viernes, 25 de julio de 2014

Lerma-Chapala, presupuesto que no revierte el deterioro



Un análisis del INECC advierte que apenas se invierten 161 pesos por ha en la cuenca, pero de estos, sólo 40 tienen efecto ambiental directo.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

El sector público mexicano invierte en acciones ambientales, en promedio, 870 millones de pesos por año en los 54 mil kilómetros cuadrados de la cuenca Lerma-Chapala, pero ese recurso económico no ha detenido, ni mucho menos revertido, el enorme deterioro ambiental sobre todo del último medio siglo, advierten investigadores del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).

Es decir, no se trata nada más de la insuficiencia de una aplicación promedio de 161 pesos por hectárea, sino de inversiones que en términos generales no obedecen al diagnóstico ambiental de la zona y en consecuencia, muy poco aportan para resolver sus enormes pasivos: deforestación y cambio de uso de suelo, contaminación, erosión y pérdida de suelos fértiles, y extinción de especies. La situación es más grave ante la perspectiva nada halagüeña que ofrece el cambio climático, con un posible descenso en cien milímetros de lluvia en el promedio anual y un alza del calor de dos a tres grados en las siguientes décadas, que podría tener efectos drásticos sobre la ecología y economía regionales (ver recuadro).

“Las acciones más apoyadas en la cuenca son las obras hidráulicas las cuales en conjunto representan 70 por ciento del presupuesto que se tiene contabilizado […] en proporciones menores se encuentran las acciones de reforestación, mantenimiento y protección [8 por ciento] residuos sólidos [6 por ciento], estudios y proyectos [4 por ciento], programas de manejo forestal, Umas o de conservación [4 por ciento], pago de servicios ambientales y sanidad forestal [2 por ciento] y conservación de suelos [1 por ciento]”, destacan Helena Cotler Ávalos, Carlos Enríquez Guadarrama,  Karina Ruiz Bedolla y Verónica E. Bunge Vivier.

El documento se llama “Evaluación de las acciones realizadas por el sector ambiental en la cuenca Lerma Chapala. Recomendaciones para programas de política pública”, y contiene datos más o menos completos entre los años 2007 y 2010, recuperados hasta finales de 2012, dado que se toparon con la frecuente opacidad de las instituciones públicas.

“La reducida inversión en el gasto público destinado a acciones de conservación impacta en la atención integral de la estructura y funcionamiento de la cuenca.

“Cuando se comparan la tipología de las acciones con la problemática de las subcuencas, se observa que las acciones no siempre tienen la orientación ni la especificidad necesaria para abordar el tipo de problemas particulares de cada subregión”, refieren.

Otro debería ser el diseño del gasto, más allá de su volumen, si se consideraran dos cosas esenciales: uno, que el medio ambiente es la base indispensable para la sociedad y la economía, porque los humanos no pueden vivir sin los servicios que les provee la naturaleza; y dos, que esos servicios están comprometidos, según las siguientes cifras: pérdida de espacios silvestres de 30 por ciento (las selvas primarias pasaron de 2,214 km2 en 1976 a 1,397 km2 en 2000; en el mismo periodo, los bosques pasaron de 5,162 km2 a 3,600 km2), pérdida de fertilidad en 56.9 por ciento de las tierras agrícolas; más de medio centenar de acuíferos en abatimiento; agua superficial de calidad mediana a mala.

Ejemplo de la falta de atención a los problemas específicos: “La ausencia de acciones relacionadas con el manejo y disposición final de los residuos sólidos peligrosos que es trascendente en las subcuencas del río Duero y del lago Chapala o bien la problemática de la contaminación por agroquímicos presente en las subcuencas del río Zula, Lerma, Pátzcuaro y Angulo, cada una con sus particularidades. Otro tema recurrente y poco atendido se refiere al de las descargas industriales que contaminan los ríos en las subcuencas del río Zula [tequileras], Solís [granjas porcícolas], Angulo, Duero y el lago de Chapala”, refieren.

Las actividades agrícolas e industriales, así como la aglomeración de centros urbanos “han sido los detonantes de los procesos de degradación tales como la escasez en la disponibilidad de agua, la contaminación por descargas industriales y urbanas, la degradación de suelos, la deforestación, la fragmentación de ecosistemas y la eutrofización [invasión de materia orgánica] de embalses. Esto ha ocasionado no sólo impactos en la dinámica ecohidrológica, sino también impactos sociales e institucionales que generan competencia por el recurso hídrico”.

La incorrecta atención presupuestal se debe a que “prevalece la visión de conceptualizar el problema hídrico como un problema únicamente de infraestructura que garantice la distribución del agua hacia sus principales usuarios”; no se considera el modo en que funcionan los ecosistemas, cómo se propicia el ciclo del agua, cómo se retienen suelos y cómo se elude la contaminación. La insuficiencia de la estrategia de gasto está a la vista (el documento completo: http://www.inecc.gob.mx/descargas/dgioece/Evaluacion_INECC_Cuenca_Lerma_Chapala.pdf).

Efectos del cambio climático en la zona

El cambio climático será un fenómeno que transformará el modo de vivir en la cuenca Lerma-Chapala, de 54 mil km2 (incluyendo sus cuencas endorreicas), donde se produce actualmente 10 por ciento del producto interno bruto nacional, pero viven de sus recursos casi 20 millones de mexicanos (19 por ciento del total), si se considera que la ciudad de México y Guadalajara dependen parcialmente de sus aguas.

Los escenarios no son los mejores: en el espacio de las siguientes décadas es seguro el cambio en el régimen de precipitaciones a la baja, aunque se desconoce a qué velocidad ocurrirá. Lo cierto es que la lluvia anual, de 719 milímetros en el promedio 1942-2000, descenderá a 660, 640 y hasta 620 mm en diversos escenarios, lo que aunado al aumento poblacional, a la fragilidad social de casi cuatro millones de habitantes pobres, y al aumento de temperatura entre dos y tres grados centígrados, podrá provocar situaciones drásticas, según el análisis “Escenarios probables de disponibilidad (del agua) al año 2030 considerando efectos del cambio climático”, de Rafael Rosales González, de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

“En la cuenca Lerma-Chapala, entre 2013 y 2030 se podrían esperar anomalías medias anuales negativas de entre 2.7 y 4.3 por ciento de la media anual e lluvias, con máximos hasta de menos 10 por ciento. Por su parte, el aumento de la temperatura podría provocar un incremento de la evapotranspiración. Todo esto se reflejará en una disminución de los escurrimientos superficiales”, advierte.

(AC/Guadalajara)

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