La estadística y la ciencia demuestran que el lago siempre ha sido errático, pero que, en sus peores momentos, no dejó de proveer agua a la ciudad, pues ésta le extrae apenas 17 cm por año
Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO
Sí está en puerta una nueva crisis de agua, pero ni el lago de Chapala va a desaparecer, ni hay, en el mediano plazo, riesgo de que la zona metropolitana de Guadalajara deje de recibir su cuota del recurso a que tiene derecho conforme a la Ley de Aguas Nacionales.
Contra el discurso intranquilizador del gobierno de Jalisco, que habla de un inminente fin de las reservas del líquido en el mayor lago del país y la pesadilla de una ciudad sin agua, la historia documentada de Guadalajara desde que toma agua del embalse natural, a partir de los años cincuenta del siglo XX, demuestra que éste ha sido su medio más seguro de proveerse el recurso natural esencial, con todo y las crisis cíclicas —normales desde un punto de vista natural— que llevaron a Chapala a bajar, en 2001, a su peor nivel desde 1955 (apenas 17 por ciento de su capacidad).
No obstante, el gobernador Emilio González Márquez reiteró ayer el escenario dramático, a la par que defendió el proyecto de Arcediano, cuya cortina ya no se construirá, en el mediano plazo. En entrevista en Puerto Vallarta con los medios, destacó: “Primero, desde 1991 no se le lleva un litro adicional de agua a Guadalajara, como no sea de las fuentes que ya existían […] al terminar este año Chapala habrá perdido un metro de su aforo, en comparación con la misma fecha del año anterior. De continuar esta tendencia, muy probablemente ocasionada por estos cambios en el clima en el mundo, y de continuarse dos o tres años, tan malos para Chapala como éste, estaríamos en riesgo de que la ciudad de Guadalajara se quede sin la principal fuente de abastecimiento de agua potable”.
Añadió que dos terceras partes de la ciudad se surten de Chapala; “por lo tanto, hemos reconsiderado la estrategia […] el proyecto de Arcediano es viable, técnicamente conveniente; sin embargo, requiere de una cantidad de tiempo muy amplia para su ejecución; la construcción de Arcediano, como se había venido planteando, requeriría por lo menos de cinco años para poder suministrar agua […] yo no estoy seguro que en cinco años Chapala esté en posibilidad de seguir aportando agua a la ciudad de Guadalajara”.
Por ello, se busca a más tardar en tres años agua del río Verde, pero “sigue Arcediano, sigue el sistema Arcediano, hay recurso presupuestal para el próximo año en Arcediano”, insistió, pese a que el director de la Comisión Nacional del Agua (CNA), José Luis Luege Tamargo, el día anterior lo enterró completo, a excepción del nombre, y por conveniencia de ahorrar el trámite de los subsidios (Público, 30 de octubre de 2009).
Desfile de medias verdades
Primero, lo obvio: Chapala puede proveer, de acuerdo con la concesión que tiene la zona metropolitana, hasta 240 millones de metros cúbicos (m3) anuales a la ciudad. Esta cuota nunca la ha cubierto al tope el Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), ni en los peores tiempos de existencias en el embalse.
Una razón es que la infraestructura existente sólo puede transportar 5.5 m3 por segundo por el acueducto Chapala-Guadalajara, pues requiere obras adicionales para funcionar a su máxima capacidad. La otra es que un promedio de 190 millones de m3 anuales ha sido suficiente para que la ciudad resuelva sus necesidades, pues la amplia infraestructura de pozos, los afloramientos naturales —como Los Colomos— y la presa Calderón han provisto el gasto restante.
Por si fuera poco, en 2005 se incorporó una nueva fuente de abastecimiento: el sistema de pozos del valle de Toluquilla, gracias a una planta potabilizadora con tecnología de punta, única en América, que puede proveer arriba de mil litros por segundo, lo cual desmiente al gobernador respecto a la falta de nuevas fuentes de abastecimiento.
Tras estos datos, los detalles sobre la verdadera naturaleza del problema de Chapala: lo que Guadalajara le extrae al lago ronda 17 centímetros de su nivel. No es la ciudad el mayor problema del embalse, sino el agua retenida en usos agrícolas en la cuenca del Lerma, como lo establece claramente el esquema de reparto de agua que se hace cada ciclo: mientras a Guadalajara se le dejan sus 240 millones de m3, los usos agrícolas se llevan entre 2,100 y tres mil millones de m3, según lo que hayan captado las presas.
Respecto a la evaporación, cuyo nivel anual impresionó al mandatario, ha sido siempre un proceso natural que genera efectos benéficos sobre el clima y los hábitat contiguos. La pérdida de entre un metro y metro y medio de nivel por este motivo es el ritmo normal del lago, según las mediciones de la Comisión Nacional del Agua. Mientras más extendido está el espejo de agua, este gran lago somero (de baja profundidad) tiende a evaporar más.
