La barrera de montañas, la ruta que siguió Patricia y su velocidad de traslación, claves de que no dañara los grandes centros urbanos.
Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.
El paso por territorio de Jalisco del huracán Patricia, el más intenso que se haya registrado en el océano Pacífico oriental, dejó daños cuantiosos pero apenas tocó los grandes centros económicos regionales: Guadalajara, Tepic y Puerto Vallarta. Eso no debe dar pie a lecturas equivocadas: la segunda ciudad del país puede padecer desastres ligados a este tipo de meteoros, advierte el coordinador general del Servicio Meteorológico Nacional, Juan Manuel Caballero González, uno de los cinco miembros del Consejo Ejecutivo de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
De acuerdo a la información proporcionada por todos los sistemas de monitoreo del gobierno mexicano y del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, la clave del bajo daño se debe a tres elementos: uno, penetró a tierra en una zona poco poblada y donde en vez de amplias llanuras hay acantilados; dos, su velocidad de traslación era muy elevada (casi 20 kilómetros por hora) y lo hizo cubrir con rapidez su ruta hacia el noreste; tres, la amplia barrera de la Sierra Madre del Sur, con cumbres superiores a dos mil metros sobre el nivel del mar, lo hicieron degradarse con rapidez.
Cuando pasó sobre Tequila –cuyo volcán se eleva casi tres mil metros- ya era una tormenta tropical. La ruta siguió hasta Texas, pero ya con baja intensidad y sin topar con grandes urbes regionales, refiere el funcionario, entrevistado por MILENIO JALISCO en las oficinas centrales de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en la capital del país.
“Patricia impactó en una zona que no está muy poblada; de donde tocó el ojo del huracán la costa, si consideramos que el lado derecho del mismo es el que tiene los vientos de mayor intensidad, allí encontramos acantilados, no es una línea de playa convencional; montañas que llegan al mar, con una altura de 80 a 100 metros, y detrás de esas elevaciones están las comunidades más expuestas al huracán y más atrás, montañas que pronto se remontan por arriba de dos mil metros […] no tocó tierra en Manzanillo o en Puerto Vallarta, donde los daños hubieran sido mucho más cuantiosos”, advierte.
Por eso “hay la falsa percepción de que no hubo grandes afectaciones; la verdad es que las personas que estuvieron expuestas en las comunidades sí sintieron la fuerza de un huracán de categoría 5 […] la velocidad de traslación iba de 19 a 20 kilómetros por hora; comparemos con el huracán Wilma [2005] que también tiene registros como el más intenso de la historia en la cuenca del Atlántico; cuando cruzó Cancún llevaba una velocidad de traslación de cuatro km por hora; y si comparamos el ojo del huracán, tenía un diámetro de 30 km, mientras el de Patricia sólo medía diez km”; también las zonas de la trayectoria difieren, dado que el meteoro caribeño destrozó parcialmente el principal centro turístico mexicano.
El paso rápido explica que los volúmenes de lluvia fueran menores que, por ejemplo, Jova, que con categoría tres, pegó en la costa de Jalisco en 2011, y trajo más daños porque “estuvo más tiempo generando nubosidad y lluvias”, añade.
Caballero González llama la atención sobre las inusitadamente altas temperaturas del océano Pacífico ecuatorial, que propiciaron la extraordinaria energía de Patricia. “Hablamos de temperaturas de 30 a 31 grados centígrados en el superficie del océano, y aparte la profundidad con esa temperatura era mayor, y por lo tanto era mayor cantidad de energía, de calor almacenado; los remanentes de esa gran energía eran tales que todavía una semana después permitieron ese desprendimiento nuboso que penetró también por la costa de Jalisco y Colima y dejó lluvias abundantes y muchos problemas…”.
- El tema de la temperatura, ¿es efecto de El Niño o hablamos ya del fenómeno de calentamiento global?
- Es natural pensar que si se está presentando un calentamiento global en el planeta se vea reflejado en el océano, pero justamente el calentamiento en el Pacífico está asociado al fenómeno de El Niño […] el fenómeno del calentamiento global es a largo plazo, pero lo que sí tenemos claro es que asociado a El Niño, que está presente en estos momento, se derivó esta intensificación de Patricia , en otras condiciones, cuando el océano no tiene esta temperatura en esta zona del pacifico no se hubiera visto esta intensificación del huracán.
- ¿Guadalajara está protegida para no enfrentar eventos extremos de este tipo por su barrera de montañas?
- …recordemos a Monterrey, que en 1988 se vio directamente afectado por el huracán Gilberto, que penetró la costa de Tamaulipas, y en el 2010 se vio severamente efectado por el paso del huracán Alex; es un escenario similar a lo que pasaría en Guadalajara si tienen un ciclón tropical, y si el ojo del huracán pasara mucho más cerca: los efectos serian otros; afortunadamente no hemos visto en la corta historia que se tiene de registro de ciclones tropicales, que por Guadalajara haya penetrado un ciclón activo, tormenta tropical, huracán categoría uno, pero eso tampoco la exime…
En realidad, por su forma geográfica, todo el país tiene el mar cerca. “Podría llegar como depresión tropical o como tormenta, con vientos de 50 a 75 km por hora, sostenidos, y las infraestructuras en las ciudades que no son costeras generalmente no tienen la capacidad de soportar vientos sostenidos de esta intensidad o mayores; y además está el tema de la lluvia, no podemos bajar la guardia”.
