miércoles, 4 de noviembre de 2015
Barra, una playa que resistió el embate de "Patricia"
Hay daños y retroceso, pero los geotubos han demostrado ser una solución, apunta el responsable de la reconstrucción.
Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.
Es verdad que la arena ha desaparecido en buena medida de la playa de Barra de Navidad, pero la estructura cimentada en rocas que se implantó pacientemente en los últimos dos años en el sitio ha permanecido, y con ello, la cimentación de las fincas contiguas; “si lo quieres ver en porcentajes, estábamos en 95 por ciento de la restauración y hemos retrocedido, pero no a cero, sino a 70 por ciento”, señaló el empresario Francisco Álvarez, responsable de los trabajos.
La clave de ese retroceso es que particulares, de forma arbitraria y dolosa, decidieron remover geotubos laterales que se habían instalado para reforzar la protección que ya brindaban los geotubos principales que están paralelos a la línea de costa a unos 100 metros de esta.
Según la inspección preliminar de los daños, la playa registró “enorme pérdida de arena, enrocamiento polimerizado, rellenos de arena, muros de contención, marina, calles, malecón y escollera”, así como abundante azolve de la Laguna de la Navidad y del Tule.
El lado positivo es que se ha demostrado que esta infraestructura funciona. “La zona que se deterioró es la que dejó de tener la protección de esa barrera, por lo cual es claro que es algo que funciona y que debemos terminar para que esta playa no se pierda como ocurrió años atrás; estamos también en la discusión de cuáles son los aspectos de las estructuras creadas por el hombre en las últimas décadas, y que alteraron el flujo del agua y la depositación de arena para formar playa, para removerla y generar una resolución definitiva”, añadió.
Una de las afectaciones mayores fue en el gran espigón construido para favorecer una marina en el desarrollo Grand Bay; el muro de piedra y arena ha sido dañado por la corriente al paso violento de Patricia. Algunos consideran que ante el deterioro ostensible, se debe aprovechar para remover la instalación, que altera el flujo de la arena; otros insisten en la necesidad de recortar primero el “conchero”, una península crecida artificialmente por fraccionadores locales que ha generado un efecto de “embudo” en la laguna y que evita que el azolve que entra al cuerpo de agua, sitio Ramsar, pueda regresar al mar y engrosar la playa.
“Ese conchero es del pueblo y no de los fraccionadores, y se debe quitar como 100 metros que afectan las corrientes, y no permitir que un negocio de particulares se imponga al bien común”, advirtió Francisco Javier Sánchez, un restaurantero y antiguo pescador apodado “El Popeye”, acérrimo crítico de que autoridades y técnicos no se decidan a recuperar el viejo sistema natural que permitía la existencia de la laguna y de la playa, cuya alteración más seria comenzó en los años setenta y se agravó los siguientes 20 años.
La llegada de un segundo evento desastroso a esta playa en menos de cinco años (Jova en 2011, Patricia en 2015) obliga a tomar decisiones de fondo ante la limitación de recursos de reconstrucción y la necesidad de evitar grandes daños en una región, el municipio de Cihuatlán, profundamente alterada, admite Álvarez.
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