Esta evidencia, para quienes ven el agua como un recurso exclusivamente económico, es un derroche de la naturaleza que debería ser corregido… desecando la parte menos profunda del embalse.
Es decir, sea o no por el cambio climático —que además es un proceso natural exacerbado hoy por factores humanos—, Chapala siempre ha sido un cuerpo de agua inestable en una cuenca con lluvias erráticas. El descubrimiento de los restos de un gonfoterio —elefante prehistórico— en el interior del lago, a finales de los años noventa (hoy expuesto en el Museo de Paleontología de Guadalajara), demuestra para la historia natural que vastas extensiones del gran lago llegaron a reducirse a pantano en su larga historia geológica.
En resumen: Chapala no desaparecerá en cuatro años, aunque la crisis reducirá el agua disponible, como ocurrió entre 1999 y 2002, en que hubo tandeos o cortes parciales de suministro en un tercio de la mancha urbana; sin embargo, no llegará la pesadilla de una ciudad sin agua a que apela el gobernador en su discurso, buscando nuevas obras en el corto plazo.
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Mitos y datos científicos sobre Chapala
¿El lago corre peligro de secarse? Sin duda, sucederá dentro de su largo proceso de historia natural, extendido ya por 40 millones de años. Mientras tanto, continuará como vaso regulador de una gran cuenca hidrológica mexicana, la del Lerma-Santiago, con lluvias erráticas y escasez frecuente de agua, y afectada por varias presiones productivas
¿Qué tanto incide la presión humana? En definitiva, el hombre ejerce una presión que ha sido importante para que baje el recurso hídrico. De hecho, la demanda de agua para uso doméstico, agrícola o industrial en la cuenca habla de una sobreexplotación en los últimos 30 años, lo que ha obligado a instaurar una veda para las nuevas autorizaciones
¿De qué depende que permanezca lleno? Esencialmente, de factores meteorológicos. Una buena precipitación en la cuenca del Lerma incide en una recuperación de niveles del lago. La estadística de la CNA dice que, en 109 años, Chapala creció más de cinco metros de su nivel de agua, de un ciclo a otro, sólo en el temporal de 1958. Más de tres metros en cuatro ocasiones (1926, 1935, 1941 y 1955); más de dos metros en trece; más de un metro en 51 y menos de un metro en 39 anualidades
¿Qué daños provoca el hombre? La cuenca está saturada por la demanda de agua subterránea y superficial. La deforestación es un proceso crónico avanzado que ha alterado condiciones climáticas y propiciado menor recarga de agua. Hay un efecto decisivo del hombre en la calidad del agua, en la destrucción de especies y en la degradación ecológica
¿El agua urbana para la ZMG y el DF causan su escasez? Ambas ciudades extraen de la cuenca alrededor de 600 millones de m3. Como efecto, es significativo en las microcuencas: parte de los manantiales de las faldas del Nevado de Toluca se han secado. Pero es sólo 8 por ciento de las extracciones en la cuenca.
¿El lago corre peligro de secarse? Sin duda, sucederá dentro de su largo proceso de historia natural, extendido ya por 40 millones de años. Mientras tanto, continuará como vaso regulador de una gran cuenca hidrológica mexicana, la del Lerma-Santiago, con lluvias erráticas y escasez frecuente de agua, y afectada por varias presiones productivas
¿Qué tanto incide la presión humana? En definitiva, el hombre ejerce una presión que ha sido importante para que baje el recurso hídrico. De hecho, la demanda de agua para uso doméstico, agrícola o industrial en la cuenca habla de una sobreexplotación en los últimos 30 años, lo que ha obligado a instaurar una veda para las nuevas autorizaciones
¿De qué depende que permanezca lleno? Esencialmente, de factores meteorológicos. Una buena precipitación en la cuenca del Lerma incide en una recuperación de niveles del lago. La estadística de la CNA dice que, en 109 años, Chapala creció más de cinco metros de su nivel de agua, de un ciclo a otro, sólo en el temporal de 1958. Más de tres metros en cuatro ocasiones (1926, 1935, 1941 y 1955); más de dos metros en trece; más de un metro en 51 y menos de un metro en 39 anualidades
¿Qué daños provoca el hombre? La cuenca está saturada por la demanda de agua subterránea y superficial. La deforestación es un proceso crónico avanzado que ha alterado condiciones climáticas y propiciado menor recarga de agua. Hay un efecto decisivo del hombre en la calidad del agua, en la destrucción de especies y en la degradación ecológica
¿El agua urbana para la ZMG y el DF causan su escasez? Ambas ciudades extraen de la cuenca alrededor de 600 millones de m3. Como efecto, es significativo en las microcuencas: parte de los manantiales de las faldas del Nevado de Toluca se han secado. Pero es sólo 8 por ciento de las extracciones en la cuenca.
