domingo, 28 de noviembre de 2010
1915: el año del balazo villista de las cinco
Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO, edición del 19 de noviembre de 2010
Todo tapatío ha escuchado la leyenda del orificio de bala que hace único el reloj del viejo Palacio de Gobierno de Guadalajara: fue alojado alrededor del 30 de enero de 1915, según algunas fuentes, por un gendarme del ejército villista que ocupaba la capital de Jalisco, a las cinco de la mañana; según otras, que intentan ser más precisas, es obra del hermano del mismísimo gobernador fiel a la División del Norte, Julián Medina: un coronel de esa milicia, de nombre Jesús.
Lo cierto es que se trata de la huella física más famosa de la revolución armada en la ciudad, un acontecimiento que a diferencia del periodo independentista, no “prendió” en el ánimo de los apacibles moradores de la modesta urbe de poco más de 100 mil habitantes, tal vez hartos de ser escenario habitual de guerras desde los años de la insurrección de Hidalgo hasta la rebelión agraria de Manuel Lozada, el Tigre de Álica, siete decenios que no sólo marcaron el imaginario colectivo, sino que mermaron los recursos humanos y territoriales del estado —perdió en ese lapso Colima y Nayarit—.
Por si fuera poco, a los tapatíos no les gustaba mucho el tufo anticlerical del constitucionalismo. La entidad tuvo, de forma intermitente, un gobierno de avanzada en la persona de Manuel M. Diéguez, pero los deslices de persecución contra los sacerdotes —un recuerdo que todavía estaba vivo de medio siglo atrás, en los días aciagos de la Reforma— inclinaron las simpatías populares hacia la moderación en el tema que mostraban los villistas, ejército con hondas raíces populares.
Las ligas del mismísimo Doroteo Arango —Pancho Villa— con Jalisco pudieran ser más fuertes de lo que se reconoce. Friedrich Katz, el recién finado historiador de este mítico guerrillero, recoge una oscura versión: una mujer de apellido Arango tuvo amoríos con Jesús Villa, que había pasado de residir en San Gabriel, Jalisco, a San Juan del Río en Durango, y que de ellos nació Agustín Arango —con el Villa suprimido—. Agustín Arango contrajo matrimonio con Micaela Arámbula y de ellos nace Doroteo Arango.
El caso es que salvo la famosa bala de Palacio, el villismo, a diferencia del carrancismo, no dejó huellas violentas en las vidas de los tapatíos. Para los moradores de esta ciudad, prevalece el mito invencible del famoso Centauro del Norte, y un reloj que está detenido desde entonces.
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