martes, 25 de octubre de 2016

De cómo el AMG buscará reconstruirse



Urbanistas tapatíos asistentes a la cumbre Hábitat III de Quito, Ecuador, la semana pasada señalan de qué modo Guadalajara debe asumir los compromisos para reinventarse como ciudad.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

Si Guadalajara tiene futuro, no podrá llegarse a él desde los callejones sin salida a los que arribó tras 25 años de políticas de nulo control del uso del territorio, lo que generó una ciudad dispersa, desigual, con bienes públicos privatizados, con alto costo ambiental y baja calidad de vida.

La cumbre Hábitat III de Quito representa una oportunidad de replanteamiento, pero a condición de que se haga una autocrítica real y profunda por parte de los poderes públicos y los fácticos que han definido la ruta de la urbe en ese periodo, y aún hoy ostentan, a través de los poderes municipales, ese control. Si los ciudadanos no participan el porvenir es aciago, coinciden cuatro especialistas tapatíos que asistieron a la cita en la capital ecuatoriana.

“Hábitat III ha generado la posibilidad de diálogos impostergables para tratar la ciudad desde una visión mucho más amplia, multidisciplinaria […] la ciudad ha crecido en los últimos 20 años de una forma desequilibrada, no planificada, porque se ha dejado que la toma de decisiones esté en los desarrolladores, que son los dueños de la tierra, y los que tienen el dinero, con muy poco involucramiento y gestión de los gobiernos locales, de los ciudadanos y de los especialistas”, destaca el urbanista Alfredo Hidalgo.

Pero no es privativo de Guadalajara, sino de gran parte de las urbes del mundo. “La gestión es una responsabilidad compartida […] la nueva agenda identifica el pilar que tiene que ver con la planeación y la responsabilidad, con escenarios a largo plazo; implica también involucrar la condición económico-financiera en el crecimiento de la ciudad, pero también la revisión de los instrumentos normativos, legislativos y legales, que apoyen la gestión sustentable y adecuada del territorio”, añade.

Así, “son diálogos impostergables entre los actores de la ciudad, con una responsabilidad muy grande entre los gobiernos locales, que tienen que romper el proceso de inercias negativas […] ha habido una discusión fuerte en el sentido de las tomas de decisiones de los gobiernos locales; hay implicaciones de sustentabilidad, de desigualdad, obviamente evidentes, pero poco se habla de las capacidades técnicas o acuerdos en la planeación urbana para avanzar adecuadamente; esto es, no solo es un tema de recursos, es un tema de capacidades técnicas, de organización y de la coordinación que se ponga en los próximos años”.

- La gente no participa en las decisiones, esto debe preocupar mucho, ¿no?

- Sí, porque la participación tiene que ver con todas las escalas de decisión; con la posibilidad de creer y fortalecer las instituciones, que se hacen fuertes y creíbles a partir de la participación ciudadana; y solamente se puede atisbar un escenario de mejoras a partir de un involucramiento de todas las partes. Hábitat III se da cuenta que la construcción de las ciudades es un ejercicio colectivo.

El nuevo comienzo

Los acuerdos internacionales “varían considerablemente en su grado de implementación [en el mejor de los casos de manera parcial], aunque también es cierto que tras la cumbre de Estambul 1996 no se tuvo claridad suficiente para intentar monitorear la gestión urbana en la escala global.  Debemos partir de reconocer las marcadas disparidades” entre las ciudades, explica Alberto Orozco Ochoa, ex director del Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan).

“Esperemos que a partir de esta nuevo comienzo, emprendamos con mayor dosis de pragmatismo y objetividad, a través de metodologías medibles que permitan comprender los avances o retrocesos que vamos a enfrentar. Finalmente, lo que no se mide, difícilmente se comprende en términos de mejora. Actualmente hay más de cuatro mil ciudades con más de 100 mil habitantes en el mundo. Por lo que toca ir muy claros en términos de indicadores y metodologías”, añade.

Otro reto determinante “será promover nuevas alternativas de financiamiento para los gobiernos locales”. Esto incluye como deseable “una actitud distinta que permita aprender a identificar y ordenar las necesidades prioritarias y que éstas las mantengan en demanda, en lugar de dejarse llevar solamente por la oferta política disponible”.

