domingo, 14 de agosto de 2011

Turismo, historia de un desastre


En 40 años, el paraíso intocado de Quintana Roo fue trastocado. Hoy, la meca turística mexicana lo conforman Cancún y la Riviera Maya, que captan 4 mil millones de dólares anuales, pero contaminan y destruyen ecosistemas, erosionan playas y colapsan la pesca marina

Cancún, Quintana Roo. Agustín del Castillo, enviado. MILENIO-JALISCO. Este proyecto de investigación fue ganador de una beca de Fundación AVINA en la emisión 2008-2009. FOTOGRAFÍAS: MARCO A. VARGAS

"Esto ya no tiene remedio”, comenta sombrío don Alberto Frizione, empresario ecoturístico que llegó de Veracruz a estas tibias costas del Caribe en 1974, un paraíso que apenas comenzaba a ser hollado por la avaricia de las grandes empresas y la megalomanía del gobierno mexicano.

37 años después, su conclusión es lapidaria: “lo que es en Cancún y Playa del Carmen, creo que ya llegamos a un punto de no retorno, cuando nuestros recursos se empiezan a acabar y los tenemos que empezar a producir; el mar, que era esa fuente de recursos, de energía eterna, ya no lo es, y si seguimos capturando especies de la misma manera, este mar se nos acaba en diez años; si seguimos viéndolo como un vertedero de basura, si no ponemos las plantas de tratamiento, si las autoridades se siguen haciendo tarugas, si los empresarios siguen siendo tan ambiciosos […] parece que no hay salida”.

Cancún y su Riviera Maya, la perla de México, recibe un tercio de los turistas del país y una derrama que se acerca a cuatro mil millones de dólares anuales en aproximadamente 60 mil cuartos para toda clase de presupuestos. Como negocio es inobjetable. Lo que no comprenden don Alberto y muchos pequeños empresarios y ambientalistas, es cómo no se invierte de fijo una parte pequeña de esa derrama para evitar la destrucción del capital natural, que es el verdadero sustento de toda economía; por el contrario, éste capital hoy se devasta entre el uso irracional del agua (casi todo Playa del Carmen vierte aguas crudas al mar o los esteros), la producción de basura (de 800 a mil 400 toneladas diarias), la tala ilegal, la cacería indiscriminada de animales silvestres (sobre todo marinos) y la elevada y desordenada presencia de viajeros que cotidianamente irrumpen entre ecosistemas frágiles.

No es casualidad que la barrera coralina de Isla Mujeres esté enferma de muerte ante los excesos de buceo, esnorqueleo y contaminación; que la población de tiburón ballena y de otros escualos esté en riesgo por decenas de miles de visitantes que los hostigan y hasta los pescan –don Alberto no olvida cómo hace unos meses, un inescrupuloso pescador, con permiso federal, se llevó 25 hembras de tiburón toro que se reproducían apacibles en un estero-; que los últimos paraíso intocados de la zona, como la famosa isla de Holbox, ya están inmersos en proceso de “civilización” (una metáfora universal: la vida humana, tras su expulsión del estado de la naturaleza, por un irritado ángel con espada flamígera).

No siempre se soñó con estas pesadillas; como producen muchos millones de dólares, pareciera conformar para sus gestores un colapso remediable. Pero son muchos lo que piensan que no habrá ya retorno.

En el principio
El proyecto Cancún tiene una larga e importante gestación. Por encomienda del presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), los consultores del Banco de México, Enríquez Savignac y Pedro Dondé Escalante, se dieron a la tarea de explorar zonas potenciales para el turismo, ante la evidencia de que ese sector crecía más que otros en una economía en fase de transformación. En 1968 entregaron su informe, donde señalaron la pequeña isla enclavada al noreste de Quintana Roo. En 1969 se dio el visto bueno a la megainversión.

Los arquitectos Enrique y Agustín Landa Verdugo, así como Javier Solórzano, plantearon la primera traza del desarrollo (ver Cancún, fantasía de banqueros, de Fernando Martí, editorial Uno, 1985). Desde ese momento, comienza la adquisición de los terrenos y su promoción, tras superar el escollo de la desconfianza del siguiente presidente, Luis Echeverría Álvarez. La fundación de la ciudad, según el Diario Oficial de la Federación, es del 10 de agosto de 1971. En septiembre de ese año comienzan a fluir los créditos del Banco Interamericano de Desarrollo.

La isla sería la zona turística, conectada por puentes con relleno de materiales, y engrosadas sus dunas para abarcar enormes hoteles junto al mar; la ciudad contigua en el continente tendría máximo 20 mil habitantes.

La primera piedra del hotel Bojórquez, es puesta a mediados de 1972, pero el primero en operación fue el hotel Playa Blanca, en septiembre de 1974, totalmente subsidiado en sus servicios básicos y con fosas sépticas a la orilla del mar. El 8 de octubre de 1974, Quintana Roo se convirtió en estado de la federación.

“Yo llegué por primera vez a colonizar Cancún en 1974; venía de Jalapa, de cacería, pero me vine a hacer mi vida aquí completamente en 1978”, refiere don Alberto Frizione. Cancún “era el paraíso de todos los amantes de la naturaleza; se cazaba de todo, había mucho pavo, le tirábamos al tigre, al venado, al faisán, al tepexcuintle; veníamos a disfrutar de las bondades del mar, sacábamos caracol, tortugas y pescado; todo estaba marcado por la abundancia y parecía que no se nos iba a terminar…”.

