martes, 3 de febrero de 2015

El Quelele, un gran humedal bajo saqueo



Los cazadores furtivos, la invasión de asentamientos irregulares, la basura y las aguas negras contaminadas han degradado este gran hábitat de más de 200 cocodrilo.

Agustín del Castillo / Bahia de Banderas. MILENIO JALISCO. 

Del paraíso anfibio que eran la desembocadura de los ríos de la Bahía de Banderas, entre Jalisco y Nayarit,  apenas resta algo más que este extraño mundo de un centenar de hectáreas de marismas, al que ingresan aguas malolientes, cazadores furtivos, fauna exótica, asentamientos irregulares  y los vividores de siempre: los que pretenden privatizar la propiedad pública.

Letreros de “propiedad privada” entre la maraña de manglar, que consta de nueve canales y tres lagunas (La Cortada, La Vejiga y El Quelele) recuerdan que es un reino silvestre sitiado. Huellas de jeep, de zapatos de suela gruesa, vegetación perturbada con machetes y la peor marca de la casa humana: La basura.  Por si faltara, algunos decidieron mudarse al humedal, y un centro de población crece en el corazón de los laberintos de agua, a un costado de un precario cocodrilario donde el esfuerzo de reproducción y conservación de especies es, paradójicamente, cuesta arriba, aunque este sea un mundo llano que sólo termina en el mar.

El cocodrilario “El Cora” es una unidad de manejo ambiental y de vida silvestre (abreviado a Uma) creada en 2002, que tiene como principal tarea garantizar la supervivencia del cocodrilo de río (Crocodylus acutus), protegido por la Convención Internacional para el Tráfico de Vida Silvestre (CITES) y por la norma oficial mexicana 059. Se extiende sobre 4,600 metros cuadrados y es el único esfuerzo real para enfrentar el tremendo daño ambiental del complejo lagunar.

Pero su responsable, J. Santos Rodríguez, está desesperado y advierte que pronto “tirará la toalla” ante la falta de apoyo e interés de los gobiernos municipal, estatal y federal.

El Quelele, que la da nombre genérico al pantanal, es fruto de la naturaleza pero también de las modificaciones humanas. “Según los ejidatarios, todo esto se dio cuando hicieron el fraccionamiento de Nuevo Vallarta, la boca de mar se abrió, se dragó y la fuerza de las mareas fue penetrando, pues antes no había agua salada. Eso permitió que naciera este ecosistema como hoy lo vemos. Pero lo malo es que desde entonces, y cada vez más, entra contaminación de los nuevos fraccionamientos que hay arriba, las descargas de aguas negras de Valle Dorado, del fraccionamiento San Vicente, de Nuevo Vallarta, de El Flamingos, de Bucerías”.

- ¿Pero cómo? si dicen que este es un destino ambientalmente sustentable.

- No, eso es pura mentira, es puro cuento, si yo hasta he seguido a pipas que descargan desechos en el camino, es incontrolable que usen esto como vertedero y basurero, responde irritado.

“El problemas son las plantas de tratamiento que no están a 100 por ciento; me ha tocado ver pipas que descargan allá por el puentecito, por el mismo camino que llega aquí, y descargan aguas negras a las tres o cuatro de la mañana, hasta acá llega la peste […] si vas por los canales por donde se meten los cocodrilos, el agua está verde, y tiene así como tres años; supuestamente  hay más agua dulce tratada, pero no está bien tratada, lo cierto es que si baja la marea, el agua está verde pero no hay un solo pez…”.

El manglar, agrega, se está muriendo. Y la cosa se pone peor por la invasión humana permanente, “no sé si vio por ahí unas casas cuachalosas [sic], son de gente que se viene a invadir, y ves basura, ves llantas, ves un cochinero; yo ya estoy a punto de correr de aquí, tenemos gente invadiendo la zona federal, y es pura basura, lavan en el canal, limpian a los chiquillos y tiran el pañal […] Yo he pedido a la Secretaría de Medio Ambiente [Semarnat] que los saque, porque además tenemos problemas de cacería, ya no hay venados ni armadillos, ni culebras, y claro que le pegan al cocodrilo y a todas las aves”.

