jueves, 7 de febrero de 2019

Los humedales costeros, bajo fuertes presiones


Agustín del Castillo/Guadalajara-NTR

Los ocho humedales prioritarios de la convención Ramsar en la costa de Jalisco han recibido importantes inversiones a nivel de planeación en los últimos años; todos poseen programas de manejo y han logrado alinear zonificaciones en sus cuencas con los ejercicios de ordenamiento ecológico del territorio de los municipios donde se ubican: Tomatlán, con cuatro sitios; La Huerta, con dos, y Cihuatlán, con uno.

No obstante, esto no ha cambiado la realidad que padecen desde los años setenta: una elevada deforestación propiciada por procesos productivos desordenados.

“Allí se hizo un trabajo importante de alineación, con una visión de cuenca, y ahí el ejemplo son los humedales de Tomatlán. En los cinco hubo un avance importante por decisión de los actores locales, con los estudios de comités locales, que puede ser relevante, si están alineados con el ordenamiento ecológico de la costa y los ordenamiento locales, para la elaboración de los programas de manejo”, destaca el consultor Antonio Ordorica Hermosillo, quien dentro de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) de Jalisco trabajó en el tema desde 2004, con la declaratoria de la laguna de Sayula, hasta apenas diciembre pasado.

El reto no es menor: se viene una presión creciente para inversiones en el litoral, bajo los auspicios gubernamentales. “Se tendrían que ver estos humedales, no únicamente desde la parte de conservación y biodiversidad, los tenemos que ver como un activo que se pueda vender turísticamente, porque lo puedes incorporar a lo que se puede ofrecer a estos desarrollos y eso detona turismo y llegada de divisas”.

En las cuencas Ramsar costeras, la vegetación que ha sido más impactada es la selva baja caducifolia, seguida de la selva mediana subcaducifolia, la vegetación halófila ("Se dice de las plantas que viven en terrenos donde abundan las sales", define la Real Academia Española) y el matorral xerófilo ("Se dice de todas las plantas y asociaciones vegetales adaptadas a la vida en un medio seco", íbid). Esta disminución fue a favor de la agricultura, los pastizales y los asentamientos humanos”, advierte un análisis del Departamento de Estudios para el Desarrollo Sustentable de Zonas Costeras de la Universidad de Guadalajara (UdeG), correspondiente a siete de los ocho sitios (la excepción es Chamela-Cuixmala).

Los estudios están basados en fotos satelitales tomadas en 1971, 1989, 1996 y 2007: mientras el uso agrícola se extendió en 2007 sobre casi mil hectáreas más que en 1971 (el doble de su superficie tomando como punto de partida ese año) y los pastizales crecieron casi 900 ha (para casi cuadruplicar su extensión inicial), la selva seca ha perdido mil 412 ha en el mismo periodo, esto es, se ha reducido en poco más de 30 por ciento. El manglar, que tenía mil 873 ha en 1971, ahora se extiende sobre mil 897 ha, pequeño crecimiento de superficie que revela que algunas áreas dejaron de ser presionadas y regresó el viejo bosque de mangles.

La superficie total analizada, que es la suma de las zonas hoy protegida por la declaratoria internacional, es de 12 mil 126 hectáreas, es decir, no se abarca más que una fracción de la costa, que en su conjunto es una de las regiones más alteradas del país en 30 años.

El análisis de los sitios Ramsar sigue: “los incrementos en la agricultura y pastizales –y, a su vez, la disminución de las selvas baja y mediana– se presentan en los humedales cuyos terrenos colindantes son ejidos o bien sus posesionarios son ejidatarios: La Manzanilla, Chalacatepec, Xola-Paramán, Majahuas, El Chorro, Agua Dulce-El Ermitaño. Los incrementos en asentamientos humanos se presentan en Barra de Navidad y La Manzanilla principalmente”.

Este trabajo fue base del ordenamiento de los sitios Ramsar, compromiso mexicano que busca garantizar la preservación de los servicios ambientales de estos ecosistemas.

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