domingo, 15 de enero de 2012
El sol, fuente de vida… y de millones de pesos
Un gran proyecto de energía se teje en el norte de Zapopan. Mesón de Copala, ejido marginado en medio de la sierra de San Esteban, podría encontrar una fuente de riquezas en sus peñones estériles, donde sólo pega la luz solar.
Guadalajara. Agustín del Castillo. MILENIO JALISCO
“Nos han dado la tierra”, dijeron entusiastas los campesinos con la publicación en el Diario Oficial de la Federación, el 20 de agosto de 1985, de la dotación presidencial de las 951 hectáreas del ejido Mesón de Copala, en tierras yermas, bañadas por el inclemente sol, en el agreste norte de Zapopan.
Las peñas desnudas y estériles y las robledas rodean desde entonces el modesto centro de población de la comunidad agraria, Los Patios, llamado así porque la zona era una estancia donde se recibía a los arrieros de la barranca con sus bestias y sus mercancías, como estación previa rumbo a la capital del estado, menos de un siglo atrás. Pero hace 27 años, esa vida económica se había terminado, con la apertura de la carretera asfaltada a Saltillo y la popularización de los autos con motor de combustión interna.
Así, la herencia de derechos que recibían “del centro” era en realidad pobre: monte seco y estéril, o bosques con leña que ya tampoco tenía mercado. Apenas 100 hectáreas de labor –hoy cubiertas por nopaleras, el maíz apenas se dio por la sequía- y casi 900 de agostaderos, algunos “ni siquiera buenos para el ganado”, sin que se les encuentre aún algún uso productivo; “el año pasado le metimos máquina y abrimos camino, para ver si podíamos hacer algo con ese cerro… pero no logramos nada, no se dan ni los pastos”, señala Raúl Ochoa Jaimes, el robusto presidente del comisariado ejidal.
Como compensación, una austera belleza aurífera siempre irradia en los atardeceres de los desfiladeros, pero eso no impide que Mesón de Copala sea una localidad altamente deprimida en términos sociales, con caminos polvorientos, campesinos subempleados que van y vienen de la ciudad, agua escasa y niños sin escuela.
No obstante, parece que la siguiente revolución, la de las energías renovables, ha encontrado de nuevo en estos parajes secos el oro verdadero: el efecto físico del inclemente bombardeo solar día tras día sobre la piedra no motiva más lamentaciones; es ahora tema de números, de proyectos, de inversiones millonarias de dinero y de ganancias con las que estos rurales jamás soñaron. Con base en ello, están en vías de establecer una central de generación fotovoltaica (de foto: luz), recurso casi virgen de explotación en un país que podría abastecer completamente sus necesidades desde esa fuente de energía, que no contamina y ocasiona muy bajos impactos ambientales.
“El proyecto se hará aproximadamente en 40 hectáreas de terrenos totalmente erosionados, sin ningún uso, que ni las lagartijas usan para tomar el sol; es un área deshabitada donde instalaremos 30 mil paneles de 235 watts cada uno, con una trayectoria de interconexión de la estación de Santa Lucía [de la Comisión Federal de Electricidad] de 15 kilómetros, en aproximadamente en 69 mil voltios para la interconexión con la subestación y poderle entregara a la comisión; estamos empezando a hacer los estudios de factibilidad en la Ciudad de México para sacarlo adelante”, explica Genaro Martínez Delgadillo, director de Ingeniería y Proyectos Industriales de Jalisco SA de CV, la empresa promotora.
Martínez Delgadillo está asociado con la firma alemana RDN, con la cual acordó “empezar a generar los proyectos y llevarlos a las comunidades”, para lo cual, una reciente licitación abierta por el Ayuntamiento de Zapopan significó la oportunidad. “No se trata de hacer negocios por negocios, sino hacer la parte social; fue una licitación para generar una energía suficiente que resolviera las necesidades del ayuntamiento; ellos traían costos de la Comisión Federal de Electrcidad [CFE] de 2.20 pesos por kilowatt en comisión de alta tensión, y 2.40 pesos en baja tensión, y la propuesta de nosotros era bajar a 65 centavos […] no se dio, pero el proyecto sigue”.
Zapopan iba a obtener “ahorros de hasta 3,500 millones de pesos, aproximadamente, y no se en que se hayan basado los señores regidores y el comité de adquisiciones, no fuimos favorecidos”.
Se mantiene una inversión de 700 millones de pesos. Además de Mesón de Copala, los ejidos de Santa Lucía e Ixcatán, también en ese municipio, instalarán cada uno 30 mil celdas fotovoltaicas, lo que implica crear un gran emporio de producción de energía por medio del sol.
En el caso de Mesón de Copala, añade, “se le entregan al ejido 50 millones de pesos como socio, y otros 50 millones de pesos irían a un proyecto ecológico que tienen aquí, cabañas ecológicas, con albercas, tirolesa de kilómetro y medio”, detalla.
Ochoa Jaimes, comisariado ejidal, refiere cómo se llegó al acuerdo: “Nos citaron de parte de la Unión de Ejidos de Zapopan, llegó el ingeniero y nos explicó las cosas, él necesitaba terreno que no tuviera ningún beneficio, y nosotros teníamos una buena área; vino y vio las condiciones de nuestro ejido, y de ahí surgió el proyecto, hace como tres meses”.
