El bosque La Primavera, a tres décadas de la publicación del decreto presidencial: proveedor de servicios ambientales por más de mil millones de pesos, el bosque tardó 17 años en recibir dinero y, desde entonces, le llega con cuentagotas: este año estuvo a punto de quedarse en ceros.
Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO. Edición del 6 de marzo de 2010
El bosque La Primavera ha recibido en 30 años —o 10,957 días, plazo que cumple hoy como área natural protegida—, un monto de dinero equivalente a menos de diez horas del ejercicio presupuestal 2010 del sector público estatal de Jalisco, con sus 90 mil empleados, sus 21 dependencias, sus 135 organismos, sus donativos, sus obras públicas, sus giras y sus viajes.
El Ejecutivo maneja este año un gasto autorizado de 61,184 millones de pesos. Si se repartiera a partes iguales en el tiempo, un día promedia 167.6 millones de pesos. Como lo invertido en el área protegida desde que fue creada son poco menos de 68 millones de pesos, esta ínfima porción del gasto se habría terminado de ejercer a las 10:00 am del 1 de enero.
Siguiendo el ejercicio, dividir el monto total recibido (ver gráfico de abajo) entre los días transcurridos desde el amanecer del 6 de marzo de 1980, cuando el presidente José López Portillo emitió el decreto de la zona de protección forestal y refugio de fauna silvestre La Primavera, significan 6,206 pesos al día, o sea, medio día del salario de un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o apenas mil pesos más del salario diario de un diputado federal.
Las cuentas provienen de la información oficial en poder de la dirección ejecutiva del bosque. El cálculo remite exclusivamente al dinero líquido con que se han financiado acciones de conservación, y no incluye algunas acciones en especie ni los pagos por servicios ambientales que otorga la Comisión Nacional Forestal a diversos propietarios desde 2003.
Decir si este dinero es mucho o poco es relativo, dirán quienes se puedan sentir aludidos. Sin embargo, el monto recibido en toda la historia de la reserva protegida fue comprometido en un solo día por el gobernador Emilio González Márquez para financiar la realización de Espacio 2007, encuentro anual de Televisa, que a cambio otorga promoción de imagen al estado.
Lo que es claro y contundente es el desfase entre el dinero recibido y el valor de los servicios que provee el bosque a la zona conurbada de Guadalajara y a las áreas rurales vecinas.
Si bien son datos en vías de consolidación, tan sólo en el tema agua, los 240 millones de metros cúbicos anuales que allí se recargan de las lluvias sirven a tres cuencas distintas (Ameca, Colomos-Atemajac, El Ahogado) y se cobrarían a 1,200 millones de pesos según las tarifas del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (cinco pesos como promedio por mil litros).
Actualmente, el investigador Arturo Balderas, del ITESO, está en proceso de calcular el valor de la floresta de 30,500 hectáreas en la recarga de millones de toneladas de carbono en sus árboles (se estima que hay más de 100 millones de individuos).
Otros servicios ambientales son la preservación de especies valiosas para la vida humana como parte de la cadena alimenticia, control de plagas y medicinas; la posibilidad de un amplio espacio de recreación para decenas de miles de tapatíos (que al minimizar su estrés, previenen las enfermedades cardiovasculares), lo que a su vez deriva en menos servicios hospitalarios y menor ausentismo laboral; el mejoramiento del clima local —sin La Primavera, la ciudad tendría dos grados más de temperatura, con todo lo que significa en términos de enfermedades, contaminación del aire y escasez de agua—; y la prevención de desastres (en la sierra se contiene agua y se retiene suelo que en la cuenca baja multiplicaría daños a las comunidades humanas y dañaría a la agricultura).
Sin embargo, en el tiempo pasado fue peor. Durante los primeros 17 años del decreto del bosque no hubo ningún recurso federal, estatal o municipal. Los incendios eran atendidos por las brigadas existentes para todo el estado y un puñado de voluntarios locales, mal pertrechados. Los dineros comenzaron a fluir a partir de 1997, cuando se creó la dirección ejecutiva y el raquítico fideicomiso.
