sábado, 16 de febrero de 2019

Falta cultura civica para acotar el poder


Agustín del Castillo/Guadalajara-NTR

El siglo 20 enseñó “que ni los muros ni los regímenes totalitarios pueden sostenerse por mucho tiempo; el siglo 21, que las revoluciones ya no ocurrirán en un lugar, en un momento o en un acto, sino que las transformaciones sociales ocurrirán en todos lados, todo el tiempo, a través de la acción de mucha gente”, pondera el académico, experto en procesos sociales y urbanos, Héctor Castañón, integrante de colectivos que buscan democratizar la ciudad.

“Con la globalización y su escala planetaria, hemos migrado de un paradigma de poder central a uno de poder distribuido. Pero esa distribución es profundamente desigual, y las pretensiones totalitarias no dejan de estar presentes en el imaginario político. Ya no es posible que una persona mande, pero la realidad es que seguimos creyendo que así es, aunque sea sólo una máscara, una ficción”, explica en una opinión a solicitud de El Diario NTR Guadalajara.

“Quién creemos que manda es la cuestión. Y las perspectivas pueden ser distintas: Quién controla los recursos y las instituciones. Quién influye en la opinión pública. Quién rige la moral pública. A quién le conferimos esa investidura o quién la ha tomado para ejercer el poder construido en el imaginario social”. La realidad es que “la mayoría de quienes habitan la ciudad no obedecen directamente los designios de quienes más poder ejercen sobre ellos, pero su vida cotidiana está condicionada por las estructuras afectadas por sus decisiones. Si para definir quién manda en Guadalajara consideramos a quienes deciden sobre las estructuras que más influyen en las trayectorias de vida de más personas, podríamos decir que quienes controlan la educación, la vivienda y el trabajo serían las personas que más poder real ejercen. En el caso de la educación, considerando que el punto de quiebre para quienes aspiran a mejores condiciones de movilidad social es el acceso a la educación superior, aquellos que definen los cupos y la calidad de la educación de las preparatorias y universidad pública tendrían mayor influencia sobre las posibilidades de desarrollo individual y colectivo en la ciudad”, señala Castañón.

Si se tratara de una persona, agrega, “sería entonces Raúl Padilla, quien a través de sus decisiones personales afecta el presupuesto que efectivamente se destina a la educación superior en nuestra entidad. En lo concerniente a la vivienda que, según la relatora especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Vivienda Adecuada, Leilani Farha, atraviesa todas las dimensiones de la vida urbana, los desarrolladores inmobiliarios que definen la forma urbana a través de sus proyectos, inversiones y captura de plusvalías, serían quienes en mayor medida condicionan las dinámicas socioeconómicas, urbanas y de movilidad, incidiendo con ello en el acceso a servicios y oportunidades, en la salud de los ecosistemas, en la calidad del aire y en la calidad de vida de las familias que viven en el Área Metropolitana de Guadalajara”.



La mayoría de quienes habitan la ciudad no obedecen directamente los designios de quienes más poder ejercen sobre ellos, pero su vida cotidiana se ve afectada por sus decisiones.
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Gremio con poder

Se trata de un gremio “con gran poder de gestión de permisos y apoyos gubernamentales para sus negocios, y que a través del financiamiento de campañas políticas inciden en la voluntad de las autoridades para configurar a su modo las instancias de desarrollo urbano, los instrumentos de planeación y gestión del territorio, y los programas de inversión en infraestructura pública. Se trata de los grandes capitales del estado quienes de forma colateral invierten en el sector inmobiliario”.

A su juicio, “si se tratara de una persona, sería Enrique Dau, quien ha operado como gestor de las inmobiliarias y las constructoras de infraestructura, colocando a funcionarios afines a sus intereses en los gobiernos de cualquier partido que llegue al poder”.

Finalmente, “en lo que se refiere al trabajo y las condiciones laborales, el empresariado, a través de los organismos cupulares, inciden en la calidad, estabilidad y niveles de ingreso de los empleos a los que tienen acceso los trabajadores y sus familias; también influyen en el paquete de incentivos y programas que propician la localización industrial, la inversión extranjera y el desarrollo de sectores seleccionados. De su cultura y prácticas de responsabilidad empresarial dependen el bienestar de las personas trabajadoras y sus familias a través de un salario justo y equitativo, el acceso a la seguridad social y los créditos a la vivienda, la libre organización sindical”.

Remata: “Si entendemos la estructura social como una pirámide, parecerá normal que el poder se ejerce y se concentra en la cúspide. Si la entendemos como una red en donde todas las personas tienen los mismos derechos, podemos ejercer el poder desde cada uno de nuestros espacios con base en las garantías que reconoce la constitución, entre los que se encuentra el inalienable derecho de alterar el gobierno y las instituciones para asegurar que atienden el interés público antes que los intereses de particulares. De esta manera, ningún individuo podría estar por encima de la voluntad popular. En este sentido, la Carta Magna dice claramente quién manda. Sólo hace falta que realmente lo creamos, porque como le revela Lord Varys a Tyrion en la conocida serie Juego de Tronos: “el poder reside donde la gente cree que reside”.

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