sábado, 15 de diciembre de 2012

Abeto exclusivo del Nevado podría desaparecer por tala





En la mayor montaña de Jalisco hay una especie nueva, el Abies colimensis, y otro oyamel protegido que ya está en norma, el Abies flinckii, lo que cambia el panorama previo en que se reconocía la presencia del abeto más común, el Abies religiosa; expertos coinciden que estas especies se deben salvar de la destrucción reinante

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO

Estudios genéticos realizados por expertos en botánica han demostrado de forma gradual que los bosques de Abies (abeto u oyamel) del Nevado de Colima y de la vecina Sierra de Manantlán representan una forma de vida diferente y endémica al occidente del país, lo que significa que la tala de estos ejemplares pondría al borde de la extinción a una especie que apenas comienza a ser documentada por la ciencia.

En medio de la polémica por el otorgamiento del permiso de aprovechamiento del ejido Huescalapa, en septiembre pasado, que aprovechará alrededor de dos mil 170 metros cúbicos de madera de oyamel del Nevado en diez años, botánicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Universidad de Guadalajara (UdeG) dieron a conocer el fruto de años de investigación que apuntan a fortalecer una hipótesis publicada en 1989: de que en esta zona sobrevive de forma exclusiva el Abies colimensis, totalmente diferenciada del Abies religiosa de las montañas del Eje Neovolcánico y, por ende, con material genético e historia evolutiva distintas, además, hay la posibilidad de la presencia en el sitio de otra clase de abeto también en peligro de extinción.

“Durante nuestros estudios en la región del Nevado de Colima colectamos una población que está descrita como Abies religiosa —población R21—, aunque para Rushforth esas poblaciones representan una especie particular y endémica a la región, Abies colimensis […] usando marcadores moleculares, descubrimos que ésta población, junto con la población de Abies religiosa —población R22— ubicada en la Sierra de Manantlán, son poblaciones genéticamente muy diferentes a las del resto de la especie, ya que están genéticamente aisladas […] esto en sí nos indica que en estas poblaciones tenemos recursos genéticos únicos en el mundo, que se perderían junto con sus adaptaciones a las condiciones particulares de la zona si se permitiera la tala de estos bosques”, señalan en una nota de trabajo dada a conocer la pasada semana, el grupo de investigadores del Instituto de Ecología de la UNAM, que conforman los doctores Érika Aguirre Planter, Juan Pablo Jaramillo Correa y Luis Enrique Eguiarte Fruns.

Agregan: “La diferenciación genética de estas dos poblaciones, la R21 y R22 es tal que se podrían considerar como subespecies o variedades de Abies religiosa, o aún una especie diferente, como propuso [el botánico] Rushforth […] por otro lado, la distribución de la población del Nevado de Colima estudiada en nuestro trabajo es muy cercana geográficamente a poblaciones de Abies flinckii, mientras que estudios preliminares de nicho ecológicos hechos por nuestro grupo por encargo de la Conabio [Comisión Nacional para Conocimiento y Uso de la Biodiversidad], y cuyos resultados finales estarán disponibles a mediados de 2013, nos indican que es posible la existencia de ésta especie en la región”.

Abies flinckii, subrayan, “es la especie más diferenciada genéticamente del resto de las del género en México […] y está sujeta a protección especial en la Norma Oficial Mexicana 059”.

En resumen, “está demostrado que los bosques de los alrededores del Nevado de Colima son un reservorio de genotipos particulares, únicos en el mundo de Abies religiosa, que tal vez representen una subespecie, variedad o especie endémica a la región, y por ésa sola razón deben de ser conservados y manejados con cuidado. Adicionalmente, existen fuertes posibilidades de que dichos bosques mantengan poblaciones de Abies flinckii, para lo cual se necesitaría de estudios detallados en el campo y en el laboratorio…”.

En el artículo Oyameles del Occidente de México: Taxonomía y conservación, los botánicos Antonio Vázquez García, Viacheslav Shalisko, Mantilla Blandón, Víctor Fuentes Quintero y Sonia Navarro Pérez, del Instituto de Botánica de la UdeG, arriban a conclusiones similares.

Explican que la presencia de Abies flinckii, fue descrita en la zona de El Izote, al norte del macizo volcánico, a una altitud de dos mil 350 metros sobre el nivel del mar (msnm); mientras la de Abies colimensis Rushforth & Narave “fue descrita rumbo a la cima, a tres mil 150 msnm”, y aunque el hallazgo sucedió hace más de dos décadas, “en la actualidad sólo una de las dos especies, Abies flinckii, ha alcanzado una amplia aceptación, mientras que Abies colimensis tiene una incipiente aceptación, aunque también ésta es tendiente hacia la alza”.