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No es la primera gran escasez
La última crisis en la ciudad y cómo se resolvió
En septiembre de 2002, tras dos años de cortes del suministro de agua en algunas áreas de la ciudad, debido al bajo nivel de la presa Calderón y a la crisis más grave del lago de Chapala en 50 años, el SIAPA anunció el final del problema aun si se prolongaba la sequía en la región. Se habían vivido problemas serios, pero lejos de que se terminara el agua en las redes de la metrópoli.
La causa: las obras de mejoramiento realizadas durante el año previo, así como otro paquete que se ejecutaría en los meses siguientes, garantizarían sostener el suministro a toda la población.
Los tandeos o cortes del suministro de agua potable afectaron unas 500 colonias de la zona metropolitana. La suspensión de las restricciones a la distribución de agua se debió, según informaba el organismo operador, a las siguientes medidas exitosas: 1) se logró aprovechar agua pluvial a través del canal Atequiza-Las Pintas, el viejo acueducto Chapala-Guadalajara; 2) una sensible recuperación en los niveles de la presa Elías González Chávez, cuya aportación creció de 250 litros por segundo (lts/s) a 750 lts/s; 3) con los trabajos de rehabilitación se lograron extraer 400 lts/s extra de 85 pozos profundos; 4) con el programa de regulación de la presión del agua en la red (sobre todo por las noches) se recuperó otro caudal de 350 lts/s.
En resumen, “se han podido meter al menos 1,250 lts/s extra, lo que incrementa la oferta de agua en la ZMG a 9.25 metros cúbicos por segundo y justifica eliminar la reducción del suministro que padecía casi la mitad de los moradores de la ciudad desde 2001 […]”, informaba el alcalde de Tlaquepaque, Antonio Álvarez, presidente del Consejo de Administración del SIAPA.
¿Cómo garantizaban que no habría problemas futuros serios? Estableciendo nuevos tanques de almacenamiento con una capacidad de 60 mil metros cúbicos (m3), interconectar acueductos, rehabilitar o perforar otros 70 pozos profundos, hacer una planta potabilizadora en Toluquilla y garantizar el perfecto estado de las plantas de bombeo de Ocotlán y Chapala. Todo eso se cumplió. La potabilizadora de Toluquilla, por ejemplo, puede generar hasta mil litros por segundo.
La última crisis en la ciudad y cómo se resolvió
En septiembre de 2002, tras dos años de cortes del suministro de agua en algunas áreas de la ciudad, debido al bajo nivel de la presa Calderón y a la crisis más grave del lago de Chapala en 50 años, el SIAPA anunció el final del problema aun si se prolongaba la sequía en la región. Se habían vivido problemas serios, pero lejos de que se terminara el agua en las redes de la metrópoli.
La causa: las obras de mejoramiento realizadas durante el año previo, así como otro paquete que se ejecutaría en los meses siguientes, garantizarían sostener el suministro a toda la población.
Los tandeos o cortes del suministro de agua potable afectaron unas 500 colonias de la zona metropolitana. La suspensión de las restricciones a la distribución de agua se debió, según informaba el organismo operador, a las siguientes medidas exitosas: 1) se logró aprovechar agua pluvial a través del canal Atequiza-Las Pintas, el viejo acueducto Chapala-Guadalajara; 2) una sensible recuperación en los niveles de la presa Elías González Chávez, cuya aportación creció de 250 litros por segundo (lts/s) a 750 lts/s; 3) con los trabajos de rehabilitación se lograron extraer 400 lts/s extra de 85 pozos profundos; 4) con el programa de regulación de la presión del agua en la red (sobre todo por las noches) se recuperó otro caudal de 350 lts/s.
En resumen, “se han podido meter al menos 1,250 lts/s extra, lo que incrementa la oferta de agua en la ZMG a 9.25 metros cúbicos por segundo y justifica eliminar la reducción del suministro que padecía casi la mitad de los moradores de la ciudad desde 2001 […]”, informaba el alcalde de Tlaquepaque, Antonio Álvarez, presidente del Consejo de Administración del SIAPA.
¿Cómo garantizaban que no habría problemas futuros serios? Estableciendo nuevos tanques de almacenamiento con una capacidad de 60 mil metros cúbicos (m3), interconectar acueductos, rehabilitar o perforar otros 70 pozos profundos, hacer una planta potabilizadora en Toluquilla y garantizar el perfecto estado de las plantas de bombeo de Ocotlán y Chapala. Todo eso se cumplió. La potabilizadora de Toluquilla, por ejemplo, puede generar hasta mil litros por segundo.
También se esperaba la reducción de consumo por habitante, que es un paso a crear “la cultura del agua”. Eso sigue pendiente, y por eso se hacen nuevas presas para esta ciudad.