viernes, 2 de octubre de 2009
Mirasierra promete que no tocará El Nixticuil
Los directivos del proyecto aseguran que tampoco se asoma un colapso vial; el megaproyecto continuaría incluso si les niegan el cambio de uso de suelo
Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO, edición del 1 de octubre de 2009
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El bosque involucrado es parte de una amplia área natural protegida. Foto: Iván García El megadesarrollo Mirasierra, al norponiente de la zona metropolitana de Guadalajara, no afectará “ni un milímetro” de la zona protegida estatal El Nixticuil-El Diente-San Esteban y, además, mejorará las condiciones del río Blanco y aumentará el área arbolada al interior de la zona urbanizada, prometieron Armando Gómez Flores y Joseph Rodrik Medina, representantes del corporativo.
En entrevista con Público, Gómez Flores subrayó: “Este desarrollo todavía no arranca, estamos en las fases últimas de planeación, y uno de los trámites es el cambio de uso de suelo forestal”. Según él, a raíz de una consulta pública en la que académicos y ciudadanos criticaron el proyecto, “se empezaron a dar una serie de noticias e inconformidades, nosotros sentimos que muchas cosas no necesariamente son verdad; la verdad es que hay un desarrollo inmobiliario que nace con toda la planeación urbana y que tiene la oportunidad de consolidarse de una manera planeada y conectar con el futuro […] Hace cuatro años que comenzó, adquiriéndose las reservas, y poco a poco se ha ido integrando y consolidando con un polígono importante”.
Reconoce que existe la posibilidad de que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se niegue a autorizar el cambio de uso de suelo sobre alrededor de 72 hectáreas, pero, por ello, “el desarrollo no se detendrá”, pues habría otras 330 ha que no requieren de permisos federales, sobre las cuales se establecería la infraestructura básica para generar Mirasierra, que ya cuenta con varios permisos.
Insisten en el tema de respetar la reserva ya existente: “Nosotros tenemos alrededor de 400 hectáreas a desarrollar, pero aun así estamos hablando de otras 400 que van a quedar afectadas dentro del área natural protegida, que no son desarrollables. Y, si van a hacer un decreto federal en la zona, bienvenido: estamos de acuerdo”.
“No es nuestra intención meternos al área protegida, aunque tenemos una buena parte de los polígonos de la propiedad afectados por esa declaratoria; toda esa superficie será sostenida como área protegida, y tenemos la idea de conformar un patronato para apoyar su manejo adecuado, lo cual también pasará por la zona de El Diente, en la que actualmente hay mucha visitación, pero desordenada”, secunda Rodrik Medina.
Dicho espacio, famoso entre senderistas y escaladores locales, “seguirá abierto a la comunidad, pero con reglas para evitar el grave daño que actualmente se le ocasiona”; es decir: “No se privatiza su uso, se le maneja de forma adecuada”. Además, prevén parques lineales, ciclovías y la apertura completa de calzadas y avenidas. No habría, a juicio de Mirasierra, riesgo de colapso vial, pues se generarán rutas alternas a la que constituye hoy, como vía única, la carretera a Tesistán (calzada Juan Gil Preciado).
El río Blanco será restaurado, lo que significa que se tratarán sus aguas y no habrá entubamiento. El tema del agua es de los más complejos: los directivos de Mirasierra aseguran poseer concesiones por más de seis millones de metros cúbicos anuales del sistema de pozos, y niegan estar en una zona de veda; el resto de la demanda sería aportada por el SIAPA. Se estima que deberán surtir por arriba de nueve millones de metros cúbicos anuales si se concreta una población de alrededor de cien mil habitantes, similar a la de Ciudad Guzmán.
Y, sobre este último dato, advierten que no necesariamente se dará. “Dependerá de las condiciones que nos dicte el mercado; éste es un proyecto a desarrollar hasta por arriba de diez años”, subraya Gómez Flores. Propiamente, Mirasierra no consiste en construir casas, sino en establecer grandes lotes para que los desarrolladores los aprovechen, respetando las reglas, que tienden a densidades medianas y a precios de vivienda de 700 mil pesos hacia arriba.
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