jueves, 2 de febrero de 2017
Atotonilco, el rescate del universo... a escala
El pequeño embalse, lleno de historia natural y de problemas ambientales, lleva un historial de éxitos y fracasos a diez años de su declaratoria como humedal prioritario internacional.
Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.
El amplio espejo de la laguna de Atotonilco, que contemplado con poesía podría ser considerado un himno involuntario a la obsesión metafísica por la forma - calmo, ensimismado y silencioso en ausencia de vientos; inestable, caprichoso y hasta furioso al influjo de los elementos-, no permite adivinar los orígenes no metafóricos, sino reales, de su agua; pero la eventual ausencia del líquido, un hecho histórico de carácter cíclico en las últimas décadas, nunca ha ofrecido dudas a quienes habitan sus orillas.
La feroz competencia por el recurso en una cuenca de más de 16 mil hectáreas que reproduce en su interior todos los problemas de una región hidrográfica vasta y ampliamente intervenida por el hombre, demuestra que no hay vida, pero tampoco economía y desarrollo, sin la presencia del compuesto de dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno. De este modo, sus lecciones son las de un pequeño universo a escala, pero también lo es en sus posibilidades.
En el principio fue el agua, parece balbucear una cosmogonía particular de este cuenco cuya insularidad de facto (su agua no tiene salida, nace y muere adentro de las fronteras territoriales que le asignó la geología –por ahora-) permite observar la gran fragilidad de un entorno cuando no es manejado de forma adecuada, es decir, sostenible, que significa que sus usos económicos y sociales no rebasen las capacidades "de carga" de los ecosistemas. O como gustan decir los economistas: para que te dure una cuenta de banco, no puedes sacar más dinero del que le depositas.
El problema es que lo segundo es lo que ha ocurrido, como en todos lados. Pero la historia natural se empeña en dejar huellas más reconocibles en esta demarcación, llena de cicatrices de eventos geológicos que la moldearon por millones de años. Alguna vez en el mar, hoy es vecina de vasos salados y someros al suroriente - San Marcos, Sayula- y al este, del gran embalse dulceacuícola de Chapala. Ante todos estos, la laguna de Atotonilco parece insignificante.
Sus otras huellas tienen que ver con la vida: no más de diez mil o quince mil años atrás, cuando el hombre proveniente de Asia era apenas una especie más en la lucha por la supervivencia, los llanos en torno al embalse ofrecían una espectacular fauna digna del moderno Serengueti de Tanzania: mamuts, mastodontes, lobos, tigres dientes de sable, venados, camellos y armadillos, entre cazadores semidesnudos y con lanzas, en un entorno climático considerablemente más frío. Esos fósiles de una era perdida siguen en su mayor parte enterrados, pero hay un magnífico ejemplar de mamut, hoy en el Museo Regional de Guadalajara, encontrado en 1962 en el viejo poblado de Santa Catarina, municipio de Zacoalco, al sur de la laguna, que muestra el esplendor de lo silvestre al arribo del hombre americano.
De manera que se tiene en esa modesta cuenca un pequeño y sorprendente laboratorio de la evolución. Y en las últimas décadas, también es campo experimental de los desastres del progreso.
"En su conjunto, se trata de un sistema ambiental-hídrico bastante impactado y con una presión alta respecto al recurso agua; cuenta con doce afluentes situados en territorio de dos unidades de riego: Acatlán de Juárez y Las Tuzas; en general predomina un reparto de agua que ignora el uso ambiental de los recursos naturales, provocando un colapso cuenca abajo en el humedal, pues en promedio su máxima superficie de 3,100 ha, se tiene registro que en el año 1991, su extensión se redujo a 2,269 ha y en el 2002 a 1,810 ha, aunque posteriormente se recuperó, presentando para el año 2009 una extensión de 2,221 ha, hoy, en 2014 cuenta con una profundidad promedio de 87 cm y una extensión no mayor a 1,100 ha", señalaba ese último año la bióloga Silvana Marisa Ibarra Madrigal, una de las principales gestoras de la rehabilitación, detonada con la declaratoria del año 2006 como sitio Ramsar, "humedal prioritario internacional", obtenida bajo las dos premisas fundamentales de esa convención de Naciones Unidas que hoy cumple un año más: que sea un humedal relevante en lo natural, pero también en lo social.