Para el ejido es una especie de redención, porque no tiene apoyos importantes, “hemos pedido ayuda como es el pago por servicios ambientales, porque tenemos muchos árboles, pero no nos ha llegado ni un peso […] la gente no vive ya de la agricultura, es tan escaso el terreno; hay que agarrar chamba de lo que sea, si sale trabajo de albañil, de poner cercas, y sino hay otra opción pos nos salemos a la ciudad a trabajar…”.
A Los Patios hace como doce años llegó la luz, pero “drenaje no tenemos, y de agua potable pos nos urge ahorita si nos autorizan la perforación de un pozo […] hay bastante agua, y nos abrieron uno, lo que pasa es que no hicieron bien los estudios, y salió negativo”.
Dice don Raúl que la vida les puede cambiar. También lo piensa Humberto Cervantes Ruiz, líder cenecista.
“No es tanto por entrarle a un negocio como por resolver las necesidades que existen, no atacadas de parte de los gobiernos […] todavía están esperando respuesta a sus peticiones de cinco o seis años, para que les electrifiquen para sus viviendas, hay de ocho a diez familias en cada ranchito, y que no ven para cuando […] les da también por cuidar la ecología, defender el medio ambiente, luchar para que no nos estén contaminando con tantas cosas, ya que lo rural solamente lo utilizan para tiraderos”.
Con la generación de energía solar, “la idea es que ahorre nuestra gente a la hora de estar consumiendo energía, para que de alguna manera se vean pronto hecha obras y resolver el problema de electrificación […] hay espacios grandes de muchas hectáreas donde nunca se les saca ningún provecho, porque ni para el ganado son útiles, y vimos que este tipo de instalación podía hacerse en uno de estos terrenos; nosotros ya le estamos dando el aval a la empresa, y recomendándolos, para que así cada ejido se convenza, vean que no hay ningún engaño, hacer una asamblea, y que se les hable que en realidad esto va a hacer que avancen, en poco tiempo…”.
La organización busca favorecer de forma fundamental a ejidos marginados, escasos de recursos valorados en el mercado. Piensa que es esencial que el patrimonio que se conserva de las luchas agrarias, que para muchos es un valor inútil, sea una palanca para llevar desarrollo verdadero.
Son las tierras montosas del norte de Zapopan, con campesinos subempleados que desde siempre no pueden sobrevivir de sus dotaciones agrarias. “Tanta y tamaña tierra para nada”, piensan los ejidatarios como en el cuento de Rulfo (Nos han dado la tierra, El llano en llamas). Hoy esas peñas pelonas e inhóspitas podrían sacarlos de pobres. Esa es al menos, la promesa del oro que produce el poderoso sol.
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Una fuente energética gratuita, desperdiciada
Ni el petróleo, ni la geotermia, ni las corrientes superficiales de agua tienen impactos menores sobre el ambiente. Pero el sol, cuyas radicaciones son gratuitas y universales, genera “energía limpia”, y el astro ha sido pródigo en países como México, cuyos días de insolación son prácticamente todos, advierte Genaro Martínez Delgadillo, promotor de los proyectos en los ejidos marginados de Zapopan.
“Alemania, Dinamarca, Suecia, tienen incidencias solares de apenas 30 por ciento de lo que aquí tenemos, sobre todo en Jalisco, y con las incidencias solares de Jalisco tenemos la suficiente capacidad de desarrollo eléctrico, de energía […] si vemos el lugar en donde estamos pues realmente la naturaleza nos la puso, a 100 por ciento durante los 365 días del año”, refiere.
- ¿Tiene sentido que se inviertan tantos millones de pesos, se reubiquen comunidades, se corten los flujos de agua para hidroeléctricas, en vez de explotar todo esto?
- Pues desgraciadamente no se ha visto la realidad […] las grandes inversiones son obras cuestionadas socialmente, y estas que son pequeñas y que generan menos impacto ambiental, no las apoyan, y otro de los problemas es que cuando vean la realidad tal cual es, no quiero tener voz de profeta, pero que quieran desplazar a los ejidos por sus terrenos para generar energía y poner ahí plantas para el beneficio de ciertas personas, aunque desgraciadamente puede eso suceder, y no beneficiar a las comunidades que son dueñas de la tierra.
El proyecto en Mesón de Copala incluye 50 millones de pesos por el comodato de la tierra, un reparto de las utilidades, 50 millones para un proyecto ecoturístico y un serie de paquetes ecológicos para la gente de escasos recursos, para que se pueda generar la energía necesaria en las casas de los campesinos.
- ¿Cuánto han calculado que tengan de ganancias al año, ya cuando ganen bien?
- De 40 a 50 millones de pesos anuales, después de bajar todos los recursos e ir abriendo las inversiones. Incluso con esos precios de 65 a 68 centavos por kilowatt hora.
- ¿Por qué en México hay tan poquita gente interesada en estas iniciativas?
- Por la cultura […] lo primero que dicen es, ¿cómo que la CFE se va a dejar quitar el mercado?, por supuesto que no. Olvidan que las inversiones en energías renovables son 100 por ciento deducibles del impuesto sobre la renta, claro que se puede hacer, es cosa de ponerse a trabajar.
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