad de sus dos acuíferos, que hoy aportan 31 por ciento del líquido que se surte a los habitantes citadinos. Esta urbanización propicia además que el agua subterránea se contamine.
• Basura. Se generan más de 5,500 toneladas diarias de desechos (incluidos “desechos de manejo especial”) y sólo se separa hoy alrededor de 8 por ciento de los residuos. Los vertederos existentes son un problema asociado, suelen contaminar el agua freática y las aguas superficiales, como sucede con los pueblos de la zona norte de Zapopan, que se han movilizado para impedirlo, y con los de la zona de Tonalá.
• Un ejemplo del daño de los vertederos: el tiradero de basura de Matatlán, con ocho millones de toneladas de desechos, produce alrededor de 90 mil toneladas anuales de bióxido de carbono equivalente hacia la atmósfera de Guadalajara.
Fuentes: Semades, SSA, Conagua, archivo de Milenio Jalisco
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