Es como llega La Primavera a 30 años como área natural protegida… pero con diez horas de presupuesto.
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Una ruta de 30 años
6 de marzo de 1980
El presidente José López Portillo declara la zona de protección forestal y refugio de fauna silvestre La Primavera, en decreto aparecido ese día en el Diario Oficial de la Federación, con 30,500 ha. La propiedad pública se nutre de 5,500 ha donadas por el empresario Jorge Dipp como permuta por impuestos atrasados.
1987
Comienzan los trabajos de exploración de la geotermia por la Comisión Federal de Electricidad, que serán clausurados en 1991 ante la protesta de la sociedad tapatía por los daños ambientales.
1988
La UdeG emite un plan de manejo que será la base del futuro programa oficial.
1995
Se firma el acuerdo de coordinación Semarnat–gobierno del estado para transferir la administración del área natural protegida. La CFE suspende sus trabajos en el campo geotérmico de manera oficial. Se suspende la explotación de material geológico al interior del bosque.
1996
Se constituye el Comité Técnico para la Administración del Bosque La Primavera y se nombra al director del área protegida: Salvador Mayorga.
1997
Se constituye el Fideicomiso para la Administración del bosque; se instala la dirección ejecutiva.
1998
Devastador incendio en Planillas, la zona del Espinazo del Diablo, afecta más de 1,500 hectáreas, y urge a ampliar inversiones en infraestructura: comienza la rehabilitación de una red de caminos y torres.
1999
Comienza la delimitación física de los vértices del polígono del área natural protegida.
2000
Se crea Fomento y Protección de Bosque La Primavera AC, en apoyo a las gestiones de recursos. Se inscribe el decreto del área protegida en el Registro Público de la Propiedad.
2001
Tras consulta pública, se publica oficialmente el Programa de Manejo del bosque.
2002
Se expropia de forma concertada el predio Agua Brava para la instalación del centro de operaciones del área. Casi 700 ha por alrededor de 19 millones de pesos.
2003
Se construye la torre de detección de incendios de San Miguel.
2005
El incendio más devastador de que se tenga registro pasa por más de 11 mil hectáreas y provoca una contingencia ambiental en Guadalajara.
2006
La Primavera es incluida en la Red de Reservas de la Biosfera del Programa el Hombre y la Biosfera de la Unesco.
2007
Se elabora el Plan de Acción a 30 años, hasta ahora no respetado. El ejido Santa Ana Tepetitlán gana un amparo para excluir casi 600 ha del área protegida.
2008
Cambio de director ejecutivo; se forma un cuerpo de guardabosques.
2009
Inicia el Centro de Atención a Visitantes Agua Brava; se instala la caseta Agua Brava. Geotermia recibe autorización. Evidencias de fototrampeo del regreso del puma.
2010
Jalisco no otorga un peso al manejo del bosque, pero las presiones obligan a ceder siete millones de pesos.
El bosque La Primavera ha recibido en 30 años —o 10,957 días, plazo que cumple hoy como área natural protegida—, un monto de dinero equivalente a menos de diez horas del ejercicio presupuestal 2010 del sector público estatal de Jalisco, con sus 90 mil empleados, sus 21 dependencias, sus 135 organismos, sus donativos, sus obras públicas, sus giras y sus viajes.
El Ejecutivo maneja este año un gasto autorizado de 61,184 millones de pesos. Si se repartiera a partes iguales en el tiempo, un día promedia 167.6 millones de pesos. Como lo invertido en el área protegida desde que fue creada son poco menos de 68 millones de pesos, esta ínfima porción del gasto se habría terminado de ejercer a las 10:00 am del 1 de enero.
Siguiendo el ejercicio, dividir el monto total recibido (ver gráfico de abajo) entre los días transcurridos desde el amanecer del 6 de marzo de 1980, cuando el presidente José López Portillo emitió el decreto de la zona de protección forestal y refugio de fauna silvestre La Primavera, significan 6,206 pesos al día, o sea, medio día del salario de un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o apenas mil pesos más del salario diario de un diputado federal.