El protector del reptil muestra rastros de cocodrilos que acuden a su granja de reproducción por la noche, en busca de hembras; “están en celo, antes había mucho cocodrilo, ahora ya no; ahora los vienen a cazar no con rifles, sino con arpones, porque así no hacen ruido. Yo le he hablado a Protección Civil en la madrugada en que andan de cacería, porque tampoco me puedo enfrentar a ellos porque tengo familia, pero no veo el apoyo”, agrega.

Llego a la zona en 1985 y sus hijas crecieron en un ambiente de baja perturbación, entre armadillos, tejones (pecaríes), mapaches, culebras, venados, zorras y muchas aves, además de cocodrilos, animales que se protegen en sus corrales. Muchos han sido rescatados de propietarios irresponsables. Pero los cazadores no dan reposo, sobre todo al gran lagarto. “Muchos vienen por ellos en lanchas, por la noche, con lámparas, y aunque me arriesgo, trato de correrlos. Yo escuché que han contabilizado unos 211 cocodrilos en este momento, pero cada vez va a ser más difícil para ellos”.

No se explica porque no hay acciones contundentes de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). “Sería lo lógico; hay unas cámaras a la entrada desde la carretera, llevan un año ahí, y esas las puso el campo de golf  porque han tenido robos de mallas, de tuberías; o sea que sí  hay evidencias para dar con los responsables del saqueo”.

El Quelele está propuesto desde hace varios años para un área natural protegida, pero no prospera porque “deben entrarle con todo”, y el peso de los intereses es asfixiante. “Si este año no corren a esta gente, los invasores,  yo me voy, de qué sirve que rescate animales, si los demás no hacen su chamba, ahí muere y ya”, repone con amargura.

“Los factores de presión ambiental en el sistema estuarino El Quelele, corresponden a afectaciones en el suelo por erosión, compactación y cambio de uso de suelo, en el agua se observan sólidos en suspensión, vertimiento de aguas negras y aceites. Se considera que los agroquímicos y lixiviados se presentan en el sistema por la cercanía al campo de golf “Flamingos” de Nuevo Vallarta, Nayarit y a los restaurantes ubicados en los alrededores del cuerpo de agua que no cuentan con sistema de drenaje. La flora se ve reducida por la tala, introducción de especies y la afectación por plagas. Asimismo, en el sitio se observa la introducción de fauna exótica y la caza de especies nativas”, señalan Cruz Romero Bartolo (CV), Luis Fernando González Guevara y Carmen Navarro Rodríguez (el artículo completo, enhttp://www.eumed.net/rev/turydes/14/ecosistema-manglar-bahia-banderas-mexico.html

Claves

Otros datos de las marismas

El sistema estuarino El Quelele se localiza 15 km hacia el norte de Puerto Vallarta, Jalisco.

“Tiene un área total de planos lodosos de 100 ha que son inundadas periódicamente por efectos de las mareas, presentando su nivel máximo de agua en la temporada de lluvias (juniooctubre) y alcanza una profundidad promedio de 1,20 m. Se conecta al océano a través del estero El Chino, cuya boca se modificó al construir la rada portuaria de Nuevo Vallarta, Nayarit”

El tipo de vegetación dominante es el manglar siendo la principal especie Laguncularia racemosa

El complejo lagunar presenta “una considerable fragmentación de la vegetación para la construcción de caminos. Lo que repercute en emisiones atmosféricas principalmente de polvo y humo generado por maquinaria destinada a la construcción”

Respecto al paisaje “ha perdido su calidad original […] mermando en forma notable la estética del sistema”

Por ende, en comparación con otros ecosistemas de la bahía, “presenta la menor cantidad de recursos con potencial turístico”, aunque mantiene su atractivo por la abundancia de cocodrilos y aves

>Fuente: http://www.eumed.net/rev/turydes/14/ecosistema-manglarbahia-banderas-mexico.html

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