Ibarra Madrigal piensa ahora que se ha avanzado de forma sostenida en mejorar las condiciones del agua, de manera que los dos años siguientes (2015 y 2016) la laguna conservó mejores existencias de agua, fruto de un trabajo complicado de convencimiento de los actores, de que una laguna sana y rebosante es mejor para todos. "Principalmente logramos que la laguna no se secara durante el 2015 y 2016, al contrario de como lo había venido haciendo cada año desde 1991", destaca.
Se trata de un proceso lleno de claroscuros, de derrotas desalentadoras y éxitos modestos. Pero el regidor municipal de Villa Corona, Francisco Moncayo, es optimista: los avances son más, aunque los recursos económicos sean magros y las resistencias no se puedan vencer con facilidad. Uno de los casos más absurdos de retroceso es la cerrazón del ejido Villa Corona a recibir un recurso de más de 400 mil pesos para establecer un "centro de facilitación ambiental", proyecto que ya había sido estructurado y que se pretendía fuera el eje de un cambio de actitud de los pobladores frente a la naturaleza. Es decir, que dejara de ser sólo el sostén improbablemente infinito de un negocio, y comenzara a convertirse en el eje de una calidad de vida creciente.
"Ese dinero se perdió, porque los responsables del ejido se negaron a aceptarlo y no logramos convencerlo", señala. No obstante, se logró gestionar con el gobierno de Jalisco un recurso, de apenas un millón de pesos, para avanzar en la mejoría del manejo de la cuenca. Esto significa que las zonas deforestadas recuperen su cobertura; que los poblados renuncien a su uso indiscriminado del agua y a descargarla contaminada; que las zonas de riego aprendan a utilizarla (lo que repercute en menores costos para movilizarla, en encontrarla a menos profundidad en los pozos, yen que sea más apta para la calidad de sus productos agrícolas y el abrevadero de sus reses); que los pescadores manejen de forma sensata el vaso y las especies aprovechables; que los prestadores de servicios turísticos (un sector en crecimiento) mejoren su calidad y ofrezcan no sólo agua cristalina, sino paisaje, bosques bien conservados y avistamientos de miles de aves que ven en el lago prehistórico su hogar temporal o permanente.
Este sitio Ramsar, que cumple diez años de haberse integrado a la lista mundial, tiene ya como realidad canales rehabilitados, acuerdos de uso de agua vigentes, campañas permanentes de limpieza, educación ambiental entre los niños y adolescentes –los futuros detentadores del recurso- información de monitoreo in situ, y una organización propia, los Guardianes de la Laguna, cuerpo de vigilancia y trabajo detonado por Ibarra Madrigal con el concurso de líderes locales de agricultores y pescadores y activistas sociales (Jesús Vázquez, Gerardo Ibarra, Gerardo Ortiz Rubio, Atilano Bautista, José Velázquez, las asociaciones GeoAlternativa AC y Puraventura, de Mauricio Margules Sevilla).
"Platicamos con el gobernador, nuestra idea y la de él es que en dos años que quedan de este gobierno tiene que estar rehabilitada la cuenca hídrica de nuestra laguna así como sus afluentes", subraya el regidor Moncayo.
Los jóvenes de la región buscan generar en los últimos meses, campañas de colecta de recursos a través de redes sociales para convertir a la laguna de Villa Corona en una marca por la cual, ciudadanos preocupados por el ambiente de cualquier parte lejana o cercana, puedan apostar, y así recuperar este sitio Ramsar, este universo a escala. Es que, si se puede en estas 16 mil hectáreas, ¿a poco no se puede en millones de kilómetros de la Amazonía, en los vastos desiertos australianos o en las grandes sabanas africanas? O como el título del famoso libro de E. F. Schumacher: "Lo pequeño es hermoso".
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Claves
Los datos
La laguna de Atotonilco fue integrada formalmente a la red internacional de la Convención Ramsar un día como hoy, hace diez años
Comprende tres municipios: Acatlán de Juárez, Zacoalco de Torres y principalmente Villa Corona
La superficie máxima del cuerpo de agua es de 3,100-42-64 ha, pero pescadores reportan que llegaba a desaparecer en tiempo de secas
Su cuenca es endorreica o cerrada: abarca 16, 207-21-35 ha, y se ubica a unos 40 km al sur de Guadalajara
El cuerpo de agua se ubica a 1,350 metros sobre el nivel del mar; la máxima elevación de la cuenca, en las estribaciones de la Sierra de Tapalpa, es de 1,980 msnm
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