Las cuentas provienen de la información oficial en poder de la dirección ejecutiva del bosque. El cálculo remite exclusivamente al dinero líquido con que se han financiado acciones de conservación, y no incluye algunas acciones en especie ni los pagos por servicios ambientales que otorga la Comisión Nacional Forestal a diversos propietarios desde 2003.
Decir si este dinero es mucho o poco es relativo, dirán quienes se puedan sentir aludidos. Sin embargo, el monto recibido en toda la historia de la reserva protegida fue comprometido en un solo día por el gobernador Emilio González Márquez para financiar la realización de Espacio 2007, encuentro anual de Televisa, que a cambio otorga promoción de imagen al estado.
Lo que es claro y contundente es el desfase entre el dinero recibido y el valor de los servicios que provee el bosque a la zona conurbada de Guadalajara y a las áreas rurales vecinas.
Si bien son datos en vías de consolidación, tan sólo en el tema agua, los 240 millones de metros cúbicos anuales que allí se recargan de las lluvias sirven a tres cuencas distintas (Ameca, Colomos-Atemajac, El Ahogado) y se cobrarían a 1,200 millones de pesos según las tarifas del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (cinco pesos como promedio por mil litros).
Actualmente, el investigador Arturo Balderas, del ITESO, está en proceso de calcular el valor de la floresta de 30,500 hectáreas en la recarga de millones de toneladas de carbono en sus árboles (se estima que hay más de 100 millones de individuos).
Otros servicios ambientales son la preservación de especies valiosas para la vida humana como parte de la cadena alimenticia, control de plagas y medicinas; la posibilidad de un amplio espacio de recreación para decenas de miles de tapatíos (que al minimizar su estrés, previenen las enfermedades cardiovasculares), lo que a su vez deriva en menos servicios hospitalarios y menor ausentismo laboral; el mejoramiento del clima local —sin La Primavera, la ciudad tendría dos grados más de temperatura, con todo lo que significa en términos de enfermedades, contaminación del aire y escasez de agua—; y la prevención de desastres (en la sierra se contiene agua y se retiene suelo que en la cuenca baja multiplicaría daños a las comunidades humanas y dañaría a la agricultura).
Sin embargo, en el tiempo pasado fue peor. Durante los primeros 17 años del decreto del bosque no hubo ningún recurso federal, estatal o municipal. Los incendios eran atendidos por las brigadas existentes para todo el estado y un puñado de voluntarios locales, mal pertrechados. Los dineros comenzaron a fluir a partir de 1997, cuando se creó la dirección ejecutiva y el raquítico fideicomiso.
Es como llega La Primavera a 30 años como área natural protegida… pero con diez horas de presupuesto.
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Una ruta de 30 años
6 de marzo de 1980
El presidente José López Portillo declara la zona de protección forestal y refugio de fauna silvestre La Primavera, en decreto aparecido ese día en el Diario Oficial de la Federación, con 30,500 ha. La propiedad pública se nutre de 5,500 ha donadas por el empresario Jorge Dipp como permuta por impuestos atrasados.
1987
Comienzan los trabajos de exploración de la geotermia por la Comisión Federal de Electricidad, que serán clausurados en 1991 ante la protesta de la sociedad tapatía por los daños ambientales.
1988
La UdeG emite un plan de manejo que será la base del futuro programa oficial.
1995
Se firma el acuerdo de coordinación Semarnat–gobierno del estado para transferir la administración del área natural protegida. La CFE suspende sus trabajos en el campo geotérmico de manera oficial. Se suspende la explotación de material geológico al interior del bosque.
1996
Se constituye el Comité Técnico para la Administración del Bosque La Primavera y se nombra al director del área protegida: Salvador Mayorga.
1997
Se constituye el Fideicomiso para la Administración del bosque; se instala la dirección ejecutiva.
1998
Devastador incendio en Planillas, la zona del Espinazo del Diablo, afecta más de 1,500 hectáreas, y urge a ampliar inversiones en infraestructura: comienza la rehabilitación de una red de caminos y torres.
