jueves, 29 de enero de 2015

Zonas de la Minerva y Providencia, las “cerezas” del pastel para inversionistas



Cientos de irregularidades en edificaciones perturban la tranquilidad de los colonos; crece la oferta habitacional pero no la superficie verde o la vial, lo que genera complicaciones.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

La cereza en el pastel para los inversionistas inmobiliarios que pugnan por sacar adelante el modelo de desarrollo vertical que Guadalajara intenta implementar para repoblarse, son las zonas 1 y 2, Minerva y Providencia, donde se tienen los espacios más caros de la ciudad.

Muy lejos de construir allí vivienda para trabajadores, conforme a las políticas de subsidios del gobierno federal, el mercado de la zona es de poder adquisitivo medio o alto, y al cambiarse extensas fincas residenciales por torres de departamentos, el volumen de negocio puede multiplicar por cinco, diez o quince la inversión inicial hecha por los terrenos, máxime cuando apenas se está aplicando dinero en mejora de infraestructura, en más áreas verdes o en ampliación de vialidades, y con frecuencia, la disposición de cajones de estacionamiento queda por debajo de la indispensable.

Como consecuencia, las viejas colonias ven degradadas sus ventajas iniciales: más ruido y hacinamiento por el mayor número de vecinos, problemas con el estacionamiento (esa zona de la ciudad registra de dos a cuatro autos por vivienda), contaminación del aire y estrés ante áreas verdes que se reducen en el promedio por habitante y aumento de la inseguridad, dado que las avenidas de la zona registran “usos mixtos” –comercios como restaurantes, cafés, bares, hoteles y expendios diversos- que atraen a mucha población foránea por las noches y los fines de semana.

Según un análisis del Parlamento de Colonias, el gobierno otorga subsidios de 380 mil a 420 mil pesos por vivienda, pero eso deja fuera del alcance del mercado a quienes ganan menos de cinco salarios mínimos; son departamentos de dos y medio a cinco millones de pesos destinados para clases medias y altas. ¿Cuál es el secreto del negocio? Se compran viviendas espaciosas a cinco o seis millones de pesos, y con dos o tres se tiene el espacio suficiente para edificar las torres de diez a 20 niveles, con dos a cuatro departamentos por nivel. Así, de tres viviendas iniciales con 12 habitantes promedio, se tienen de 20 a 80 viviendas con 80 a 360 habitantes.

“Si esto funcionara como se debe y partimos del supuesto de que antes de la torre se contaba en la zona con la superficie de áreas verdes adecuadas, de al menos 10 metros cuadrados por habitante, entonces, 68 habitantes nuevos demandan 680 m2, y 348 habitantes extra, 3,480 m2, ¿pero dónde están los nuevos espacios?”, pregunta el presidente del Parlamento, Alejandro Cárdenas Ochoa.

Por su parte, el consultor en desarrollo urbano Jesús García Rojas apunta sobre el tema en general: “La densificación es pertinente, pero parten de una premisa falsa, que la infraestructura, equipamiento urbano, espacios verdes y movilidad existente son suficientes, por ejemplo hay 1,800 kilómetros de redes sanitarias con antigüedad de 40 a 50 años que deben ser renovadas”; y si bien, “hay que fortalecer el tejido social, su materialización debe ser con ciudades y edificaciones inteligentes, buscando nuevas fórmulas de ocupación o tenencia”, sostiene.

UN EJEMPLO
La Asociación de Colonos de Providencia Sur, que preside Alfonso Gómez Contreras, envió a este diario una ficha con un recuento de las irregularidades que padecen en el extenso polígono con cinco mil viviendas que está demarcado por las avenidas López Mateos, Juan Palomar y Arias, México y Otranto, que constituye el corazón del corredor más caro del municipio tapatío.

“En el tema del uso de suelo, únicamente en avenidas se permiten edificios de máximo ocho niveles y negocios de bajo impacto con estacionamiento propio. Calles interiores son exclusivamente habitacionales […] el ayuntamiento simplemente no cumple la ley, otorga licencias para edificios de mayor altura a lo permitido, en terrenos más pequeños de los reglamentarios y durante la construcción nunca pide medidas de seguridad, límites de horarios, ni exige que se respete la vía pública”, apunta.

Algunos edificios fuera de norma denunciados por esa asociación civil: Torre Moba (José María Vigil 311, esquina con Patagonia); edificio en construcción (Nápoles 2837, esquina con Rubén Darío), Departamentos Torre Alcamo (avenida Terranova 725, esquina Alcamo); Vigil Vertical (José María Vigil 2940, entre Terranova y Rubén Darío); condominio Providencia (José María Vigil 2847, esquina Rubén Darío), Torres Alfa y Beta (Eulogio Parra 2795, entre Rubén Darío y Terranova); Torre Casa Blanca (Eulogio Parra 2782, entre Rubén Darío y Terranova); Torre “Q” (Jose María Vigil 2715, esquina con Ontario); edificio en construcción (Quebec 854, entre Pompeya y José María Vigil); edificio sin nombre (Reforma 2988, entre Beethoven y Nelson), y edificio sin nombre (Montreal esquina Pompeya).

Buena parte de estas construcciones no tiene permiso municipal, pero fueron “legitimadas” por el Tribunal Administrativo del Estado, lo que ha permitido mantener los trabajos contra la creciente oposición vecinal.

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“Diagnósticos tramposos”

José Rubén Herrera, secretario de la asociación vecinal de Providencia Norte, cuestiona la planificación que ha realizado la Comisión de Planeación Urbana (Coplaur) para fundamentar sus propuestas de redensificación en la zona.

“En los documentos que nos entregaron solo usan datos muy globales,  que jalan del INEGI, y sobre eso trabajan; no se meten a detalle como deberían para hacer esos proyectos […] por ejemplo, dicen ahí que con cuántos parques contamos en la colonia, con cuántos espacios deportivos, meten la Unidad Deportiva Revolución, pero también el antiguo club deportivo Guadalajara, que hace años que demolieron y todo mundo lo sabe. Lo están contando como un lugar disponible para la actividad deportiva. Mucha trampa”.

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