En esa época había un pescador muy famoso “que le apodaban El Válvulas, Carlos García, fue el que descubrió a los tiburones dormidos y le avisó al legendario Ramón Bravo, que después hizo un documental de los tiburones dormidos, e Isla Mujeres se puso en el mapa de todos los buzos y los científicos del mundo […] llegábamos allí y El Válvulas agarraba a pescados gigantescos con un gancho, para que los visitantes lo vieran y ese día se lo comían…”.

Mientras la región cambiaba y gradualmente el desarrollismo crecía los negocios hoteleros y la pesca a expensas de los recursos, el señor Frizione siguió un proceso inverso, y renunció a matar animales; “de 25 años para acá ya no volví a matar nada, y me dediqué al medio ambiente, a cuidarlo, porque vi cómo lo estábamos deteriorando todos, a estos animales que se portaba tan nobles y tan inocentes con nosotros, que venían a ver qué estábamos haciendo, y les dábamos un arponazo o un tiro…”.

Pero recuperar la armonía ya era una historia perdida.

Recuento de colapsos
La severa modificación del entorno le pasó facturas al megadesarrollo turístico de Cancún, derivado del incremento de la carga de población y su huella ecológica a niveles muy superiores a la capacidad de los servicios ambientales.

El conglomerado humano que oficialmente tuvo cinco habitantes iniciales (Gabriel Garrido, Emilio Maldonado Gómez, Julia Baeza Chimal, Antonio Hernández y Rodolfo Leal), pasa a menos de quince mil en 1975, y en 1980, a 33,273, según el censo del INEGI; en 1990, registró 167,730; en 2000, 526,701, y en 2010, 661,176 habitantes. No es distinta la situación de Cozumel, Isla Mujeres, Playa del Carmen y Tulum, donde habitan actualmente más de 200 mil personas, cuando había 24 mil en 1980. De este modo, hoy tiene la zona más de 870 mil moradores.

Los efectos del crecimiento acelerado sobre zonas ecológicamente frágiles quedaron en evidencia con la llegada del primer meteoro: el huracán Gilberto, los días 13 y 14 de septiembre de 1988, con vientos de más de 320 kilómetros por hora, que arrasaron recintos hoteleros y residenciales, provocaron 40 muertos y una altísima deforestación.

Fue más grave lo que pasó 17 años después, con el huracán Wilma, del 20 al 22 de octubre de 2005, que destruyó todo el tendido eléctrico, cortó las líneas de agua potable, y arrasó con 11.5 kilómetros de playa, que fueron reconstruidas con 25 metros de anchura por grandes contratistas y a un costo de 215 millones de pesos, pero que desde entonces, obligan al gobierno federal a invertir cada año en mantener lo que la naturaleza ya no sostiene.

Para el poder económico que se beneficia de Cancún, se trata de la furia de los elementos y poco se puede hacer por evitarla. Para quienes observan 40 años de historia de un desarrollo que multiplicó por 50 sus previsiones de carga poblacional, que se masificó en términos de clientes, que privatizó bienes públicos y desplazó ecosistemas, como don Alberto Frizione, el error humano es evidente; la conclusión está curtida de escepticismo y permeada de desazón: desde que hay historia (esto es, el relato del devenir humano) ningún paraíso perdido pudo ser reconstruido.

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Las cifras

El impacto

600% Se ha multiplicado la población de Quintana Roo desde 1980. Hoy es de 1 millón 325 mil personas

11.5 Kilómetros de playas terminaron de erosionarse con Wilma, en 2005, efecto que permanece

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No hay “equilibrio responsable”

Al utilizar como bandera el patrimonio natural de la región, el desarrollo turístico de Quintana Roo debería generarse en medio de “un equilibrio responsable” en el uso de los recursos y garantizar su permanencia, pero el resultado está lejos de esa premisa, consideran los investigadores Eduardo Rubio Maldonado, Manuel Murad Robles y José Vicente Rovira Sanroque (Crisis ambiental en el estado de Quintana Roo, revista Argumentos, 2010, Universidad Autónoma Metropolitana).

“A la fecha, tanto el mar Caribe como lo humedales de toda la costa muestran síntomas de degradación ambiental. Estos frágiles ecosistemas son susceptibles de impactos, en parte por las condiciones oligotróficas y por el soporte económico”, señalan como ejemplo. En cada aspecto de la huella ecológica destacan que el crecimiento de la industria (turística) y la población, y sus elementos consumistas, tienen incidencia en la crisis de esta época.

1 comentario:

Renta de Autos dijo...

Que lástima que se hagan daños al ecosistema de Cancún. En mi opinión Cancún es uno de los lugares turísticos más increíbles de todo México y el mundo, Tulum es igualmente increible. En los años 80 no era nada, simplemente un pueblo pesquero a un lado del hermoso y gran mar caribe. Yo no creo que tenga nada de malo obtener un beneficio económico de la Riviera Maya, sin embargo, si esta muy mal que este beneficio sea a costa del ecosistema. Cancún recibe más turistas que cualquier otro destino en México. La ciudad ha crecido mucho en las últimas tres décadas y continuará su crecimiento pues ofrece lo que ninguna otra playa en el mundo; centros comerciales de lujo, hoteles cinco estrellas, restaurantes de todo tipo, renta de carros en Cancún, personas de todas las nacionalidades, los mejores parques acuáticos, la cálida atención de los Quintanarroenses y una hermosa playa junto al mar Caribe. Todo gracias al ecosistema tan bello (que es lo más importante a cuidar). Otro de los atractivos de Cancún, es la cultura Maya. Tal vez los Mayas debieran ser quienes se revelaran para cuidar sus tierras.