1999
Comienza la delimitación física de los vértices del polígono del área natural protegida.
2000
Se crea Fomento y Protección de Bosque La Primavera AC, en apoyo a las gestiones de recursos. Se inscribe el decreto del área protegida en el Registro Público de la Propiedad.
2001
Tras consulta pública, se publica oficialmente el Programa de Manejo del bosque.
2002
Se expropia de forma concertada el predio Agua Brava para la instalación del centro de operaciones del área. Casi 700 ha por alrededor de 19 millones de pesos.
2003
Se construye la torre de detección de incendios de San Miguel.
2005
El incendio más devastador de que se tenga registro pasa por más de 11 mil hectáreas y provoca una contingencia ambiental en Guadalajara.
2006
La Primavera es incluida en la Red de Reservas de la Biosfera del Programa el Hombre y la Biosfera de la Unesco.
2007
Se elabora el Plan de Acción a 30 años, hasta ahora no respetado. El ejido Santa Ana Tepetitlán gana un amparo para excluir casi 600 ha del área protegida.
2008
Cambio de director ejecutivo; se forma un cuerpo de guardabosques.
2009
Inicia el Centro de Atención a Visitantes Agua Brava; se instala la caseta Agua Brava. Geotermia recibe autorización. Evidencias de fototrampeo del regreso del puma.
2010
Jalisco no otorga un peso al manejo del bosque, pero las presiones obligan a ceder siete millones de pesos.
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Hablan propietarios del bosque
“Que paguen los servicios ambientales”
Los ejidatarios y los pequeños propietarios, que en conjunto son dueños de 85 por ciento de la superficie protegida de La Primavera, reciben estímulos de entre 300 y 400 pesos por hectárea, en porciones de sus predios, de parte de la Comisión Nacional Forestal; sin embargo, advierten que ni de lejos se llega al valor de lo que proveen a la zona metropolitana de Guadalajara o a una vasta extensión de fincas agrícolas y pequeñas comunidades de las cuencas que allí nacen.
“Desde antes del decreto nosotros cuidamos el bosque, combatíamos el fuego, manteníamos un estado orgánico muy bueno […] desgraciadamente, por estos servicios que le entregamos a la población de Guadalajara, la ayuda que nosotros podemos conseguir por el decreto, de las instituciones gubernamentales, prácticamente está en cero”, señala don Guillermo Romero Valencia, de la Asociación de Colonos y Propietarios de La Primavera.
El parvifundista, uno de los líderes históricos del sector, junto con su recién fallecido hermano Cástulo, razona: el recurso de la Conafor es el que se da simplemente por contar con un área forestada. Significa que se daría igual en Bolaños, en Cabo Corrientes o en Tamazula. Pero ningunas de esas zonas de Jalisco tienen las restricciones de uso que un decreto federal de protección ha significado para los dueños de La Primavera, pone en relieve.
Desde 1980, “dejamos de hacer algunas cosas”, y por eso, Romero Valencia pretende proponer “en la siguiente junta [del fideicomiso] de La Primavera que se cree un estímulo específico para los propietarios, adicional a lo que manda la Conafor […] por servicios ambientales que le estamos prestando en particular a Guadalajara”.
Por otro lado, añade, “necesitamos que se autoricen proyectos ecoturísticos, que están permitidos por el mismo decreto, pero que se lleve a cabo con una infraestructura que pueda ser utilizada para incorporar el bosque a la ciudad, ya no tenerlo clausurado y en lugar de puertas cerradas se maneje una política de puertas abiertas para que la gente disfrute del bosque”.
—¿Usted piensa que el decreto afectó a los dueños?
—Sí nos afectó, porque nos ha impedido hacer nuestras actividades, no se trata de hacer ahí una ciudad, pero sí podríamos haber hecho proyectos que no afectaran al bosque, desarrollos deportivos, recreativos, actividades que generen ingresos; no podemos tener una propiedad donde estamos teniendo gastos, pago de contribuciones, pago del mantenimiento, gastos de todo tipo que requiere una propiedad, y sin embargo no recibimos ni un centavo de compensación.
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