Añaden: “la divergencia genética y estructura poblacional de los oyameles mexicanos debe ser tomada en cuenta para definir sus estrategias de conservación in situ, particularmente su protección como zonas núcleo, especialmente en el Eje Neovolcánico Transversal, donde existe la mayor diferenciación poblacional de su DNA, tanto de mitocondria como de cloroplasto, zona en la que además existen las mayores presiones antrópicas [humanas] sobre los bosques”.

Por ello, no basta con áreas protegidas. Es urgente crear condiciones de desarrollo social para los propietarios de la montaña, de manera que conservar el oyamel sea garantía de recursos económicos que sustituya la vieja receta de la tala. De otro modo, se podría gestar ahora una nueva extinción, ante la mirada impotente de la ciencia.




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Claves

Oyamel o abeto

Oyamel proviene del náhuatl oyametl, y “figura entre los árboles más majestuosos e imponentes de México, ya que pueden llegar a alcanzar hasta los 60 metros de altura y dos metros de diámetro”; habitan desde 1,700 hasta 4,000 msnm.

Por su belleza, se han usado principalmente como decorativo navideño; en el Eje Neovolcánico, entre Michoacán y México, sus bosques constituyen la residencia de la migratoria mariposa monarca, para la especie más extendida del país: Abies religiosa.

En el pasado, predominó la generalización de que en el Nevado de Colima existían dos variedades de “oyamel” o “pinabete”: Abies religiosa variedad religiosa, descrita originalmente del sur de Chilpancingo, y Abies religiosa variedad emarginata, descrita originalmente en Mil Cumbres, Michoacán, recuerdan los investigadores de la UdeG.

Trabajos de Jaramillo y otros, publicados en 2008, “con base en evidencia genética de DNA mitocondrial, revela la existencia de tres mitotipos raros que muy posiblemente son endémicos del occidente de México y sugiere además que son derivaciones recientes a partir de mitotipos ancestrales: uno de ellos, el mitotipo VII, se encuentra restringido al Nevado de Colima y Cerro Grande-Manantlán, lo cual sin duda apoya la propuesta original de Rushforth (1989) de que Abies colimensis debe ser reconocida como especie distinta”

Para comprobar la presencia de Abies flinckii “sería necesario realizar un análisis molecular de una muestra representativa de todos los bosques de Abies de la zona. En nuestros laboratorios contamos con la infraestructura y marcadores moleculares necesarios para llevar a cabo dicho estudio en caso de que la autoridades del Parque Nacional Nevado de Colima y la Semarnat lo consideraran necesario, y los podemos hacer de manera eficiente, aunque necesitaríamos apoyo logístico para el muestreo en el campo”, señalan los botánicos de la UNAM.

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La Semarnat deberá replantear políticas de aprovechamiento



Los descubrimientos espectaculares sobre la singularidad genética de las poblaciones de oyamel o abeto del Nevado de Colima deben obligar a replantear las políticas de aprovechamiento forestal en la zona, pues la ley así lo establece, advierte el director del Parque Nacional Nevado de Colima, José Villa Castillo.

“Hay elementos para pensar que es una nueva especie, pero no soy perito en esa materia; sin embargo, esos estudios de los autores nos llevan a pensar que hay que tener precauciones en los destinos de esos recursos genéticos, porque hay estudios de último nivel, estudios genéticos moleculares, donde sale a relucir que estos bosques de Abies deben de tratarse con mayor cuidado y eso no lo sabíamos; con el fundamento de una carta del año 2000, se ha sostenido que es Abies religiosa y que se pueden aprovechar, pero ahorita tenemos elementos de la ciencia nueva, que dicen lo contrario”, señaló en entrevista telefónica con MILENIO JALISCO.

Es obligatorio echar una mirada a la legislación en la materia, afirma. “La Ley de Desarrollo Forestal Sustentable, señala que los criterios obligados de la política forestal de carácter ambiental y silvícola deben de orientarse también a la protección, conservación, restauración y aprovechamiento de los recursos forestales, al uso sustentable, al mejoramiento ambiental del territorio nacional a través de la gestión de actividades forestales, para que se contribuya a la manutención de este capital genético, a la diversidad, la calidad del entorno […] este ese capital genético ya está ampliamente observado, descubierto, por estos investigadores, pues es un elemento clave para su conservación, entre las cosas que marca la ley ; obviamente, habrá que explorar los conceptos de la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección del Ambiente, en varios articulados, en que se señala que debe prever el cuidado de estos nuevos descubrimientos”.

Por lo pronto, en el caso Huescalapa, el Parque Nacional ha pedido ya un dictamen técnico-jurídico al Instituto de Derecho Ambiental; “ellos están haciendo el análisis más profundo de lo que corresponde y desde mi punto de vista, con todos estos nuevos elementos, tanto del bosque mesófilo como del Abies colimensis, debemos de pugnar por una mejora en las políticas basadas en la ciencia para la toma de decisiones”.


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