-¿Por qué el AMG suele quedar fuera de trayectoria en los registros que se tienen?
- La ruta es simplemente la interacción de cómo se encuentre en ese momento el ciclón activo y otros sistemas meteorológicos con los que pueda topar […] no es casualidad que en la parte final de la temporada de huracanes, cuando se presentan frentes fríos desde el norte, estos provoquen que los huracanes se desvíen hacia el continente, lo que explica por qué es el tiempo más peligroso. Y quiero recordarles que la temporada de ciclones no ha terminado aún.
CLAVES
El huracán Patricia, el más intenso de la historia del Pacífico oriental, penetró en el continente en las sierras de la Costa Sur de Jalisco, a las 18.15 horas del 23 de octubre pasado
La zona del impacto quedó fuertemente afectada: en las diez poblaciones más cercanas al ojo del huracán habitan unas cinco mil personas
Los huracanes de otoño suelen ingresar a continente por su interacción con los frentes de baja presión que provienen del norte
La alta velocidad de traslación, el tamaño del ojo del huracán –apenas la mitad de Wilma, que arrasó Cancún en 2005- y la formidable barrera de montañas explican su pronta degradación.
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La reprochable ausencia de muertos
Si no hay muertos no sales en las noticias; los moradores de la selva viven dramas invisibles.
Cuando volvió la corriente eléctrica, Juan y los pobladores de la costa, descubrieron que la falta de muertos por el huracán había causado una especie de decepción, y lo notaban en el tono resentido de las primeras noticias que recibieron por los medios estatales y nacionales. Sus ojos cansados reflejaban asombro, le costaba creer que para ser noticia hubiera que flotar boca abajo en un charco.
El día del arribo de Patricia, pasadas las 5 de la tarde, la negrura y el desasosiego empezó a asomar en el horizonte. Recuerda que los animales estaban inquietos, y a su mujer le había bajado la presión como pasaba siempre antes de una tormenta. Decía que la víspera la desguanzaba. La diferencia con otros huracanes que le había tocado atestiguar en sus casi 78 años, fue que durante todo ese día escuchó que era el huracán del siglo, y que irremediablemente les pegaría de lleno. Reciente estaba el recuerdo de Jova, y las terribles horas que les hizo pasar, sobre todo al menor de sus nietos, quien con menos frecuencia, pero aún todavía se despertaba con el llanto provocado por el estruendo del viento y el rugido del mar en su memoria.
Por la mañana pasaron los de Protección Civil. La invitación había dejado de serlo, y ahora venían a por ellos para llevarlos al albergue. Sería la primera vez que abandonaba casa y posesiones, pero justo ese día no tenía fuerzas para pelear con las hijas, quienes atemorizadas y convencidas tenían preparada la mudanza temporal. Al anochecer, intuyó que habían tomado la decisión correcta cuando vio pasar volando como si fueran papelitos, láminas y algo que se le figuró como una chiva. Esa fue una larga noche.
Con la cabeza pesada por los acontecimientos, el café le supo amargo y se negó a probar los frijoles. El nieto fue el que le dio la noticia de la pérdida del techado y el derrumbe de la barda trasera de la casa, el resto de la familia no se había atrevido a hacerlo. Él no se había movido de su sitio en todo el día. El enorme trajín que vivía el albergue, contrastaba con su indiferencia. Desde su último infarto, el dolor de cuello y espalda no había desaparecido, y para colmo se le había instalado una tristeza permanente que ni el dominó con los amigos, ni el box del sábado hacían desaparecer.
El domingo por la mañana empezaron a llegar los primeros vehículos con ayuda. La voz de las primeras noticias provenientes de un radio llegado con una nueva brigada, le sacó de sus pensamientos. Era la voz de uno de los más destacados periodistas de México. Habló del huracán y de su paso por Jalisco y Colima. Escuchó la manera en la que se congratulaban reiteradamente de que Puerto Vallarta no hubiera sido afectada, y por las referencias dadas dedujo que habían sido nuevamente ellos los más afectados, solo que no pudo estar seguro, ya que cuando el comunicador se refirió a las remotas comunidades al sur de Vallarta y al norte de Manzanillo por donde el huracán dejó la mayor destrucción, dio nombres como “Chametla”, “Chamula” y “Chimela”. Cuando en otro prestigiado noticiero mencionaron a “Perúla”, supo que las cosas no habían cambiado. Seguían siendo invisibles, inexistentes para todos. No los habían borrado del mapa, solo que nadie se había molestado en consultarlo. El lunes por la mañana, Cihuatlán era un municipio del norte de Colima para la prensa nacional, y ellos eran una remota aldea de pescadores en el centro de la costa de Jalisco. Con esas referencias postales estaba seguro que la ayuda, tardaría en llegar. Se colocó el viejo sombrero de palma, colgó su camisa al hombro, y se enfiló hacia donde habría de levantar nuevamente su vivienda sin más ayuda que la de su familia, como en todos sus pasados.
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