El Ayuntamiento de Tlajomulco desvió un canal de aguas pluviales fuertemente contaminadas por desechos urbanos, hace más de un año, y provocó el abandono del fraccionamiento.
Cajititlán, Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO
Este paraje era bullicioso apenas trece meses atrás. Decenas de moradores ocupaban las fincas campestres enclavadas en la vecindad de la pequeña laguna de Cajititlán, en los linderos con el poblado de Cuescomatitlán. Los chiquillos chapoteaban en las orillas de los juncales, buscando pequeños peces plateados, y espantaban las solemnes garzas que deambulaban en busca de crustáceos y anfibios.
Hoy es un lugar casi muerto. Una extraña decisión del Ayuntamiento de Tlajomulco de Zúñiga ocasionó que un canal de aguas residuales fuera desviado hacia las ciénagas del fraccionamiento Las Gaviotas, contaminando completamente el entorno y expulsando a la mayoría de los inquilinos animales y humanos.
“Fue una situación que mucho nos ha afectado, y es fecha que no podemos hacer que corrijan”, señala Norberto Clark, quien encabeza el esfuerzo de los vecinos, reunidos en la Asociación de Colonos Coyotl. Desde el 2 de junio de 2008 comienza un largo vía crucis de gestiones ante la alcaldía, hasta hoy sin fruto.
¿Qué fue lo que pasó? “El día 1 de junio del año 2008, por trabajos que realizaron en nuestra propiedad, con maquinaria propiedad del H. Ayuntamiento, para desazolvar el canal colector de aguas pluviales, el producto del desazolve lo depositaron alrededor del pozo y el sistema de bombeo, inundando además área privada lotificada”, refiere un oficio de los vecinos dirigido al director de agua potable y alcantarillado de Tlajomulco, Roberto Bañuelos Ayala, fechado el 11 de marzo de 2009.
Pero ya el 2 de junio de 2008, el secretario particular del alcalde Antonio Tatengo, José Sahagún Flores, remitía el primero de los escritos “presentado por el presidente de la asociación de colonos Coyotl del fraccionamiento Las Gaviotas, quienes [sic] manifiestan inconformidad por los trabajos de desasolve [sic] del canal colector de aguas pluviales y que descarga en la laguna de Cajititlán, afectando terrenos privados y generando daño al pozo que surte agua al fraccionamiento”.
Los trámites se fueron alargando sin respuesta. Muchos se preguntan cómo era posible que un canal de agua de lluvia contamine, pero lo cierto es que miles de viviendas del pujante Tlajomulco, uno de los municipios con más alta tasa de crecimiento urbano del país, simplemente envían sus desechos a los arroyos. Por eso es agua que apesta.
Clark señala que el pozo que fue invadido por los lodos y aguas con detritos podría haberse contaminado, y optaron por no sacar más agua de allí. Ahora se ven obligados a traer líquido de pipas, a costa de los bolsillos de los pocos habitantes que quedan en el desolado fraccionamiento.
Los vecinos buscan acordar lo que procede ante un año de demandas inútiles. El ayuntamiento no da señales de vida, salvo promesas para salir de paso, apelando a otros seis meses, tras los cuales, los responsables de la obra que arruinó a Las Gaviotas, simplemente se irán.
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