Además, “los principios establecidos en la Nueva Agenda Urbana, requieren que los ciudadanos retomen su rol principal indispensable para construir el diálogo para la toma de decisiones que reflejen buena gobernanza y mayor prosperidad. En este sentido, se advierte ‘la confianza’ como elemento necesario para legitimar ‘la voz’ en tanto se deben promover acciones para el desarrollo de un ejercicio de ciudadanía responsable y proactivo ante este impostergable  cambio de paradigma. Siguen los grandes acuerdos públicos que se plasmen en acciones que impacten significativamente como desarrollo urbano sostenible e incluyente. Cuando el ciudadano se involucra se produce evolución social, desarrollo de conocimiento público y transformación positiva en la ciudad”.

El derecho a la ciudad

El “derecho a la ciudad”,  es “el nuevo articulador que no debe quedarse en un concepto teórico, lo importante es buscar los mecanismos de exigibilidad y de responsabilidad […] la nueva agenda urbana tendría que poner en el centro el tema de los equilibrios […] nunca hemos sabido tanto como hoy; sin embargo, estamos más desiguales que nunca, y ese es el sentido de urgencia con que se toman los temas en Hábitat III; como se señaló en el foro social, tenemos diez años para tomar las decisiones correctas, pero para diez años se prevé un problema muy fuerte de carácter social, si no hacemos algo de inmediato”, considera el consultor Héctor Castañón.

Así, “vemos que no se puede abstraer el tema urbano de la realidad ambiental y social, en estas decisiones debería empezarse por el tema de la inclusión, para que eventualmente se reflejara en el territorio y se redujera la desigualdad”.

- Pero en México parece que el gobierno federal no quiere retomar la rectoría del asunto y que los municipios no hacen la autocrítica necesaria para cambiar…

- En realidad las cosas no están pasando como deberían pasar; el mayor peligro que tiene esta conferencia es que solamente sirva para renovar discursos, el discurso correcto para mantenerse en el poder, ese es el gran riesgo […]  el hecho de que en la nueva Ley de Asentamientos Humanos esté reconocido el derecho a la ciudad, puede ser un reflejo de la buena legislación que ha tenido México, pero de una escasísima implementación, lo hemos visto cuando esta una ley que no es exigible, cuando no están los dispositivos normativos para hacerlo; México necesita un renovado compromiso para abordar el tema de las ciudades de una manera incluyente, sistémica, donde lo social, lo ambiental y lo económico vayan en equilibrio, y no vemos todavía las piezas acomodadas hacia allá.

Ciudad y medio ambiente

Para Jorge Fernández Acosta, académico de la UdeG, la gran pregunta va por el compromiso, “qué es lo que vamos a hacer como autoridad, como sociedad, como ciudadanos, para que esto aplique en acciones concretas, directas, que realmente apunten a la prosperidad; prosperidad que tiene que ver con la felicidad, con la productividad, y con una adecuada planeación en términos de tiempo y de lugar…”.

El papel del ciudadano debe ser, añade, no sólo para debatir y opinar, sino que se organice para construir indicadores que hagan más fiables las mediciones de los problemas y los resultados de las nuevas políticas.

“Esta es la base de la gobernanza, sino no hay gobernanza,  hay gobernación e imposición de gobierno, cuando el ciudadano despierta y actúa podemos pensar en la posibilidad que de él emanen las condiciones legales que permitan crear comunidad y hacer política. En pocas palabras, “Hay que demandar al Estado que ponga las condiciones para que los ciudadanos podamos participar con ellos […] ahora en Jalisco y Guadalajara, la participación ciudadana está controlada, está cooptada por los intereses, y debemos liberar ese proceso para que se efectiva…”

Nuevas premisas

Extender la participación ciudadana informada en espacios y tiempos, pues el ciudadano es el eje de la ciudad

Incluir a los sectores económico, político y social bajo la rectoría del aparato del estado

Redefinir el papel del gobierno federal como garante de procesos de interés público

Reconocer que lo ambiental es la base de la sostenibilidad de las ciudades: no hay ciudades sin territorio y territorio es historia natural, bienes y servicios ambientales

La planeación debe ser de largo plazo, con un entramado legal que la haga obligatoria más allá de cambios de gobierno; también se debe reforzar la metropolización

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