martes, 3 de abril de 2012

Sierra de Manantlán logró frenar su deforestación



Región de influencia tiene procesos de deterioro avanzados que deben ser contenidos: investigador de la UdeG

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO

Mientras el entonces presidente de la república, Miguel de la Madrid Hurtado, firmaba el decreto que declaraba a la sierra de Manantlán como reserva de la biosfera, en marzo de 1987, los madereros de Cuzalapa se preparaban para arrancar las últimas grandes caobas y cedros de los parajes tropicales de Cuautitlán, como puntilla a un largo proceso de “descremado” de la riqueza forestal de estas montañas.

La notificación no llegó a tiempo, pero las máquinas fueron detenidas por los gestores de la reserva, fundamentalmente personal de la Universidad de Guadalajara. A partir de entonces, las madereras terminaron de salir de la región. A 25 años, no se han resuelto sus dilemas sociales, y los nuevos desarrollistas —especialmente los empresarios mineros— empujan a los campesinos pobres para que les permitan hollar sus bosques en busca del hierro. Pero la deforestación fue frenada con éxito en las áreas más valiosas, que son las zonas núcleo, que abarcan casi 40 mil hectáreas de las 140 mil que abarca todo el polígono protegido en Jalisco y Colima.

“Estudios desarrollados en la región muestran que la reserva de la biosfera ha sido efectiva para lograr la contención de procesos de deforestación, aunque no los ha eliminado por completo. En 1972 —fecha inicial de la que se dispone de datos— 96 por ciento de la superficie de las zonas núcleo de la reserva estaba cubierta de bosques, disminuyendo a 90 por ciento al tiempo del decreto de la reserva; para el año 2000 era una cobertura de 94 por ciento, y se ha mantenido prácticamente estable desde entonces, con un ligero aumento”, refiere el investigador del Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Imecbio-UdeG), Enrique Jardel Peláez.

“En contraste, en la zona de amortiguamiento ha continuado cierta tendencia de deforestación: la superficie forestal pasó de 82 por ciento en 1972 a 77 por ciento en 2000 y 75 por ciento en 2009. En los alrededores de la reserva, la deforestación ha sido mucho más alta que dentro de la zona de amortiguamiento: en 1972 la cubierta forestal era de un 66 por ciento; y en 2009, de 54 por ciento”, agrega.

Así, “la tasa de deforestación anual del periodo 2003-2009 en la parte norte de la región de influencia de la reserva fue de -0.7 por ciento anual para los bosques y de -2.4 por ciento para las selvas [lo que representa una pérdida anual de 740 hectáreas de bosque y 2,350 hectáreas de selva]. En contraste, dentro de la reserva, las tasas de deforestación fueron más bajas: -0.1 por ciento en bosques [unas 40 hectáreas al año] y menos 0.5 por ciento en selvas [260 hectáreas por año]”.

Jardel concluye que la reserva de la biosfera “ha servido para contener procesos de deforestación, pero no puede decirse que el problema está resuelto”.

El investigador, galardonado el 17 de marzo pasado con el reconocimiento al Desarrollo Forestal-Rural en México, que también fue otorgado a la Red MOCAF, la Revista Forestal XXI, y al Grupo Industrial SEZARIC, entre otros, señala que 25 años son pretexto para revisar un proyecto que contribuyó a formar: “La conmemoración debería dar lugar a una evaluación de los resultados de este proyecto de conservación. Aunque actualmente está en proceso un trabajo de diagnóstico de las condiciones actuales de la reserva, como parte de la actualización de su programa de manejo, ni por parte de la Conanp [Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas] ni de la Universidad de Guadalajara se desarrolló ninguna actividad conmemorativa, ni durante la fecha de la firma del decreto [5 de marzo] ni para la fecha de su publicación, el 23 de marzo”.

Esto debe reflexionarse, señala, porque Manantlán es una de las principales reservas de la biosfera de México, y lo que pasa en sus alrededores —una dinámica destructora muy alta— debe ser corregido con urgencia.

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