lunes, 8 de marzo de 2010

La Primavera, una protección “sin dientes”


El marco legal que da vida al área natural protegida es frágil. La defensa de recursos naturales queda en el limbo, ante la falta de facultades de sus representantes. Ayer se festejaron 30 años del decreto; ni el gobernador, ni otras autoridades, asistieron, pero sí hubo muchos ciudadanos, como el artesano huichol de la foto de Jorge Alberto Mendoza

Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO. Edición del 7 de marzo de 2010

Un día de febrero de 2009, un camión materialista seguido de un vehículo particular se internaron por una de las veredas de la sierra de La Primavera, cuando un atento integrante del nuevo cuerpo de guardabosques que patrulla la zona detectó los automotores, bajó a la brecha y ordenó el alto total a sus circunspectos ocupantes. Al inspeccionarlos, simplemente mandó el transporte de carga de regreso a la ciudad, al comprobar que contenía materiales de construcción para una finca particular, acción ilegal dentro del polígono protegido desde 1980.

Los vigilantes no esperaban muchas consecuencias, más allá del mal humor causado a los transportistas que incumplían su trabajo, y la desazón de la propietaria, dado que la construcción irregular de fincas en el bosque es uno de sus problemas más comunes. Pero, a los pocos días, a los sorprendidos guardianes y al propio director del área natural protegida, José Luis Gámez Valdivia, les llegó un apercibimiento judicial, pues la dueña de la carga, Evelia Oliva Barajas, había denunciado la violación de sus garantías (expediente 453/2009, Juzgado Primero de Distrito en Materia Administrativa), enfatizando el tema de la “libertad de tránsito” (artículo 11 constitucional).

“Si no atiendes esos asuntos, lo que te lleva tiempo y gastos, te pueden amenazar con la cárcel, y eso es desgraciadamente parte del entorno desfavorable en que debemos desempeñar el trabajo”, explica Gámez Valdivia.

En la respuesta formal, el funcionario explicó al juez: “…en ningún momento la Dirección Ejecutiva a mi cargo pretendió actuar en exceso de autoridad, ni mucho menos impedir u obstruir a la quejosa su libre tránsito […] me he limitado a dar cumplimiento a la función de administración y vigilancia […] consistentes en evitar la introducción de materiales para construcción en vehículo distinto a aquel en que la quejosa se encontraba, sin demostrar la existencia de las autorizaciones respectivas [para hacerlo]…”.

En general, Gámez Valdivia reconoce que no tiene manera de ejercer la coerción necesaria para aplicar el programa de manejo, documento que rige de forma oficial la gestión del área de protección de flora y fauna.

Ese “limbo jurídico” fue detectado hace muchos años. En el Diagnóstico del estado actual y gestión para las áreas naturales protegidas de Jalisco, de 2004, realizado por encargo de la Secretaría de Desarrollo Rural, se señala que “el modelo de gestión institucional [en La Primavera] no es funcional [y] no existe claridad de cómo y con qué reemplazarlo”. No hay sustento legal normativo ni para el Comité Técnico para la Administración del Bosque La Primavera (CTABLP) ni para la dirección ejecutiva. “La ausencia de un reglamento conocido y aceptado por todos los actores significa que no hay claridad en sus funciones sustantivas ni un marco de actuación explícito para sus integrantes y su órgano ejecutivo”.

La dirección ejecutiva del bosque no tiene algún nombramiento ni marco de actuación; no hay instrumento que regule su relación con el CTABLP. El diseño institucional incorrecto la ha sometido a excesivos roces con los intereses locales que no se sienten bien representados en el comité, lo que arriesga la gobernabilidad en el área protegida, subraya el texto citado.

La verdad de esa “personalidad insuficiente” quedó patente ayer mismo. A la cita para conmemorar los 30 años del decreto, en medio del festival de Agua Brava, faltaron las personalidades políticas de las que se esperaba un compromiso firme con la principal área natural de la región conurbada de Guadalajara. Ni gobernador, ni rectores, ni diputados. Sólo académicos y funcionarios que tal vez amen el bosque, pero poco pueden hacer para curar sus males.

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La riqueza del bosque

La Primavera mantiene cada año una temperatura media de 20.6 centígrados, inferior a la de los valles que la rodean, lo que destaca su papel como regulador climático regional.

Habitan en él 135 especies de aves, entre ellas: pájaro carpintero, gavilán de cola roja, momoto o pájaro péndulo, martín pescador, búho cornudo, búho real, águila solitaria.

Hay al menos 29 especies de mamíferos, entre los que destacan el puma, el venado cola blanca, el zorro, el coyote, el mapache, el lince y el armadillo. Hay numerosos testimonios de que fue hogar del extinto lobo mexicano.

Tiene entre 19 especies de reptiles y anfibios: culebra de collar, culebra ojo de gato, falso coralillo, chirrionera, alicante, víbora de cascabel, salamandra, rana cara de niño y sapo toro
qHay al menos siete especies de peces, dos de ellas endémicas de México, y cientos de invertebrados.

Se cuenta con 961 especies vegetales (once de roble y cinco de pino), 47 especies de algas, 255 especies de hongos, y 59 de orquídeas terrestres, hasta 80 por ciento de las especies registradas en Jalisco.

Los intentos para proteger esta área datan desde 1934, cuando se decretan zonas de protección forestal en los alrededores de Guadalajara. El 26 de diciembre de 1970, el gobierno de Jalisco declara al bosque “de utilidad pública y uso turístico” y, dos años después, “reserva urbana” de Guadalajara.

En 1980 se decreta el área protegida, cerrando el paso a los desarrollos inmobiliarios en su polígono

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